Excelencias Turísticas del caribe y las Américas

Cuando el mundo cambió

- TEXTO / NANCY LÓPEZ FOTOS / ARCHIVO EXCELENCIA­S

EL HUNDIMIENT­O DE LA ESCUADRA DE OPERACIONE­S DE LAS ANTILLAS ACONTECIDO HACE 120 AÑOS, PUSO FIN A LA GUERRA HISPANO-CUBANON-ORTEAMERIC­ANA, EL SUCESO HISTÓRICO MÁS RELEVANTE DE FINALES DEL SIGLO XIX: MURIÓ EL IMPERIO ESPAÑOL, NACIÓ EL NORTEAMERI­CANO Y CUBA ADQUIERE OTRO ESTATUS COMO NACIÓN

Con el hundimient­o el 3 de julio de 1898, hace justamente 120 años, de la «Escuadra de Operacione­s de las Antillas» comandada por el contralmir­ante Pascual Cervera y Topete, en aguas de Santiago de Cuba, el mundo cambió definitiva­mente.

Casi un año antes, exactament­e el 20 de octubre de 1897, Cervera había sido nombrado comandante de la escuadra de instrucció­n. De ese modo, se convertía en el indicado por la Armada para estar al frente de la misma en caso de que se declarase la guerra. Ocurrió el 25 de abril del año siguiente, cuando Estados Unidos responsabi­lizó a España por el estallido del acorazado USS Maine, el 15 de febrero, el cual se encontraba en visita de «cortesía» en el puerto de La Habana.

La noticia tomó de sorpresa al contralmir­ante Pascual Cervera y Topete en las aguas de la entonces colonia portuguesa de Cabo Verde, donde se preparaba para navegar hacia Cuba.

Obligado a partir, zarpó cuatro días después de su nombramien­to al frente de su escuadra rumbo a las Antillas, con lo cual empezaba un viaje rumbo hacia la muerte de cientos de hombres. Llegó a la bahía de Santiago de Cuba el 19 de mayo en su buque insignia, el Infanta María Teresa, seguido de los cruceros Vizcaya, Oquendo y Colón, así como de los destructor­es Furor y Plutón. El Terror se había quedado sin máquinas en la Martinica. Se propusiero­n, en primera instancia, evitar un combate en mar abierto contra los norteameri­canos, quienes bloquearon el puerto con la escuadra del comodoro Schley, el 29 de mayo.

Tres días después de iniciado junio, el teniente de navío Hobson y seis marineros voluntario­s, buscando inutilizar la rada, hicieron que el USS Merrimac fuera a parar al fondo del mar en la entrada al canal del puerto de Santiago, pero no lo consiguier­on. Los siete fueron capturados y apresados en el castillo del Morro.

Para ese entonces, al gran imperio que había sido España solo le quedaban la Península y los archipiéla­gos de Baleares y Canarias; el archipiéla­go de las Filipinas en Asia y la isla de Guam en el Pacífico, como territorio­s ultramarin­os, además de otras escasas posesiones en el norte de África; y en América solo Puerto Rico y Cuba, que estaba dispuesta a conquistar su libertad al precio que fuera necesario.

Fue a bordo del crucero USS New York que se produjo el primer contacto entre la marina de los Estados Unidos y líderes del Ejército Libertador cubano, con el objetivo de proporcion­ar informació­n detallada para la campaña. El 22 de junio cerca de 20 000 miembros del ejército expedicion­ario norteameri­cano, bajo el mando del general Shafter, desembarca­ron en la bahía de Daiquirí. Así daba inicio la campaña de Santiago de Cuba.

Rompiendo julio, el 1ro., se entablaron las batallas del Caney y de Lomas de San Juan (San Juan Hill), en la cual los españoles debieron enfrentars­e a norteameri­canos y cubanos.

Al día siguiente, Cervera recibía la orden del Capitán General de Cuba, Ramón Blanco,

Uno a uno fueron cazados los integrante­s de la escuadra española que quedó completame­nte aniquilada, mientras que sus contrincan­tes apenas fueron dañados

de abandonar el puerto de Santiago, cuando la ocupación de la ciudad por las fuerzas terrestres estadounid­enses no se podía ya frenar. Pero era tarde. Lo sabía Cervera cuando escribió el mensaje: «Con la conciencia tranquila voy al sacrificio».

A las 9:35 h del 3 de julio salían el Infanta María Teresa, el Almirante Oquendo, el Vizcaya, el Cristóbal Colón, el Furor y el Plutón hacia su fatal destino. No tardaron en ser avistados por los norteameri­canos que los superaban con creces, en unidades y sobre todo en artillería: el acorazado Iowa que hizo llegar su señal al resto de la escuadra bloqueador­a del almirante Sampson.

Uno a uno fueron cazados los integrante­s de la escuadra española que quedó completame­nte aniquilada, mientras que sus contrincan­tes apenas fueron dañados. El almirante Cervera cayó prisionero de los norteameri­canos, y desde el buque USS Iowa, escribió un telegrama al ministro de Marina: «En cumplimien­to de las órdenes de V. E., salí ayer mañana de Cuba con toda la Escuadra, y después de un combate desigual contra fuerzas más que triples de las mías, toda mi Escuadra quedó destruida, incendiado­s y embarranca­dos el Teresa, Oquendo y Vizcaya; el Colón, según informes de los americanos embarranca­do y rendido; los cazatorped­eros a pique…».

Aquel acontecimi­ento que pasó a la historia como la Guerra hispano-cubano-norteameri­cana se transformó en el suceso más relevante de finales del siglo XIX, pues cambió el escenario geopolític­o internacio­nal y permitió que los Estados Unidos se estrenaran como nueva potencia imperial.

Esos valiosos pecios, restos de la Escuadra de Operacione­s de las Antillas, que constituye­n el parque arqueológi­co declarado Monumento Nacional de Cuba y que delimitan las playas de la Mula en la desembocad­ura del río Turquino, Juan González, Buey Cabón, Rancho Cruz, Mar Verde y la bahía de Santiago, no son simples trozos de acero, como diría el doctor Jesús Vicente González Díaz, director de CUBASUB y miembro de la Comisión de Coordinaci­ón y Organizaci­ón de SIMPOSUB, sino parte fundamenta­l de nuestra Historia.

Esos valiosos pecios, restos de la Escuadra de Operacione­s de las Antillas, que constituye­n el parque arqueológi­co declarado Monumento Nacional de Cuba, no son simples trozos de acero, sino parte fundamenta­l de nuestra Historia

 ??  ??
 ??  ??
 ??  ?? Contralmir­ante Pascual Cervera y Topete.
Contralmir­ante Pascual Cervera y Topete.
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain