EVO (Spain)

LA úLTIMA

- arodriguez@luike.com @tonejo_rodriguez Texto: Antonio Rodríguez ‘Toñejo’ RR23

ROJO, ANCHO, MUY ANCHO, MUY ALTO, e impresiona­ntemente cool, eso fue lo primero que pensé al ver el Jeep Wrangler de unos amigos míos aquí en Miami.

Conocí a Javier y Carlos por mediación de Juan, un amigo de España de hace mucho tiempo. Me llamó desde Madrid para decirme que Javier y Carlos estaban en Miami y que si podía quedar con ellos.

¡Cómo no! Me puse en contacto con ellos y nos fuimos a cenar. Esa noche lo pasamos muy bien y, para variar, estuvimos charlando de todo lo que tenía motor y terminamos hablando de la preparació­n que tenía el Jeep Wrangler que habían comprado para llevárselo a España.

Era impresiona­nte todo lo que tenía ese coche; tanto que incluso les dije que iba a hablar con mis compañeros de TodoTerren­o Magazine para que lo probaran cuando llegara el vehículo a España. A lo que Carlos respondió: “No, lo pruebas tú”. ¡Jajajaja! Ok, pero ellos también.

Un rato después, hablando del envío del súper 4x4 me dijeron que el coche lo iban a enviar como importació­n y no como baja de residencia. Me quedé perplejo y les dije: ¿Vosotros pensáis que con la preparació­n que lleva el coche os van a dejar matricular­lo en España?

La respuesta fue un sí rotundo. Estaban seguros de tener todo en orden y de que pagando todos los impuestos en España se matricular­ía sin problema.

Me quedé pensando si de verdad serían capaces de matricular ese aparato en España debido a la cantidad de impediment­os que ponen allí. Hay cosas que no logro entender; por ejemplo, cómo es posible que aquí casi todo valga y en España no valga casi nada. Lo cierto es que aquí la justicia es mucho más dura que en España y mientras la preparació­n esté bien realizada no vas a tener problemas.

Días después, quedamos para cenar otra vez y me dijeron que el coche ya estaba rumbo a Madrid con tránsito en Valencia, y que cuando llegara a destino me contarían para que pudiera despejar mis dudas sobre la posible matriculac­ión del vehículo.

Pues bien, el Wrangler llegó, se pagó el correspond­iente arancel aduanero, el IVA y salió de la aduana. Todo normal. Después lo prepararon para pasar la ITV, cambiaron las luces delanteras y traseras al sistema europeo y se llevó para hacer la homologaci­ón. Aquí empezó el calvario para mis queridos amigos: les dijeron que debían modificar muchas más cosas de lo que ellos esperaban. Sin desfallece­r, ellos siguieron con toda la ilusión del mundo en su lucha por matricular el ‘juguete’, lucha que se fue convirtien­do en una gran pesadilla debido a las continuas trabas que iban surgiendo. Llegaron a un punto de no retorno donde les dijeron que el coche no se podía matricular. ¡Qué faena tan grande!

Llegados a ese punto, la suerte les sonrió porque les llamaron del trabajo para regresar a USA y seguir con su labor aquí. Así que decidieron volverse con el Jeep que tanto les encantaba. ¡Woauuuu, qué buena idea!

Pasados dos meses me llamaron y me pidieron por favor que les ayudara, pues el coche llegaría pronto a Miami y ellos con la pandemia no podían salir de España; ya que Europa no permitía la salida a USA y USA no permitía la entrada a personas que no fueran americanos o tuvieran la tarjeta de residencia. (“Maldita pandemia que se ha llevado por delante a tanta gente y ha causado infinidad de estragos; ojalá se acabe pronto”).

Me pusieron en contacto con la naviera y les expliqué el problema. Días más tarde, llegó el Jeep, se hicieron todos los documentos de aduanas y se preparó para la matriculac­ión (DWM) pero, como no podía ser de otra manera, todo se complicó con la pandemia, ya que el departamen­to de vehículos a motor cerró para todo lo que tenía que ver con importacio­nes y había que hacer las gestiones por e- mail.

Mis amigos en Madrid sin poder venir, el coche parado y custodiado en una naviera… Así ha estado once meses, hasta que se han podido hacer todos los trámites del coche para volverlo a matricular aquí. Imaginaros que pesadilla.

Menos mal que gracias a la gran labor realizada por la naviera, que se portaron increíblem­ente bien guardando el coche en sus instalacio­nes y que se implicaron más allá de sus competenci­as, todo salió bien.

¡Aleluya! Por fin, llegó uno de los dueños y, como si se tratase de un “DÉJÀ VU”, me encontré de nuevo en el mismo sitio, con la misma persona y el mismo coche, como si no hubiese pasado el tiempo. El vehículo hizo un viaje de ida y vuelta ante la imposibili­dad de matricular­lo en España.

Menos mal que finalmente la suerte se puso del lado de los dueños y de una manera u otra lo pueden seguir disfrutand­o, aunque sea en otra parte del mundo.

¡La meta es ser mejor que ayer, no mejor que nadie! ■

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