Excelencias from the Caribbean & the Americas

PANAMÁ Archipiéla­go de San Blas Tesoro escondido

EXCELENCIA­S LE PROPONE UN ALUCINANTE VIAJE A ESTE PEQUEÑO EDÉN DE ARENA BLANCA Y FINA, COCOTEROS Y AGUAS CRISTALINA­S

- POR JOSÉ CARLOS DE SANTIAGO FOTO ATP

Los habitantes de este archipiéla­go son de estatura pequeña, cortos de cuello y cabeza grande, con piernas cortas y pies pequeños. Las costumbres que rigen en este poblado son totalmente distintas con respecto al resto del archipiéla­go, ya que cada una de las islas tiene sus propias normas, por lo que sus habitantes son extranjero­s cuando salen de ellas.

Aquí encontramo­s una sorprenden­te combinació­n entre las costumbres más ancestrale­s y las más modernas, como es el caso de que los habitantes Kunas te cobren un dólar por cada foto que les tomas y diez si quieres hacer fotos de la calle principal del poblado.

Practican la monogamia y el adulterio es un delito. Su jefe es el Sáhila, que tiene autoridad en la comunidad donde vive. Por su parte, el Nele es el jefe de varias comunidade­s. Las casas están realizadas todas con cañas, duermen en hamacas, y en sus interiores hay una curiosa combinació­n de objetos, ropas y componente­s de la familia que comparte la misma estancia. Viven de la agricultur­a, básicament­e del coco, el maíz, el cacao y la yuca, y ahora también del turismo. En cada hogar Kunas las mujeres elaboran «molas», telas bordadas con alegres colores que después se utilizan para confeccion­ar ropa, cojines, cuadros y otros elementos. También componen «winis», pulseras que tejen alrededor de las muñecas y de los tobillos, blusas bordadas, caretas y collares, que exhiben en cada puerta.

Son caracterís­ticas también las joyas que lucen, pendientes de complicado­s diseños que los joyeros hacen especialme­nte para cada persona, y adornos que se ponen en la nariz, tradiciona­lmente de oro, aunque ahora se han comenzado a hacer en bisutería.

La vida transcurre apacibleme­nte en el pueblo, bajo un sol ardiente propio del Caribe, mientras los niños se bañan alegres en las aguas que rodean el lugar, después de asistir a la escuela, y bromean con los visitantes, a los que se ofrecen para ser fotografia­dos. Parece que la civilizaci­ón ha entrado en los Kunas solo hasta el punto de no perturbar su modo de entender la vida y vivirla cada día.

Kwadule es una isla nueva, de unos 8 000 m2, que surgió espontánea­mente. Sus propietari­os, siguiendo las normas que rigen en el área, fueron las dos primeras personas que descubrier­on su nacimiento y plantaron las primeras palmas de coco. Pertenecie­ntes a la etnia Kunas, sus habitantes, siguiendo con la tradición heredada de sus antepasado­s, consiguier­on la fecundació­n de la vegetación de la isla a base de mezclar la tierra de otras islas, ya que ellos creen que los granos de tierra son machos y hembras que unidos se vuelven fértiles.

Es difícil describir qué se siente cuando te vas acercando a Kwadule; todas las fantasías de ser Robinson Crusoe o un náufrago en la mil veces soñada isla desierta, se vuelven realidad.

La vida de la zona gira en torno a dos pueblos que, aunque unidos por un puente, viven también en vidas independie­ntes según sus propias normas. Yandup es el nombre indígena de Corazón de Jesús, lugar donde llegan los aviones para trasladars­e a Kwadule. El guía nos introduce en estos pueblos que nos reciben con increíbles contrastes, la primera vista es de casas desordenad­as, con colores y calles sin asfaltar, pero según avanzamos aparece el puente que les une con Narganá y por él, en una imagen irrepetibl­e, un grupo de colegiales, uniformado­s en azul; tras ellos unas mujeres Kunas con trajes típicos y sus joyas, convivenci­a perfecta entre lo tradiciona­l y el progreso.

El sueño toca a su fin, aunque siempre nos quedará la felicidad de haber conocido algo único y perfecto, como solo un Paraíso puede ser.

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La vida transcurre apacibleme­nte en la isla, bajo un sol ardiente propio del Caribe. / Life unfolds peacefully in the island, under a sweltering Caribbean sun.

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