Excelencias Turísticas del caribe y las Américas
Una ciudad con sabores propios.
INEVITABLEMENTE MARCADA POR SU CARÁCTER COSMOPOLITA Y CONSIGUIENTE CONVERGENCIA DE PLURALIDADES, LA CAPITAL CUBANA SE PRESENTA ANTE EL VISITANTE COMO UN EXCEPCIONAL MOSAICO DE CULTURAS, SECULARMENTE ESTRATIFICADAS
En ninguno de los aspectos de cotidianeidad existencial de esta ciudad se enmascaran las influencias foráneas que durante más de medio milenio han venido conformando una identidad tan extrovertida como ecléctica; por el contrario: cada componente se posiciona en su justo espacio para que lo iberoamericano se muestre con la legitimidad que lo europeo, lo africano y lo asiático le aportaron, enriquecido todo por una digna pertenencia al contexto caribeño. De este modo, la conjugación de autoctonía, costumbrismo y gustos que a todos puedan agradar, den lugar a un curioso resultado.
Lo indeleble de la historia
Sentir lo mismo que los grandes, aun cuando no sea exactamente posible igualarlos, no deja de ser una tentadora oportunidad de vivir experiencias. Así le ocurre al visitante cuando decide andar por La Habana Vieja, sitio histórico urbano declarado por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad, en 1982, y realizar el mismo recorrido que durante más de 20 años hiciera el insigne periodista y escritor Ernest Hemingway.
Con toda justeza, el bar-restaurante El Floridita, ubicado en las intersecciones de las calles Monserrate y Obispo, ostenta la denominación de Cuna del Daiquirí, debiendo su merecida fama a la maestría con que durante casi una
“Donde fueres, haz lo que vieres”. (Del refranero popular latino, de probable origen romano)
centuria, notables profesionales de la cantina criolla preparan este emblemático cóctel, ya reconocido como el trago más representativo de la Isla Grande. Y fue en este mágico sitio, precisamente, que alcanzó sus primeros 200 años de existencia, donde se concibiera una receta especial para Hemingway, el Papa, con doble porción de ron, zumo de toronja, licor Marrasquino y sin azúcar.
Algunas calles más abajo, en Empedrado No. 207 entre Cuba y San Ignacio, se encuentra una suerte de Catedral de la cocina cubana tradicional, la Bodeguita del Medio, afamada también por la calidad de su Mojito, otro de los pilares de la coctelería nacional y cuyo menú se precia de sus «apenas» 75 años de ser ofrecido. Su ambientación responde a un estilo único, destacándose por la profusión de fotografías, objetos curiosos y graffittis (encontrándose aquí una de las mayores colecciones del mundo) de cuantos deseen dejar constancia escrita de su paso por este santuario de legítima cubanía.
El autor de Por quién doblan las campanas, Fiesta, Adiós a las armas e Islas en el Golfo concedería un elocuente autógrafo, en 1954: «My Mojito in la Bodeguita, My Daiquirí in El Floridita».
Mención especial merece el Sloppy Joe´s, uno de los bares más famosos del mundo, fundado en 1918. Sito desde entonces en la calle Zulueta No. 252, entre Ánimas y Virtudes, también en La Habana Vieja, identificado como usual refugio de turistas y estrellas del cine hollywodense, en plena coincidencia con la Ley Seca norteamericana. Entre sus atracciones que han sido conservadas y restauradas a su esplendor original, cuenta con un gran mostrador (barra) de 18 m de largo, considerado en su época el mayor de Cuba y uno de los más extensos en América. Fue locación para el rodaje, en 1959, del filme Nuestro hombre en La
Habana, protagonizada por Alec Guinness y basada en la novela homónima del escritor británico Graham Greene, cliente asiduo de este renombrado establecimiento.
Trasladándose hacia las zonas más contemporáneas de La Habana, en calle 72 entre 41 y 45, Marianao, se ubica el célebre cabaré Tropicana, un verdadero paraíso bajo las estrellas, donde la cubanía se presenta con los universales códigos de la música y la danza, conjugados a través de monumentales espectáculos de variedades. Conociendo la
La conjugación de autoctonía, costumbrismo y gustos que a todos puedan agradar, dan lugar a un curioso resultado en la gastronomía cubana