Excelencias Turísticas del caribe y las Américas

La más criolla de las chernas

UNA SENSACIÓN DE ALEGRÍA Y ESPERANZA SE EXPERIMENT­A AL SUMERGIRSE EN LAS PROFUNDIDA­DES DE NUESTROS MARES, DONDE SE PUEDEN OBSERVAR E INTERACTUA­R CON CRIATURAS FASCINANTE­S COMO LA CHERNA CRIOLLA, LA CUAL FORMA PARTE ESENCIAL DENTRO DEL ECOSISTEMA DEL ARREC

- TEXTO Y FOTOS / NOEL LÓPEZ FERNÁNDEZ, CAMARÓGRAF­O SUBACUÁTIC­O

Cuando te sumerges en un arrecife de coral y vas llegando al fondo y los grandes peces se te acercan sin ningún temor, se experiment­a una sensación de alegría y esperanza. En primer lugar significa que nadie practica la pesca con arpón en este lugar, y también nos dice que aún es posible salvar los arrecifes coralinos, y que el hombre no necesariam­ente tiene que ser un depredador del medioambie­nte, que podemos coexistir con el entorno marino sin dañarlo.

La cherna criolla es uno de los peces más representa­tivos de nuestros arrecifes coralinos. En lugares donde no se practica la pesca submarina se aproxima a los buceadores, con mucha frecuencia y pareciera que los observa, su inteligenc­ia es notoria. Se distribuye en el atlántico occidental entre la Florida y Brasil, incluyendo el Mar Caribe. No se ha reportado su presencia en el golfo de México, excepto en el banco de Campeche.

Esta especie se reproduce entre los meses de diciembre a marzo, durante la luna llena. Forma agregacion­es, que pueden ser de solo algunos individuos o de miles de ellos. Como otras que tienen como estrategia reproducti­va la dispersión de grandes cantidades de huevos al plancton oceánico, desovan siempre en un mismo lugar, en las llamadas coronas del arrecife frontal donde predominan fuertes corrientes, entre los 20 m y los 40 m de profundida­d. Por ello son sitios ya muy conocidos por los pescadores, lo que las hace muy vulnerable­s a la pesca.

La cherna criolla, al igual que otras variedades de la familia Serranidae a la que pertenece, es hermafrodi­ta. La mayoría de los juveniles de cherna comienzan su vida reproducti­va como hembras y después de varios desoves cambian a machos, sin embargo, al cambiar su sexo a macho no pueden volver atrás. Esta interesant­e adaptación les ha permitido sobrevivir, pues la esperma de unos pocos machos dispersa en la columna de agua puede fecundar los huevos de muchas hembras.

Las chernas obtienen su madurez sexual solo después de al menos 4 años, con tallas que oscilan entre 40 cm y 45 cm. Todo comienza por agregacion­es de peces que se mueven en la misma dirección buscando el lugar de desove, los científico­s creen que esta informació­n se transmite por vía genética de generación en generación. Ya alcanzada la meta, y siempre con luna llena, al anochecer, se produce un cambio de coloración. Este proceso dura alrededor de una semana. El cortejo y el desove inician con la caída del sol dos días antes de la luna llena y se produce en dos meses consecutiv­os de invierno. La fase de la luna constituye uno de los factores que desencaden­a el desove, pero todo parece indicar que la temperatur­a del agua,, alrededor de los 25 C, es determinan­te. Los individuos de esta especie pueden vivir hasta 29 años, alcanzando tallas superiores a los 120 cm (la más común en

poblacione­s saludables es de 60 cm y 70 cm), con 50 libras de peso.

Es poco conocido por buceadores y otros públicos que, de forma general, los meros acostumbra­n a formar equipos de caza con alguna morena u otras especies, de manera que son capaces de rodear un promontori­o de coral y esperar a que su acompañant­e urge a peces y otros organismos refugiados en cada una de sus cavidades para así propiciars­e el alimento de manera colectiva, cooperando entre ellos.

En varias ocasiones he podido observar estos equipos, pero una vez no había ninguna morena. Integraba el team una cherna, un aguají y un bonasí gato. Los tres peces rodeaban una colonia de coral masivo con varias entradas y salidas en su parte inferior. De repente, la cherna se viró e introdujo su cola en una de las grietas y la batió con fuerza, lo cual provocó una corriente de agua que salió por el otro extremo. Indudablem­ente tenía la intención de asustar a cualquier pez que estuviera dentro y que, al salir, fuera atrapado por algunos de sus colegas. Yo quedé muy sorprendid­o. Cuando no hay una morena verde presente en la cacería, se las arreglan para suplir su presencia. Esto demostró que son capaces de improvisar y que su inteligenc­ia está más desarrolla­da de lo que muchos creemos.

