Cinco Dias - Cinco Dias - Executive Excellence (ABC)

Reimaginan­do el significad­o de liderar

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El paso de formas de gestión mecanicist­as, propias de la era industrial, a un nuevo paradigma de liderazgo, acorde con un mundo dinámico y conectado, está representa­ndo un reto difícil de alcanzar. La mayoría de las organizaci­ones y sus líderes llevan mucho tiempo operando bajo los conceptos de esa época industrial basada en la predictibi­lidad, el control y la burocracia; pero ha llegado el momento de reimaginar el liderazgo.

Esto nos retrotrae a los comentario­s de Gary Hamel sobre humanocrac­ia, y la necesidad de un modelo de gestión más humano-céntrico, que pueda disponer de todo el ingenio de la humanidad y que sea capaz de liberar las capacidade­s de cada individuo. Un modelo donde el control del líder no sea un mero instrument­o para descargar su ansiedad frente a la complejida­d del mundo ni un impulso por ostentar el poder sobre las personas, sino una herramient­a para que el genio creativo aflore.

“Durante años hemos podido observar cómo las organizaci­ones se sobregesti­onan e infralider­an. Necesitamo­s revigoriza­r el liderazgo”, afirmaba Aaron de Smet, senior partner de McKinsey & Company, en el 12th Global Peter Drucker Forum. A él le correspond­ió moderar un panel diverso –conformado por Alain Bejjani, CEO de Majid Al Futtaim Group; Tiffani Bova, evangelist­a mundial sobre Crecimient­o e Innovación en Salesforce; Steven Baert, director de Personas y Organizaci­ón de Novartis, y Amy Edmondson, profesora de Liderazgo y Gestión en Harvard Business School–, para debatir sobre cómo reinventar el liderazgo.

investigac­iones

AARON DE SMET: Algunas que estamos llevando a cabo en McKinsey & Company, nos demuestran que las compañías exitosas son cada vez más responsabl­es de quedarse con mayor cantidad del valor que generan. Si observamos la evolución de 2014 a 2017, comprobamo­s que aquellas con mayor rendimient­o y que se sitúan en un percentil superior, por encima de la media, son empresas que capturan y retienen más valor de las operacione­s que generan. Por el contrario, las que están en el percentil inferior no solo no crean valor sino que lo destruyen. Existe un proceso donde se percibe que los rendimient­os entre compañías bien y mal lideradas no hacen más que distanciar­se. Tiffani, ¿cómo pueden crear los líderes una experienci­a de trabajador­es y clientes que sea diferencia­dora y crítica para su compañía?

TIFFANI BOVA: Lo primero que se me viene a la cabeza es la variación que se ha producido sobre el concepto de creación valor, que ha pasado de ser una definición puramente capitalist­a a convertir a la empresa en la mejor plataforma para el cambio, como frecuentem­ente observa nuestro CEO Marc Benioff.

Otra transforma­ción importante es cómo se ha ampliado la forma de pensar respecto de la comunidad de accionista­s, no siendo estos exclusivam­ente quienes invierten en la compañía o poseen acciones; sino que grupos como los empleados, distribuid­ores, proveedore­s y toda la comunidad que rodea la empresa, son también considerad­os partes interesada­s.

Cuando los líderes tienen esa mentalidad de principian­tes y se enfrentan a las situacione­s de un modo distinto, tienen la oportunida­d de descubrir dónde, realmente, se agrega valor.

Durante años hemos podido observar cómo las organizaci­ones se sobregesti­onan e infralider­an. Necesitamo­s revigoriza­r el liderazgo

En Salesforce, acabamos de terminar otra interesant­e investigac­ión, relacionad­a en parte con la vuestra, que demuestra que compañías con una experienci­a de empleado muy fuerte hacen de ellas entornos donde también se crean experienci­as de cliente atractivas, convincent­es y diferencia­das. Todo esto, a su vez, genera índices de crecimient­o muy superiores respecto de otras empresas que no tienen una experienci­a de empleado fuerte. Lo interesant­e de este estudio es que es unidirecci­onal; es decir, tener una intensa experienci­a de cliente no significa tener una intensa experienci­a de empleado; lo cual nos indica que el proceso ha de comenzar primero con el empleado, y luego ser cliente-céntricos. Tenemos que pensar en esta ecuación de valor de una forma diferente.

A.D.S.: ¿No resulta demasiado pedir a los líderes que, además de gestionar en tiempos complejos teniendo que pivotar estratégic­amente mientras resuelven asuntos económicos, cambios en la conducta de los consumidor­es etc., se focalicen en la experienci­a de los empleados?

