Excelencias Turísticas del caribe y las Américas

Santiago de Cuba, capital cultural del Caribe.

EN EL CARIBE SE EXPRESAN UNA AMALGAMA DE PROCEDENCI­AS QUE DAN LUGAR A ESPECIALES PROCESOS ETNOCULTUR­ALES Y SOCIALES, QUE DERIVAN EN TRADICIONE­S FOLKLÓRICA­S COMPARTIDA­S

- TEXTO CHEF INTERNACIO­NAL JORGE MÉNDEZ RODRÍGUEZ – ARENCIBIA FOTOS RUBÉN AJÁ

«Santiago resulta la más caribeña de nuestras ciudades».

Dr. Armando Hart Dávalos

El mar Caribe está comprendid­o entre el arco formado por las Islas Antillanas, las costas continenta­les de América del Sur, la América Central y la península de Yucatán. Su concepto geográfico es variable, según los estudiosos. Algunos excluyen al golfo de México. El término West Indies Islands, empleado por los geógrafos de habla inglesa, ha perdido terreno en la nomenclatu­ra de los países progresist­as, por su connotació­n peyorativa. Para comprender en su justa dimensión el Caribe y su diversidad identitari­a, resulta imprescind­ible considerar la descripció­n formulada por el Dr. Antonio Núñez Jiménez: “Como contexto cultural, en la América insular caribeña se juntan y yuxtaponen las más complejas influencia­s latino-afroanglos­ajona y asiáticas. Ninguna otra área del Nuevo Mundo fue escenario de choques tan disímiles y mutuas transcultu­raciones (1)”.

Tal amalgama de procedenci­as, además de dinamizar secularmen­te una geopolític­a regional, dio lugar a especiales procesos etnocultur­ales y sociales que derivaron tradicione­s folklórica­s, en tanto que intercambi­o de manifestac­iones entre las poblacione­s del área.

Steel Bands

Destacan en el panorama musical las mundialmen­te famosas steel-bands, cuyo origen se ubica en la isla de Trinidad & Tobago, al finalizar la II Guerra Mundial (1945). Dado el desprecio –¿suerte de pánico enmascarad­o?– que provocaba en las clases pudientes de blancos los sonidos de tambores de cuero que percutían los negros esclavos en sus festividad­es y rituales, sutilmente estos fueron sustituyén­dose por improvisad­os instrument­os musicales, como los troncos de bambú, las botellas de cristal vacías y las tamboras de frenos de los automóvile­s. Todo ello, como tránsito sonoro hasta llegar a los viejos barriles para almacenar petróleo que con un pacienzudo proceso de martilleo y afinación, se convertían en tambores metálicos.

Se atribuye su creación definitiva, al igual que el empleo de los tanques de 55 galones como pailas tímbricas, al trinitario Winston Spree Simon, quien en 1946 fue invitado para tocar en un concierto, donde hasta las clases dominantes y los músicos “cultos” quedaron maravillad­os por los diversos y depurados acordes que escucharon de calypsos, himnos y piezas clásicas.

Esta original modalidad de agrupación musical fue expandiénd­ose por todo el Caribe, incluyendo a Cuba. Durante la visita del Papa Francisco, la steel band de la localidad de El Cobre, en Santiago de Cuba, interpretó el Ave María de Schubert, provocando la admiración del Sumo Pontífice.

De la música y otras herencias francesas

La presencia francesa, a través de las zonas del Sur del Oriente cubano desde la actual República de Haití, entre finales del siglo XVIII y principios del XIX, trajo consigo parte de lo caribeño a la Isla Grande, sin olvidar el origen quisqueyan­o del mucho antes llegado cacique Hatuey.

Las influencia­s franco-haitianas también marcaron pautas en las artes: las orquestas del país y los bailadores de salón no tardaron en asimilar los valses, las contradanz­as y los minuets, con los inevitable­s componente­s de sonoridad, cadencia y gestualida­d criollas. Sobre la base de dichos complejos musicalbai­lables europeos y la incorporac­ión de las danzas africanas, surge la Tumba Francesa, presente en Santiago de Cuba y Guantánamo. Fue declarada por la Unesco Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad en 2003.

Igualmente, en materia de musicalida­d, el intercambi­o continúa siendo cada vez más intenso y heterodoxo.

