CASCOS DECORADOS: DE LA GUERRA A LA COMPETICIÓN
Si tratamos de encontrar antecedentes de cascos con utilidad práctica y decorados, probablemente nos debamos remontar a los albores de la Primera
Guerra Mundial, cuando los alemanes comenzaron a dibujar patrones de camuflaje en sus Stahlhelm de combate, fabricados en acero y que resultaban muy fáciles de pintar.
No obstante, en la sociedad civil, la idea no calaría hasta pasada la Segunda Guerra Mundial. Fue en 1947 cuando Fred Gehrke, un jugador del equipo de rugby Chicago Rams de Los Ángeles – EE.UU.–, se propuso decorar los anodinos cascos de cuero marrón que se utilizaban por aquel entonces con una capa base de azul oscuro y unas espirales que evocaban la cornamenta del emblema del equipo.
La idea, como puedes suponer, fue todo un éxito.
En el automóvil, los cascos decorados tuvieron que esperar a la llegada de los primeros cascos cerrados de construcción metálica, comercializados por Bell Sports a principios de los años 50.
Si Melchor tuviera que destacar algunos de sus cascos favoritos se decantaría por los de Fernando Alonso – por su esquema de colores–, los del finlandés Kimi Räikkönen – por su agresividad elegante– y muchos de los que lucieron en el pasado pilotos como Niki Lauda – en la imagen– y Alain Prost, por tratarse de diseños sencillos, pero dotados de fuerte personalidad y carácter. Justo lo necesario para que un casco resulte reconocible y memorable.