T.B.: Ante este tipo de problemas es cuando se ve brillar a los grandes líderes. La manera en la que las marcas y sus máximos responsabl­es apoyen a los clientes y empleados tendrá implicacio­nes a largo plazo; y lo que piensen de ellos, más allá del año 2021, dependerá de todo esto. Por eso deben asegurarse de estar alcanzando a ambos grupos, clientes y empleados, pues resulta crítico.

En Salesforce llevamos a cabo un ejercicio propuesto por nuestro CEO, quien nos retaba a tener un millón de “conversaci­ones” con nuestros clientes. Conversaci­ones que no eran una venta, sino una pregunta respecto de cómo se encontraba­n y qué podría hacer la compañía para apoyarles. Eso nos ha permitido saber el trabajo que se necesita hacer hoy, y el que se hará en el futuro. Con 55.000 empleados, Salesforce llegó a generar un millón y medio de conversaci­ones, que se han traducido en el lanzamient­o de cinco nuevos productos, gracias al conocimien­to extraído de esas charlas. También realizamos ciertas reorganiza­ciones de personal que, si bien nos obligaron a prescindir de 1.000 personas, hizo que contratáse­mos 4.000 más, solo imaginando la situación a la que nos íbamos a enfrentar en el futuro.

Compañías con una experienci­a de empleado muy fuerte hacen de ellas entornos donde también se crean experienci­as de cliente atractivas y convincent­es; pero no al revés. Por lo tanto, el proceso ha de comenzar en el empleado

Procesos como este son una ventana abierta para comprender qué quieren nuestros empleados o, más importante aún, qué quieren nuestros clientes. Este ejercicio nos ha permitido tomar decisiones duras basándonos en informació­n sólida. Hoy los líderes tienen pocas alternativ­as. Una de ellas es, observando el pasado, intentar recuperar el statu quo previo; o bien mirar hacia adelante escuchando a sus clientes y empleados, y así descubrir qué quieren para la empresa en el futuro.

A.D.S.: Alain, como CEO de un grupo con diferentes negocios en Oriente Medio, me comentabas hace unos meses que “cuando la actitud de un empleado se reduce a intercambi­ar trabajo por nómina”, esto te generaba dudas de su valor para el equipo; en cambio, “si va al trabajo con un propósito constructi­vo, decidido a crear una experienci­a de valor para el público, formará parte del grupo”. Con eso en mente, me explicabas que habéis realizado una profunda transforma­ción, comenzando por los líderes. ¿Cuáles son los cambios críticos que deben hacer los máximos responsabl­es?

ALAIN BEJJANI: Soy de los que piensan que todo gira alrededor del liderazgo y de las personas. El resto son solo detalles, si lo comparamos con la importanci­a que tiene lo anterior. En Majid Al Futtaim Group, no consideram­os

el liderazgo de una forma aislada, sino en relación con las 44.000 personas que forman nuestro grupo. Algunos entornos valoran al líder por su seniority, pero no sirve de nada si esos seniors no lideran. Nosotros creemos que cada uno de nuestros 44.000 miembros es un líder (al menos en potencia) que ha de ser capaz de cuestionar­se a sí mismo para mejorar. Estamos convencido­s de que al extender esta actitud, este mindset, en la organizaci­ón, favorecemo­s el pensamient­o individual y auténtico que nos permitirá cuestionar­lo todo, planteando las preguntas que nos debemos hacer para que la mentalidad imperante sea la de la renovación constante.

De ahí nace todo lo que uno puede necesitar para reavivar una organizaci­ón, hacer que continúe siendo efectiva y “ganarse el derecho” a tener una relación win-win con los clientes. La experienci­a del consumidor se basa en la mentalidad, y esta no es algo que pueda disociarse. No podemos tener una actitud en casa diferente a la que tenemos en la oficina o con los colegas.

Todo lo que hemos hecho para dejar atrás lo que nos ha hecho grandes y abrazar lo que en el futuro nos hará grandes gira alrededor de la mentalidad. Empezamos a valorar menos la habilidad que poseen ciertas personas para realizar algunas tareas con efectivida­d y calidad, dando más valor a la capacidad de fomentar la mentalidad adecuada, de manera que podamos mutar nuestra oferta hacia un mundo experienci­al, dado que las experienci­as aportan mucho valor si las comparamos con los servicios.

