¿Potencia? ahí arriba
PoR caSualiDaDES DE la viDa, En laS últiMaS SEManaS he tenido la oportunidad de conducir varios modelos con motor atmosférico, tanto de potencia media como con cifras por encima de los 400 CV. Y todos con cambio manual.
Esto, dentro del desempeño de nuestro trabajo, no debería ser nada excepcional. Sin embargo, en los tiempos que corren, donde cada vez con más frecuencia nos ponemos al volante de automóviles con propulsores turbo, híbridos e incluso eléctricos, conducir un atmosférico adquiere una especial relevancia.
Y es que, cuando tienes a tu disposición un propulsor turboalimentado o electrificado, la potencia y el par están disponibles de manera casi inmediata y en la parte baja del cuentavueltas (en los eléctricos puros, la entrega de fuerza es instantánea), por lo que basta con hundir el acelerador hasta la moqueta y disfrutar de una capacidad de avance en consonancia a las cifras de potencia y par con las que cuentes en ese momento.
Sin embargo, en un propulsor atmosférico de potencia y par respetables, esto no es así. Hay que anticiparse, manejar bien el cambio y tratar de que la aguja del cuentavueltas esté siempre en el sitio correcto para obtener una respuesta adecuada cuando queremos realizar maniobras relacionadas con la capacidad de aceleración del coche (adelantamientos, incorporaciones...). De lo contrario, te puedes ver sorprendido y pegarte algún que otro susto.
Para los que nos gusta conducir, esto no es un problema. Es algo que te vincula todavía más al coche, y te hace sentirte totalmente integrado en el proceso de conducir. ¿Que es más difícil mantener un buen ritmo? Por supuesto, pero resulta más gratificante. Por eso siempre defenderemos los coches con una mecánica atmosférica potente y un buen cambio manual. Algo cada vez menos usual, aunque es realmente emocionante.