VW T-ROC R
Otro SUV más que intenta jugar a ser deportivo. Puede que este haya dado con la tecla...
EL ENéSIMO BENEFICIARIO en el Grupo VW del paquete compuesto por el motor 2.0 TSI en su versión de 300 CV, la transmisión DSG y la tracción total conectable de tipo Haldex, es el T-Roc R. Y, a tenor de que la marca nos ha traído a probarlo a las tan fascinantes como exigentes carreteras del Col de Vence – Niza, Francia–, un lugar en el que las virtudes brillan pero los defectos resaltan, parece convencida de que nos va a convencer, valga la redundancia. Siempre lo he dicho: dotar a un SUV de una imagen deportiva es fácil, pero que esa deportividad se traslade a su conducción, es complicadísimo.
Y casi ninguno lo ha logrado, pero bien es cierto que el primero que se me viene a la cabeza entre los que sí, comparte casi todo con el T-Roc R: el
Cupra Ateca. Además, el T-Roc R tiene buenísima pinta, aunque también es verdad que tenerla en parado no implica que se vayan a confirmar esas buenas sensaciones una vez pruebas el coche, tal y como la mayoría de SUV ‘deportivos’ nos han demostrado.
Por fuera se distingue por los paragolpes, la parrilla, el difusor trasero, el alerón, las llantas de 18” o la cuádruple salida de escape. Además, la unidad que voy a probar va pintada en el color Lapiz Blue tan arraigado ya a los Volkswagen más deportivos. Dentro, me encuentro con un volante achatado por debajo, unos asientos deportivos tapizados en tela y Alcantara que proporcionan buena postura y sujeción, y poco más.
Vamos con lo importante. Pulso el botón de arranque y me dirijo hacia Col de Vence. Por fortuna, conozco esta zona, así que desde el primer momento activo el nuevo programa de conducción Race, que pone todo en máxima tensión. Lo primero que me llama la atención es el sonido del escape. Fantástico, soberbio, formidable. Ruge con vehemencia en fases de aceleración y expele numerosos y ruidosos petardeos en retención. Lo malo es que este escape, obra del especialista Akrapovic, no es de serie y sale demasiado caro, pues supone casi un 10% de lo que cuesta el coche: 4.070 euros.
El motor presenta el mismo carácter que en el Audi SQ2, Cupra Ateca, Seat León Cupra, VW Golf R... Hay poco retraso en la respuesta del acelerador y exhibe un vigoroso empuje por encima de 2.000 rpm que culmina con una pizca más de impetuosidad entre 5.000 y 6.500 rpm. Tu sensación de que corre mucho se confirma cuando miras el velocímetro del cuadro de mandos virtual, no en vano no necesita ni 5 segundos para pasar de 0 a 100 km/h. Y eso es gracias, en parte, a la rápida caja DSG, pues es precisamente
en conducción deportiva cuando se muestra más hábil y precisa.
En su modo más duro, la suspensión adaptativa opcional –875 e– está a la altura de lo que esperaba. En la rueda de prensa previa a esta prueba, noté que los expertos de
VW, entre los que se encuentra el experimentado motorsportmanager Jost Capito, hacían continuas referencias al Golf R, como intentando establecer muchas conexiones entre ambos modelos. Y lo cierto es que, en pocos kilómetros, las encuentras. El T-Roc R es ágil, dinámico y se siente un poco más vivo que el Audi SQ2 y que el Cupra Ateca, que ya son buenos en ese aspecto. Hay poco balanceo en la carrocería en las curvas de mayor apoyo, la dirección es precisa y directa, los frenos suministran potencia y confianza y, en definitiva, el T-Roc R acaba casi sorteando su naturaleza SUV.
El software específico que VW ha diseñado para el sistema de tracción total 4Motion no hace sino acrecentar todas esas sensaciones, con una motricidad inapelable. Está programado para reducir el subviraje a base de dotar al eje trasero de mayor y más pronta actividad, y eso en la práctica se traduce en una superior agilidad en curva, diversión y velocidad. También es grande la confianza que proporciona, pues se trata de un coche muy sencillo de controlar cerca de sus límites.
En el apartado dinámico, el resultado es, francamente, muy bueno. Digno del sobresaliente, nota final que obtendría si no fuese algo caro –47.050 e, escape Akrapovic aparte– y si pudiésemos perdonar que, por dentro, no deja de ser tan sencillo como cualquier otro T-Roc, plásticos duros incluidos. Pero VW ha conseguido que el T-Roc R se acerque al Golf R incluso aún más que Seat haciendo lo propio con el Cupra Ateca y el León Cupra. Todo el tacto del coche resulta muy cercano al que puedes encontrar en el Golf R, y eso es una absoluta victoria.
Ágil y veloz, el T-Roc R acaba casi sorteando su naturaleza SUV