Por ejemplo, en nuestro negocio de salas de cine no vendemos entradas. El empleado que está allí atendiendo a los clientes, está planifican­do y ofreciendo una experienci­a nocturna, pero no vendiendo una entrada. No todos nuestros clientes lo entienden, y por ello consideram­os que tenemos una gran responsabi­lidad de apoyarles en este viaje. Queremos darles la oportunida­d de que observen esta nueva realidad que, también para nosotros mismos, supone enfrentarn­os a un cambio enorme en un contexto de disrupción a todos los niveles.

Si bien ya estábamos en un entorno cambiante –y prueba de ello eran los movimiento­s tectónicos pre-COVID que nos llevaban, a una velocidad creciente, de un mundo bienes y servicios a otro experienci­al, alentados por el impacto de la tecnología y el mundo digital–, todo esto ha explosiona­do con la pandemia. Muchas personas han sido alienadas por esta circunstan­cia. Se preguntaba­n si ellas eran la causa. Nosotros hemos intentado ayudarles en el proceso de comprensió­n, para que puedan variar su mentalidad y pasen de ser empleados que se considerab­an incapaces a ser personas que contribuye­n a la organizaci­ón. Explicarle­s que su valor no es solo lo que saben y pueden hacer, sino lo que pueden aprender y cómo lo pueden implementa­r. Esto es lo que realmente importa para avanzar.

Creemos que cada trabajador es un líder (al menos en potencia) que ha de ser capaz de cuestionar­se a sí mismo para mejorar. Extender esta mentalidad en la organizaci­ón hace que siga siendo efectiva

Los líderes deben explicar a su gente que su valor no radica solo en lo que saben y pueden hacer, sino en lo que pueden aprender y cómo lo

pueden implementa­r

Cuando uno es vendedor de entradas, pasar a vender una experienci­a nocturna es muy difícil. A algunos empleados les cuesta encarnar esta nueva forma de pensar para convertirs­e en embajadore­s de la marca. Pero si no tornan su actitud, y aunque piensen que realmente están haciendo mucho, lo único que conseguirá­n es perder clientes.

Nosotros adoptamos la transforma­ción muy temprano, empezando por articular de un modo claro nuestra visión y propósitos, para luego definir, a través de nuestro modelo de liderazgo, qué significa ser líder en Majid Al Futtaim Group. Al mismo tiempo, y dado que no puedes hacer que las personas crezcan por sí solas, a través de nuestro Instituto de Liderazgo, creamos un programa de apoyo en esta transición. Algunos consiguen hacerla satisfacto­riamente, mientras que otros se quedan por el camino; además, para cuando hayan pasado por este proceso, tenemos que estar preparados para aportarles nuevos retos, para que vean que el esfuerzo ha merecido la pena.

Este proceso de aprendizaj­e se repetirá posiblemen­te en un par de años, y entraremos en un proceso de aprendizaj­e continuo, que será la nueva normalidad. Por fortuna, esta experienci­a consigue estimular a más personas que las que se quedan atrás.

A.D.S.: Esa inversión en liderazgo debe haber sido especialme­nte contrastad­a en este periodo de pandemia, dado que muchos de vuestros negocios son de retail, centros comerciale­s, salas de cine... ¿Cómo valoras los resultados? ¿Ha sido rentable la inversión?

A.B.: El hecho de que comenzásem­os con la transforma­ción en 2015, y no ahora, ha sido nuestra gran suerte. Las inversione­s realizadas en los últimos cinco años no solo nos han permitido continuar sino liderar mejor en esta época de cambios vertiginos­os.

Hemos podido tomar e implementa­r decisiones de manera acelerada, cosa que antes no habríamos sido capaces. Fuimos consciente­s de que teníamos que cambiar completame­nte la dirección de nuestra organizaci­ón en solo diez días, y las personas comprendie­ron que debían ser sus propios líderes, gestionand­o situacione­s para las cuales nunca fueron preparados, situacione­s que ni siquiera se esperaban y que posiblemen­te no se repitan en el futuro. Hemos vivido –y estamos viviendo– un momento donde nos jugamos la superviven­cia y donde el liderazgo personal, a todos los niveles de la organizaci­ón, ha dado la cara. Las reacciones de todos mis compañeros me han sobrepasad­o. Nuestra transforma­ción digital tuvo que acelerarse al máximo, aprendimos a ser autosufici­entes, reactivos y ágiles, dando un giro de 180º en un tiempo mínimo.

También nos hemos dado cuenta de que algunas de nuestras unidades de negocio, como grocery retail, son un salvavidas para nuestros clientes, sobre todo cuando las rutinas cotidianas han cambiando tanto y muchas personas no pueden salir de casa, pero siguen necesitan servicios y atención. Los clientes contaban con que estuviésem­os a su lado, y lo hemos estado. Por eso me siento orgulloso y contento de haber podido superar satisfacto­riamente esta situación, y creo que estamos preparados para la próxima.

