HYUNDAI i30 N vs HYUNDAI i30 N TCR
El i30 N ha dado la talla en un trackday y en una etapa de rally pero, ¿puede competir con un auténtico coche de carreras? Sólo hay una manera de averiguarlo.
Coche de calle contra coche de carreras. Si los juntas en un circuito, no es difícil predecir el resultado. Si bien el i30 N, que puedes comprar en un concesionario para conducirlo al trabajo cada día, debe cumplir con una serie de requisitos, el de competición sólo tiene una tarea vital, que es rodar en pista lo más rápido posible. Pero la relación entre el i30 N del campeonato TCR –Mundial de Turismos– y su equivalente de calle es un poco más interesante, así que los tenemos frente a frente para compararlos, y disputar una pequeña carrera.
Tienen mucho más en común de lo que podrías pensar, y el de carreras desde luego no es un chasis tubular disfrazado de Hyundai mediante pegatinas. Esto se debe en parte a la filosofia del propio TCR, que tiene como objetivo resultar asequible, para que se inscriban equipos y pilotos. Si quieres uno, la división de competición de Hyundai te venderá un coche como este por unos 128.000 euros, y ya han fabricado alrededor de 70 unidades.
El hecho de compartir piezas con los coches de calle abarata los costes, lo que mantiene llena la parrilla y dota al campeonato de buena salud, pero también asegura un buen nivel de intercambio de conocimientos entre la gente que hace los coches de calle y los que intentan hacer que vayan más rápido en las carreras.
Observándolos uno al lado del otro, en el circuito Tazio Nuvolari, cerca de Milán –Italia–, hay un parecido evidente, pero el de carreras es claramente más atrevido. La carrocería tiene unos brutales pasos de rueda que son esenciales para lograr la aerodinámica y las vías ensanchadas que hacen falta para la competición. El alerón trasero, que llega a la altura del techo y está sujeto por dos torretas ancladas al portón, resultaría excesivo incluso para los lectores de antiguas revistas de tuning.
Pero en sus entrañas hay similitudes notables. Según el ingeniero jefe del TCR, Matias Brutos Schmidt, el i30 N TCR y el coche de calle comparten una larga lista de componentes. La carrocería se saca de la línea de producción, donde su destino podría haber sido acabar como una versión básica con motor de 1 litro. Los subchasis delantero y trasero, los brazos de la dirección, el capó, el bloque motor, las puertas y las ventanillas, también son de serie. Las nuevas piezas, y las mejoradas, las prueban los mismos ingenieros que fabrican los coches de calle, ya que el equipo de carreras aprovecha al máximo los recursos de ingeniería del centro I+D de Namyang de Hyundai Motor Company.
En parte, la razón de utilizar estos componentes de serie ya probados es crear un coche fiable y fácil de conducir. Los pilotos privados y equipos que compren un i30 N TCR, no esperarán que el concesionario local les haga el mantenimiento y les mantenga la garantía, pero sí quieren un coche que no requiera un garaje lleno de mecánicos para poder funcionar, razón por la que los equipos están limitados a sólo diez miembros por coche durante el fin de semana de carreras.
En el interior es donde los parecidos entre ambos coches acaban. En el habitáculo del TCR se ha prescindido de lujos, por supuesto, sobre todo para ahorrar peso, y como resultado pesa 300 kilos menos. Una vez te encaramas como puedes a la jaula antivuelco, que cruza los laterales del habitáculo, y te deslizas en el estrecho asiento, te encuentras con un volante colocado casi en tu pecho. Hay una pequeña pantalla al final de la columna de dirección que muestra los datos fundamentales del coche. Al arrancar el motor 2 litros turbo de 355 CV, un estruendo metálico hace vibrar la carrocería, tanto que lo ves todo borroso. Es casi ensordecedor, incluso con un casco puesto.
El i30 N TCR es predeciblemente rápido, sobre todo con alguien tan experimentado como Dickie Meaden al volante. También frena antes que el de calle, con una potencia de frenado que te revuelve las tripas y muchas sensaciones a través de los discos delanteros de 380 milímetros, con pinzas de seis pistones.
Steve Sutcliffe conduce el coche de calle y le hemos dado una vuelta de ventaja. El reto para Meaden es alcanzarle, completando seis vueltas en lo que Steve hace cinco. Aun así, es fácil asumir que será un paseo para el coche del TCR. Pero hemos hecho nuestros deberes, y el TCR está rodando en alrededor de 1 minuto y 20 segundos. El i30 N Performance de calle, por su parte, es unos 15 segundos más lento por vuelta en este circuito de 2,8 kilómetros. Así que, si nuestros cálculos no fallan, Meaden va a tener que apretar mucho si quiere adelantarlo.
Steve conoce y respeta el i30 N de calle, en parte porque lo ha conducido hasta el circuito desde el aeropuerto. Confía en sus posibilidades, habiéndolo probado antes también en circuito y sabiendo todo lo que ha hecho Hyundai N para su desarrollo. En el ratonero trazado de Tazio Nuvolari, el diferencial autoblocante de control electrónico del i30 N y sus neumáticos Pirelli P Zero a medida, trabajarán a su favor, especialmente mientras Meaden intenta que sus slick cojan temperatura durante las primeras vueltas.
Norbert Michelisz, piloto de Hyundai en el WTCC, está presente para aconsejar a Dickie: “Recuerda que no tenemos calentadores de neumáticos. Tendrás que ir con cuidado durante quizá un par de vueltas, hasta que las gomas cojan algo de temperatura. Entonces ya podrás rodar más fuerte”. ¿Dará esto una ventaja crucial a Steve en una carrera tan corta? Al final, Steve empieza a sentir la presión del TCR acercándose y el coche de Dickie está yendo más rápido en cada vuelta. El modelo de calle está fabricado, en cierto modo, con los trackdays en mente, pero hay limitaciones, y con el calor del verano italiano, los neumáticos Pirelli de carretera se están fatigando.
Un error a tres curvas del final es suficiente para que Dickie encuentre un hueco para adelantar, y el TCR pasa finalmente a Sutcliffe en la salida de la última curva, antes de llegar a la bandera a cuadros.
Mientras Meaden se regocija en los boxes y guarda su juguete de circuito, Steve enciende el aire acondicionado, conecta Apple CarPlay y pone rumbo al aeropuerto para tomar una cerveza fría.
SIN DUDA E L COCHE DE CARRERAS TIENE UN ASPECTO MÁS ATREVIDO, AUNQUE EN SUS ENTRAÑAS HAY SIMILITUDES NOTABLES