SKODA OCTAVIA RS
La familia RS llega a la gama Octavia. Hay una versión diésel y otra híbrida enchufable, pero la buena, la que de verdad te deberías comprar si quieres el Octavia más deportivo, es la de esta prueba.
CUANDO LA GENTE se entera de cuál es mi trabajo, es muy habitual que me pregunten qué coche tengo. “¿Un Porsche? Un Mercedes? Sea el que sea, será el coche ideal”, suponen. Sin embargo, cuando les digo los que tengo, se sorprenden mucho. Bueno, de primeras, lo del Renault Clio Sport para correr en rallyes sí les cuadra. Cuando les explico en qué consiste exactamente mi trabajo, en la cantidad de kilómetros que hago con cada coche, en que hay semanas que tengo cuatro modelos diferentes de pruebas, que me subo en todo tipo de vehículos y que, de mis coches, el que más kilómetros hace al cabo del año es el Clio en los rallyes, ya lo comprenden todo.
Pero, si no me dedicase a lo que me dedico y utilizase el mismo coche a diario, los inquilinos de mi garaje cambiarían notablemente. Y, sin duda, el Octavia RS estaría en mi lista de finalistas. Por supuesto sería Combi, con sus 640 litros de maletero (con los asientos traseros abatidos, ¡casi podría dormir ahí completamente estirado!), aunque este Octavia RS también se vende con carrocería berlina-coupé y 600 litros de maletero por 700 euros menos. Como vivo en un pueblo de 5.000 habitantes perdido de la mano de Dios y hago más kilómetros que el Falcon con Pedro Sánchez, es muy probable que mi opción acabase siendo el Octavia RS TDI de 200 CV. ¿Y el iV híbrido enchufable de 245 CV? ¡Jajajaja! No, gracias. Ya tengo una lavadora en casa y no necesito más.
Llegados a este punto, habría dejado de mirar el configurador de Skoda para no recordar que hay una versión equipada con el motor 2.0 TSI de 245 CV que tenemos en esta prueba y que, por cierto, es el más barato de todos. Así evitaría que ese maldito diablillo que se posa varias veces al día sobre mi hombro derecho me dijese:
De los tres motores que hay, no hay duda: el 2.0 TSI es el más RS de todos
“¡El gasolina, compra el gasolina, que la vamos a liar parda! ¡Que tiene
245 CV! ¡Que anda como un demonio! ¡Vamos, como yo! ¡Y lleva el diferencial bueno, no sólo el triste remiendo ese del XDS+ que lleva el TDI! No le hagas caso a Mery (mi pareja), que la perra no se marea cuando vas deprisa. Es sólo una excusa para que aflojes. El diésel déjalo para la caldera, que nos hará falta en invierno. ¡Gasolina, Miguelín, gasolinaaaa!”
Lo bueno del día de hoy es que me da igual el consumo. Además, voy solo, así que la perra no se va marear... De forma que el TSI 245 y yo nos vamos a dar un garbeo.
Estéticamente, el Octavia RS tiene lo justo para diferenciarse de sus hermanos de gama sin caer en macarrismos ni horteradas: los paragolpes deportivos, los detalles en negro brillante y las exclusivas llantas de 18” (las de 19” de esta prueba cuestan desde 675 euros). En el interior pasa algo parecido.
Hay unos estupendos asientos delanteros deportivos, unos pedales de aluminio, un rechoncho volante achatado y una instrumentación digital configurable (eso que el
Grupo VW llama Virtual Cockpit) que añade una pantalla más deportiva que la del resto de la gama.
Lo pongo en marcha. Y, entonces, empieza lo que más me repatea de los coches modernos. Antes, arrancabas y conducías. Ahora... Veamos. Primero, buceo en la dichosa pantallita central hasta desconectar el Stop&Start, me meto en el ordenador para quitar el control de cambio de carril. Después, pulso el botón de los modos de conducción y me voy al Individual. Todo en Sport, menos la suspensión, que tiene 15 grados de dureza. ¡Qué locura! No sé cuál elegir. Empezaré por el más blandito para ir probando.
Aún no hemos acabado. Aquí, el Octavia RS sólo se vende con