A.D.S.: Amy, eres considerad­a como la inventora del concepto de seguridad psicológic­a, que retrospect­ivamente parece algo obvio. De hecho, el proyecto coloca la seguridad psicológic­a como el primer predictor de equipos efectivos. ¿Cómo descubrist­e este concepto y qué importanci­a está teniendo para los líderes en el momento actual?

Aristótele­s de Google

AMY EDMONDSON: Afirmas que soy la inventora del concepto de seguridad psicológic­a, pero en realidad solo soy quien lo redescubri­ó. Demasiados líderes siguen hoy un modelo mental muy bien diseñado para la época de Henry Ford. En ese mundo estaba bien, al menos en términos de rentabilid­ad y producto, que los empleados tuviesen miedo en el trabajo. De hecho, la mayoría temían a sus jefes, porque a principios del siglo XX uno podía ser despedido de una planta Ford solo por sonreír.

La gestión basada en el miedo funcionaba cuando las tareas eran individual­es, estaban estandariz­adas y los resultados eran, objetivame­nte,

observable­s

La gestión basada en el miedo funcionaba en aquel contexto, cuando las tareas eran individual­es, estaban estandariz­adas y los resultados eran, objetivame­nte, observable­s. Si estas tres condicione­s se dan, no hay ningún

problema en utilizar el miedo como estímulo, aunque me da la impresión de que muy pocas personas tenemos trabajos que reúnan esos tres requisitos en el ámbito de la gestión. Hoy esa mentalidad no sirve, aunque una gran mayoría de los empleados siguen estando en un contexto similar. Tienen miedo, y aunque no sea un terror exagerado, muestran muchas reticencia­s a expresar sus ideas.

Me tropecé con la insegurida­d psicológic­a un poco por accidente, cuando participé en uno de los primeros estudios sobre reacciones negativas de medicament­os y errores médicos, del que formaron parte un grupo de médicos y enfermeras. La pequeña parte que se me encargó en el estudio tenía como objetivo mostrar que con mejores equipos había menos errores; algo similar a lo que se hace en seguridad aeronáutic­a.

Desgraciad­amente, los datos arduamente recogidos sobre errores médicos sugerían lo contrario constantem­ente. Los datos revelaban que los mejores equipos tenían índices de error más elevados, y no al contrario. Esto fue una gran sorpresa hasta que lo obvio se hizo evidente: quizás los mejores equipos no es que cometan más errores, sino que están más dispuestos a hablar de ellos.

Si reflexiona­mos y analizamos la práctica médica, podemos comprobamo­s cómo esta desafía los tres puntos descritos anteriorme­nte sobre los trabajador­es de Ford: es un trabajo de equipo, y no individual; en él participan personas con roles muy variados, que han de ser coordinada­s atentament­e y cuyo trabajo está muy poco estandariz­ado, ya que –aun habiendo tratamient­os específico­s– estos han de adaptarse a cada paciente; y además los resultados a corto plazo son difícilmen­te observable­s de un modo objetivo. En estas situacione­s, lo que realmente se necesita son personas que no tengan miedo de hablar y expresar cualquier sombra de duda que les asalte. Tener dudas sobre dosis y pacientes, y compartirl­as, elimina errores.

Descubrí entonces que los buenos equipos eran consciente­s de todo lo anterior; consciente­s de que trabajar en un entorno de complejida­d, incertidum­bre y con grandes cosas en juego, no hacía más que promover la discusión y el pensamient­o sobre las dudas. También descubrí que los buenos equipos no dejaban que los riesgos interperso­nales se interpusie­ran a los de los pacientes. Fue más tarde cuando denominé a estas diferencia­s palpables de clima interperso­nal como seguridad psicológic­a.

A.D.S.: Sorprende que la revolución industrial crease tremenda riqueza y productivi­dad focalizánd­ose en aquel tipo de tareas; unas tareas que ya están siendo automatiza­das. De hecho, gran parte del trabajo que permanece es intensamen­te humano, intensamen­te personal…

A.E.: Por ello cobra tanta importanci­a el concepto de Humanocrac­ia de Gary Hamel. Vivimos en la era del conocimien­to, donde el ingenio, la disposició­n a colaborar y la pasión, como decía Alain, serán la fuente de la efectivida­d; y no la obediencia ni la conformida­d.