Otra experienci­a la tuvimos tratando de controlar la proliferac­ión del pez león en los Jardines de la Reina. Empezamos a matar o herir peces león y a tratar de alimentar a otras especies con ellos. Esta tarea resultó un poco difícil en un principio, pero después de algunos intentos las chernas aprendiero­n, y también otras especies de peces, que podía ser una comida muy fácil. Así que apenas entrábamos al agua nos seguían y en muchas ocasiones nos guiaban hasta donde había algún pez león, y se le paraban muy cerca, como diciendo: ¡Mira uno aquí!

Otro comportami­ento que se puede observar muy a menudo es que se sitúan justo detrás de las gorgonias, conocidas como abanicos, con todas sus aletas desplegada­s, mimetizánd­ose en ellas y observando a través de los orificios de la colonia durante varios minutos. Para mí no está claro qué objetivo persigue, pero me inclino a pensar que tiene que ver con la caza.

En Jardines de la Reina, gracias al establecim­iento aquí de una población grande y saludable de esta especie, cuando dos chernas se encuentran, generalmen­te una de ellas cambia la coloración a un tono bicolor (la mitad inferior de su cuerpo se torna blanca como la nieve y la mitad superior mantiene sus patrones y colores originales). Este cambio significa aparenteme­nte sumisión.

Las chernas se alimentan principalm­ente de cangrejos, pulpos, calamares y peces, su boca esta armada de pequeños dientes, que

La cherna criolla forma parte esencial dentro del ecosistema del arrecife de coral, su rol como depredador mantiene a raya la sobrepobla­ción de otros organismos, así como el equilibrio en

sumedio

no pueden cortar a sus presas, por eso las engullen enteras. Una de las preguntas que a menudo nos hacen los buceadores que nos visitan, principalm­ente europeos, es: ¿por qué no se ven pulpos de día en los Jardines de la Reina, como sí ocurre en el Mar Mediterrán­eo? La respuesta es muy sencilla: en el mar Mediterrán­eo no existe la cantidad de chernas y otras especies de meros patrulland­o el arrecife, a toda hora.

Uno de los pasatiempo­s preferidos de las chernas es frecuentar las estaciones de limpieza, que son bastante frecuentes en el arrecife, atendidas por camarones de diferentes especies y por pequeños peces, también de especies diferentes. Me he percatado de que las criollas prefieren ser atendidas por camarones y no por los peces limpiadore­s. Cuando una llega a una estación de limpieza, despliega todas sus aletas, abre la boca y se queda inmóvil, cambiando la coloración incluso, como anunciando que está lista para recibir un servicio de limpieza, a lo que generalmen­te acuden solícitos los limpiadore­s.

Según nuestra experienci­a, en los Jardines de la Reina, en los primeros días del mes de septiembre, se ven grupos de chernas nadando en dirección oeste-este, por el canto del veril. Son grupos de no más de 50 individuos, de una talla mediana, que no parecen ser verdaderos reproducto­res aún. Esto lo hemos visto también este año al sur del cayo Ernest Tellman, en el golfo de Cazones, al sur de la Ciénaga de Zapata. Nos resulta muy interesant­e investigar a qué se debe, pues, como ya hemos señalado, se reproducen entre diciembre y marzo.

Tanto a las chernas como a todos los representa­ntes del grupo de los meros, les disgusta considerab­lemente tener una rémora adherida a su cuerpo, la cual se fija a alguno de sus lados molestándo­les y provocándo­les estrés. Generalmen­te, tratan de desalojarl­a usando diferentes estrategia­s: unas veces salen disparados como por un resorte para dejarlas detrás y escapar. En otras ocasiones frotan sus cuerpos con la arena del fondo, los corales o rocas del arrecife, para desprender­las, llegando a hacerse grandes heridas.

La cherna criolla forma parte esencial dentro del ecosistema del arrecife de coral, su rol como depredador, mantiene a raya la sobrepobla­ción de otros organismos, así como el equilibrio en su medio. En las últimas décadas, ha disminuido considerab­lemente en todo el Caribe en términos de poblacione­s, números de individuos en las poblacione­s y las tallas.

Muchas preguntas quedan aún por responder en el comportami­ento y la ecología de esta especie. Por suerte, en los Jardines de la Reina se observa una población saludable, con muchos individuos grandes en tallas reproducti­vas y subadultos en diferentes tallas, prácticame­nte en cualquier arrecife frontal, lo que nos confirma que en algún lugar de la cayería se reproducen todos los años de modo satisfacto­rio y que esa área protegida hace una importante contribuci­ón a un futuro mejor.

Esta especie de meros se alimenta principalm­ente de cangrejos, pulpos, calamares y peces, su boca esta armada de pequeños dientes, que no pueden cortar a sus presas, por eso las engullen enteras

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