BMW X5 M COMPETITION
Si ponerle un motor 4.4 biturbo de 600 CV a un BMW X5 M te parece poco, no hay problema: los de Bayerische Motoren Werke han creado otra versión, apellidada Competition, con 625 CV.
LO MEJOR es que te lo explique con un ejemplo. Carretera secundaria, de esas bien asfaltadas. Es bastante ancha, con curvas de amplio radio. Salgo en tercera de una curva. Ante mí, una pequeña recta de unos
300 metros. Acelero a fondo cuando estoy un poco en apoyo. El V8 biturbo de 4.4 litros está igual de tenso que un piloto de Fórmula 1 justo antes de que el semáforo se ponga en verde, deseando que le dejen dar rienda suelta a todo su potencial. En cuanto hundo el pedal del acelerador hasta la moqueta, toda esa tensión se libera en forma de una respuesta tan contundente que hasta resulta violenta.
El sistema de tracción total, que siempre envía más par al eje trasero para favorecer la agilidad, no me sorprende en forma de derrapada, pero sí noto cómo se esmera para asegurar que todos y cada uno de sus 750 Nm de par se puedan transmitir como es debido al asfalto. Al mismo tiempo, la dirección me permite guiar a este BMW X5 M Competition con precisión hasta la salida de la curva.
Pulso la leva derecha e introduzco la cuarta velocidad. El leve tirón que me propina la caja de cambios hace que mi cabeza golpee el reposacabezas. Y, para cuando mi cuello la lleva hasta la posición original, veo que el guardarraíl de la siguiente curva viene a por mí. Suelto el pedal del acelerador, piso el freno y, entonces, veo dónde están los problemas de tener un X5 M de 625 CV y, sobre todo, de 2.385 kilos.
Siempre tienes que adelantar un poco la frenada por dos cosas: primero, para que te dé tiempo a frenar. Y, segundo, porque a poco que entres colado en la curva, eso hará que recaiga demasiado peso sobre el eje delantero. Entonces, verás que el X5 M Competition es un gran coche, pero que no hace milagros, así que se volverá más o menos subvirador en función de lo que te hayas pasado.
La verdad es que, al final, jugar con las inercias, aceleraciones y frenadas tiene su punto de diversión. Pero también es cierto que, cuando te das cuenta de que con un BMW M135i con la mitad de potencia puedes rodar incluso más rápido por este tipo de vías reviradas, la cosa no deja de ser un poco frustrante.
Pero bueno, supongo que quien se compra un coche de este tipo antepone otro tipo de cosas antes que la conducción deportiva por una carretera de curvas. Por ejemplo, llevar un SUV de imponente aspecto deportivo y con un precio de 164.600 euros es, sin duda, un claro ejemplo de distanciamiento social, y no por la pandemia.
Eso mismo es lo que también puede explicar que alguien no tenga bastante con el X5 M ‘normal’ y sus 600 CV. No va a ser tanto una cuestión de prestaciones, sino de tener lo más de lo más. Porque, aparte de esos 25 CV extra, llantas de 22” en el eje trasero en vez de 21”, y una factura 16.900 euros más elevada, el Competition añade algunos detalles en negro brillante, como las salidas de escape, los retrovisores o la calandra delantera.
En otro orden de cosas, en favor del X5 M Competition hay que decir que no hay forma de tener otro
BMW más deportivo y con tanto
Lespacio interior. Y si hablamos de calidad, también estamos ante uno de los modelos de referencia de la marca bávara.
Independientemente de todo esto, hay que reconocer que, mientras no conduzcas con el cuchillo entre los dientes por una carretera de curvas, este X5 M Competition es muy rápido, y no sólo por su motor. El cambio automático de convertidor de par y ocho marchas tiene tres modos de funcionamiento, por lo que puede ser tan suave y cómodo como en un X5 30d o tan rápido y rabioso como en un M4.
Por su parte, la suspensión adaptativa cuenta con barras estabilizadoras activas; un conjunto tecnológico que asegura un resultado impensable en un coche de ese peso.
Con todo, el hábitat preferido del X5 son las carreteras rápidas, ya sean autopistas o vías secundarias anchas, de buen asfalto y curvas largas que obliguen a girar poco el volante.