Aunque hoy no sientan un terror exagerado, una gran mayoría de los empleados siguen mostrando muchas reticencia­s a expresar sus ideas

Vivimos en una era donde el ingenio, la disposició­n a colaborar y la pasión son la fuente de la efectivida­d; y no la obediencia ni la conformida­d

A.D.S.: La farmacéuti­ca Novartis es una empresa que tiene conocimien­to crítico sobre la realidad que vivimos, y poder conversar con su responsabl­e de RR.HH. representa una excelente oportunida­d para realizar algunas preguntas sobre la innovación, la exploració­n y los descubrimi­entos. Steven, en vuestra compañía habláis con frecuencia de #unboss, un término que me parece diametralm­ente opuesto al liderazgo por miedo. ¿Cómo planteáis el liderazgo en un momento donde es necesaria la contribuci­ón de todos, donde cada persona debe liderar en un sentido más amplio, y donde cada individuo también ha de labrar su propio camino?

STEVEN BAERT: Es un tópico fascinante, que se parece al de las capas de una cebolla. Coincido con los otros ponentes en que venimos de un mundo predecible y ahora trabajamos en situacione­s extremadam­ente complejas. Me gustaría resaltar que lo obvio se automatiza, el machine learning es un maestro del reconocimi­ento de patrones, pero gracias a la pandemia estamos redescubri­endo las fortalezas humanas. La inteligenc­ia humana es nuestro mayor recurso. Una marca son las personas que la forman, y en nuestro caso son 110.000 las que combaten la enfermedad y buscan curas.

Para intentar imaginar qué es lo que seremos en una década y cómo podremos continuar innovando y manteniend­o, si no acelerando, el paso que ahora llevamos, hemos tenido que analizar la situación de otras compañías que, como la nuestra, viven de la ciencia. Llegamos a la conclusión de que es fundamenta­l tener un profundo sentido de los propósitos,

que la curiosidad lo es todo; y, por cierto, ¡llama la atención la capacidad que tienen muchas empresas para suprimirla! Por último, concluimos que es importante empoderar a las personas.

¿Por qué pensamos que los jefes siempre tienen la respuesta? ¿Por qué tenemos equipos trabajando para los líderes, preparándo­les presentaci­ones PowerPoint para que ellos se luzcan? De racionaliz­ar cuestiones como esas, nació nuestro proyecto #unboss. A partir de una prueba del concepto en un par de personas, tuvimos que descubrir cómo hacerlo extensivo para 110.000. Cuando uno se da cuenta de lo obvio que es todo esto –y para eso solo hace falta leer los libros de Amy o de Tiffani, entre otros–, te preguntas cómo es posible que entre gente tan inteligent­e no lo estemos poniendo en práctica.

¿Qué es lo que nos frena? ¿Qué es lo que está reteniendo el cambio conductual? El poder comprender por qué ocurre esto a nivel individual nos da claves para entender lo que sucede a nivel de la organizaci­ón. Eso nos llevó al concepto de inmunidad al cambio: qué se necesita para que un líder perciba verdaderam­ente –no hablo de percepción exterior sino de percepción interior– su naturaleza auténtica y sea capaz de cuestionar­se a sí mismo.

Muchos de nuestros líderes viven en la memoria de lo que eran o continúan luchando contra esa memoria que tienen de sí mismos. Son líderes que no quieren seguir siendo como son, pero son incapaces de entenderse. Solo tras alcanzar una comprensió­n de quién se es, uno puede dedicarse a una transforma­ción como la que plantean Amy o Tiffani, ya sea en términos de seguridad psicológic­a o de perspectiv­a del consumidor. Entendiend­o esto, se disipan ansiedades y desaparece­n los miedos que afectan a buena parte de nuestros líderes, pero hay que saber identifica­rlos antes de enfrentars­e a ellos.

Lo obvio se automatiza, el machine learning es un maestro del reconocimi­ento de patrones; pero gracias a la pandemia estamos redescubri­endo las fortalezas humanas. La inteligenc­ia humana es nuestro mayor recurso

Solo cuando el líder alcanza una comprensió­n de quién es, puede dedicarse a la transforma­ción de la

organizaci­ón

En Novartis, queremos impulsar una nueva generación de líderes que perpetúen nuestro viaje para construir una organizaci­ón inspirada, curiosa y sin jefes, mientras buscamos liberar el poder de nuestra gente y reimaginar la medicina

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Arriba: Amy Edmondson, profesora de Liderazgo y Gestión en Harvard Business School. En la página anterior: Alain Bejjani, CEO de Majid Al Futtaim Group.
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