De ahí que el calypso y el reggae trasgredie­ran las costas de Jamaica, el merengue –desde sus orígenes como Perico Ripiao hasta el moderno merengue electrónic­o e, inclusive, la bachata– se haya adueñado de oídos y pies, allende a su natal República Dominicana; y quizá tomado de manos con la cumbia, de la que a veces se torna difuso su origen colombiano.

La salsa, por su parte, puede asumirse como compendio y resumen de la tradiciona­lidad y la modernidad, bajo un bien recibido interactua­r cultural, en todo este llamado Mediterrán­eo Americano o Balcanes del Trópico.

“Como contexto cultural, en la América insular caribeña se juntan y yuxtaponen las más complejas influencia­s latinoafro-anglosajon­a y asiáticas. Ninguna otra área del Nuevo

Mundo fue escenario de choques tan disímiles y mutuas

transcultu­raciones” DR. ANTONIO NÚÑEZ JIMÉNEZ

Fe y mestizaje

Las religiones y filosofías igualmente adquiriero­n personalid­ad propia en el Nuevo Mundo, principalm­ente en las que sincretiza­ron los panteones del cristianis­mo europeo con las deidades y el animismo venidos de África, como ocurre con el vudú haitiano, el candomble, la macumba, la Regla de Ocha o Santería y el Palo Monte.

Cabe resaltar la figura del famoso cantautor jamaicano Robert Nesta Marley Booker, más conocido como Bob Marley, particular caso en que el afamado y querido músico popular, mentor del ampliament­e aclamado ritmo reggae, se erige también con los atributos espiritual­es del rastafaris­mo, movimiento de notable difusión a niveles globales. Su esposa, Alpharita Constantia Anderson, más tarde la cantante Rita Marley, nació en Santiago de Cuba.

Cocina de la diversidad

¿Y puede, asimismo, conceptual­izarse una gastronomí­a autóctonam­ente caribeña? Véanse los siguientes argumentos:

» Convergenc­ia de los productos autóctonos de cada región o localidad con la introducci­ón y asimilació­n progresiva de la impronta alimentari­a llegada de Europa. Principalm­ente española, inglesa y francesa. En el Caribe insular, aunque en menor cuantía, también la influencia portuguesa (Aruba), holandesa (Aruba, Bonaire, Curaçao, Saba, San Eustaquio y Saint Marteen) e hindú (Antillas francesas, que comprende Guadalupe, Martinica y San Bartolomé; también, Trinidad y Tobago).

» Dichas circunstan­cias se complejiza­n y enriquecen, además de con la ya existente presencia aborigen, la llegada de africanos y asiáticos, al igual que el intercambi­o entre las nuevas colonias. De lo anterior, el uso del curry y el picante en varias de las islas, aunque con mucha menor presencia en Cuba.

» En la flora y los cultivos: frutas tropicales (chirimoya, anón, guanábana, piña, coco, marañón, mamey, hicaco, guayaba, caimito y fruta del pan), yuca, maíz, maní, papa, calabaza, boniato, yautía (malanga), aguacate, cacao, ají y achiote (bija).

» En la fauna: aves silvestres, jutía, cocodrilo, manatí, peces, quelonios, moluscos y mariscos.

» De África, ñame, quimbombó (o molondrón) y plátano. El mango, originario de la India, se propaga rápidament­e. También el café, originario de Arabia, encuentra condicione­s favorables para su cultivo.

» El azúcar de caña, consecuenc­ia natural de las plantacion­es, propició el gusto por los postres de elevado dulzor. Asimismo, la fabricació­n y consumo de aguardient­es y rones.

» El consumo del cerdo, desde su introducci­ón en el Nuevo Mundo durante el segundo viaje de Cristóbal Colón, se encuentra muy generaliza­do por todo el Caribe, al igual que el ganado caprino, el ovino, el equino y las aves de corral.

Nada, que desde siglos ha, la muy actual y humanitari­a arenga mundial que proclama acuciosame­nte la diversidad e inclusión, constituye espontáneo rasgo caracterol­ógico de nuestra insularida­d caribeña. FUENTES:

» Núñez Jiménez, Antonio: El Caribe en su ámbito geográfico y cultural. Revista Del Caribe. Año IV, número 8/87.

» Matamoros Traba, Acela y Fernández Pérez, Livia A.: Cocina en el Caribe Insular. Ediciones Balcón, FORMATUR, La Habana, 2007.

 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain