CATERHAM SUPER SEVEN 1600
La sencilla fórmula de Caterham tiene su último representante en el Super Seven 1600, de estilo retro, pero... ¿está justificado el precio, de 34.600 euros?
LA PRIMERA VEZ QUE TOCO EL FRENO en el nuevo Super Seven 1600 me recuerda que para conducir un Caterham hay que cumplir unos requisitos muy particulares. Viene bien que te guste la naturaleza, ya que incluso con el techo puesto, estás expuesto a los elementos y todo acaba en el habitáculo. Y sin él, te salpica el barro que cubre la carretera. Tener una figura esbelta también ayuda, al menos en las versiones de carrocería estrecha, y una buena memoria muscular resulta útil, aunque sea para accionar los distintos botones sin nombre del salpicadero. Pero, por encima de todo, necesitas llevar un calzado adecuado. Preferiblemente unas botas de carreras. Parecerás un poco estúpido cuando pares en un pueblo a tomar un café, pero te permitirán pisar cada uno de los tres pedales de forma independiente.
Esta mañana, antes de salir de casa, miré de reojo mis botas Sparco de suela estrecha, pero al final opté por algo más convencional. Así que, cuando llego a un cruce, y piso el freno y el embrague, mi pie izquierdo se atasca debajo del derecho, y acabo blasfemando por no haber elegido bien mi calzado. Enseguida vuelvo a ajustar los pies, freno de nuevo, y esta vez aprieto también el acelerador, con el consiguiente subidón de vueltas. Finalmente consigo detenerme, tras volver a colocar bien los pies. La situación se repite varias veces durante las siguientes horas, pero esto no ensombrece algo que sabemos desde hace años: los Caterham Seven son geniales.
Lógicamente, podríamos considerar un punto negativo la mezcla de pánico e improperios que afloran cada vez que toca frenar, pero entendemos que la mayoría de propietarios llevarán una