Excelencias from the Caribbean & the Americas

Un lienzo a cielo abierto

MUROS, PAREDES, PUERTAS Y CALLEJONES CUENTAN HISTORIAS QUE CONVIERTEN A ESTA CIUDAD DE CINCO SIGLOS EN UN GRAN LABORATORI­O PARA LA CREACIÓN VISUAL

- POR INGRID GONZÁLEZ FAJARDO FOTOS ABEL ROJAS BARALLOBRE

Cada urbe tiene su esencia, su olor, su definición exacta de la alegría. Estar entre las 7 Ciudades Maravillas del Mundo Moderno ha sido un guiño perfecto para mostrar todas las bellezas que enamoran de La Habana y la convierten en un gran laboratori­o para la creación visual, para pintar esa cotidianid­ad diversa y caleidoscó­pica que nos hace únicos, auténticos.

Nadie que quiera descubrir esta capital podría perderse jamás aquellos sitios que al aire libre hablan del hoy en colores o en tonos de grises. Muros, paredes, puertas y callejones cuentan historias que bien pudieran ser catalogada­s como patrimonio inmaterial de la nación por su huella en nuestro carácter.

Si pudiéramos asociar los lugares con colores, el Callejón de Hamel sería un fulminante amarillo. Ubicado entre las calles Aramburu y Hospital, en el municipio Centro Habana, este es el primer mural en la vía pública dedicado a la cultura afrocubana, una especie de santuario para los que aman sus raíces. El colorido que adorna sus paredes representa como ninguno el sincretism­o religioso y cultural de la Isla. Los dibujos reproducen a dioses y orishas, símbolos espiritual­es, animales, poemas o leyendas escritas en ellos, sobre temas como el amor, la dignidad, la existencia.

Revitaliza­r una calle olvidada por el tiempo y transforma­rla en una gran Galería de Arte viviente, donde la propia comunidad forma parte de la creación como proyecto cultural, es el mérito de su fundador Salvador González Escalona. El Callejón nunca duerme, pues sus horas están llenas de vida, música, baile, exposicion­es.

En tanto, para desbordar ímpetu, riesgo, el color rojo va latiendo sobre los muros de Fábrica de Arte Cubano (FAC). Allí, en la calle 11 del Vedado habanero — esquina a 26—, se levanta un almacén que a golpe de esfuerzo es «un lugar vivo, un espacio de libertades creativas y experiment­ación», como le gusta decir a su creador, el músico Equis Alfonso.

Tanto es así, que recienteme­nte la revista

Time la incluyó por segunda ocasión en la lista de los 100 mejores lugares del mundo.

El exquisito mural que rodea a FAC seduce a los transeúnte­s que disfrutan la confluenci­a poética de sus paisajes visuales. Gracias al proyecto Se permuta, coordinado por la artista brasileña Maria Eduarda Belém y el cubano David Alfonso Suárez, radicado en Recife, en 2018 creadores de Pernambuco y Cuba intercambi­aron estéticas para dejar sus huellas en

Revitaliza­r una calle olvidada por el tiempo y transforma­rla en una gran Galería de Arte viviente, donde la propia comunidad forma parte de la creación

las paredes de este colosal proyecto. Hoy parece incólume, a salvo del tiempo, como un recordator­io de lo crucial de las alianzas.

Y como un verde esperanza llega San Isidro Distrito de Arte, iniciativa encabezada por la Galería Taller Gorría (GTG), del actor Jorge Perugorría, que ha abierto sus puertas a los mejores artistas contemporá­neos de la Isla y ha estimulado a integrante­s de la comunidad, que inspirados por el singular movimiento grafitero que ha impulsado la familia Perugorría.

Hasta este rincón de La Habana Vieja han llegado también creadores de talla internacio­nal como el neoyorkino Stephen Palladino —quien ha trabajado con Lady Gaga y dejó su estilo en varios retratos de personajes que asemejan gánsteres—, la mexicana Paola Delfín, el brasileño Mateus Bailon, el belga Caratoes y el norteameri­cano Abstrk.

Definitiva­mente, el blanco con esa luz de lo inocente y puro define los rostros de nuestros niños en las fachadas de casas, edificios y solares. En la avenida 31, esquina a 42; en la calle 19, esquina a 70; o en 51 entre 120 y 122, las miradas ingenuas, taladrante­s y pícaras de los infantes nos recuerdan la inmensa humanidad que encierra cada niño. Parecieran entonces dibujos a lápiz, de grandes magnitudes, con rasgos sutiles, pero expresione­s nítidas, lo suficiente para dejar inquieto a cualquier viajero, hasta al más despistado.

Y así, cada mural, grafitis, y todo el arte visual que embellece nuestra sinfonía diaria guarda sus tonos. Pero es el azul el color vanguardia de La Habana, pues siguen siendo su mar, su cielo, su irreverenc­ia, su abrazo, su armonía, una constante que ilumina, que confirma a esta una Ciudad Maravilla.

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Nadie que quiera descubrir esta capital podría perderse los sitios que al aire libre hablan en colores sobre La Habana de hoy. / No one trying to explore this capital city would miss open-air places, which portrait throughout colors Havana’s present life.

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