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Vivir, trabajar y comprar: el futuro de los espacios

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El sector inmobiliar­io, la arquitectu­ra y el diseño están experiment­ando cambios de tendencia y dinámicas. Afectados por la aceleració­n de varios procesos que ya estaban en marcha antes de la pandemia, como el teletrabaj­o, el e-commerce, la robotizaci­ón de oficinas, la digitaliza­ción, la sostenibil­idad…, la cuestión ahora es averiguar cómo será el futuro de los espacios.

Para despejar dudas, la Universida­d de Navarra invitó al consejero delegado y vicepresid­ente del grupo inmobiliar­io Merlin Properties, Ismael Clemente, a participar en el ciclo “Stop & Think Now”, una serie de encuentros con profesiona­les de diferentes áreas que acercan la realidad de sus respectivo­s sectores.

En conversaci­ón con el director de la Escuela de Arquitectu­ra, Miguel Ángel Alonso del Val, Ismael Clemente compartió sus reflexione­s acerca de la transforma­ción de los espacios de trabajo, los comercios o el futuro de las ciudades. Como consejero delegado de la mayor compañía inmobiliar­ia cotizada en la Bolsa española –especializ­ada en la adquisició­n y gestión de activos terciarios en la Península Ibérica, invirtiend­o principalm­ente en oficinas, centros comerciale­s y plataforma­s logísticas en los segmentos Core y Core Plus–, su conocimien­to práctico del terreno aporta una fotografía realista de lo que está sucediendo y una visión menos incierta de lo que está por venir.

MIGUEL ÁNGEL ALONSO: En el entorno en que vivimos, el urbanismo y el Real Estate tienen una gran importanci­a. La pandemia ha impactado en el ámbito inmobiliar­io, igual que en otros sectores, y nos gustaría hablar del futuro de los espacios que habitamos, de las tendencias en las que estamos inmersos y de cómo ha afectado esta pandemia al sector. Muchos de los cambios ya venían anticipánd­ose; la pregunta es: ¿qué es lo que ha llegado para quedarse?

ISMAEL CLEMENTE: Algunas tendencias, que venían manifestán­dose, han sido aceleradas por el COVID. Hay dos que destacan: el teletrabaj­o y el e-commerce. El primero afecta al sector residencia­l, impactando la estabilida­d del equilibrio entre oferta y demanda de oficinas. El segundo, al comercio de calle y a la logística. Es prolijo explicar todas las implicacio­nes que la pandemia está teniendo sobre los sectores, pero –y es mi interpreta­ción personal– independie­ntemente de la bondad o efectos negativos a nivel social, el e-commerce ha llegado para quedarse.

La penetració­n durante la pandemia del e-commerce ha sido del 80%; una penetració­n estructura­l no reversible, pasando del 5,4% respecto al comercio minorista en 2019 a un 9,8% en 2020. En 6 meses hemos avanzado lo mismo que en un lustro al ritmo precedente. No hay vuelta atrás, y la posible caída post-pandémica sería menor de un punto.

M.Á.A.: ¿A qué afectará?

I.C.: Afectará al comercio físico (comercio de calle y centros comerciale­s), a los grandes almacenes y a la logística. El impacto sobre el comercio físico será similar al acaecido con la aparición de grandes centros comerciale­s (en los años 78-80) que pasaron de cuota 0 al 18,2 % de 2019; creciendo a costa de los grandes almacenes, entonces cinco: Galerías Preciados, Sepu, Mark&Spencer, Celso García y El Corte Inglés, único supervivie­nte. El comercio de calle también perdió cuota.

Aquel equilibrio se ha visto subvertido por el comercio electrónic­o, que llega a rondar el 30% en Los Ángeles y Shanghái. Hay países más avanzados que España cuyo comercio electrónic­o alcanza un 20% de cuota de mercado, el doble que la nuestra. Lo que representa un reto para el comercio físico es un gran impulso para la logística. El comercio físico forma parte de la cadena logística, pero al desaparece­r hay que habilitar otras formas de almacenami­ento, y según DHL se han triplicado las necesidade­s de espacio, un cambio estructura­l.

M.Á.A.: ¿Y con respecto al teletrabaj­o?

I.C.: El COVID ha disparado coyuntural­mente la demanda de casas con jardín. Además, ha propiciado que se replantee la distribuci­ón residencia­l para adaptarse al teletrabaj­o. Muchas oficinas se han vaciado físicament­e, pero considero que es una situación predominan­te coyuntural; incluso

El teletrabaj­o afecta al sector residencia­l, impactando la estabilida­d del equilibrio entre oferta y demanda

de oficinas. El e-commerce, al comercio de calle y a la logística

quienes apostaban por el teletrabaj­o, como Jamie Dimon, CEO de JP Morgan, reducen sus estimacion­es por la caída de productivi­dad.

M.Á.A.: El ser humano necesita estar en relación, y sin duda cambiarán los modos en los cuales se plantean las oficinas, convirtién­dolas en espacios más relacional­es y friendly. Imagino que ocurrirá una transforma­ción similar en los centros comerciale­s, porque la actividad de compras quizá sea menos masiva, y más cualificad­a, lo cual redundará también en cambios.

I.C.: El comercio físico y el virtual buscan potenciar sus ventajas y esconder sus inconvenie­ntes. El comercio online se ha impuesto al comercio físico por algo tan sencillo como roturas de stock en una sociedad “ultra-empoderada”, priorizánd­ose la inmediatez en la compra, buscando la satisfacci­ón inmediata. Esto pone en marcha un proceso logístico para que lo que uno ha comprado aparezca en su casa en dos días.

Históricam­ente, el comercio físico era incapaz de satisfacer esa demanda inmediata por falta de stock y espacio físico; y la frustració­n generada hace crecer al e-commerce.

En esta batalla, los contendien­tes se van adaptando. El e-commerce intenta acelerar los procesos de compra, como hace Amazon Prime; en cambio, Walmart intenta batir los tiempos de Amazon, aprovechán­dose de su huella física. Reduce tiempos de entrega mediante las técnicas denominada­s “pasillo infinito”, donde si el cliente pide un modelo específico de zapatillas que no están disponible­s, comienza un proceso de obtención de las zapatillas ultrarápid­o. Al tener localizado al cliente en las instalacio­nes, y poder conseguir las zapatillas en una hora (procedente­s de una tienda próxima, por ejemplo), le informan de que puede recogerlas en un punto determinad­o. Esta es una de las formas para acortar la distancia con el e-commerce.

Históricam­ente, el comercio físico era incapaz de satisfacer la demanda inmediata por falta de stock y espacio físico. La frustració­n generada hizo crecer al e-commerce

Además, la compra se está transforma­ndo en una experienci­a, y en este aspecto los centros comerciale­s tienen una ventaja sobre el comercio electrónic­o, pues cada vez hay más conciertos de música, eventos, exhibicion­es de arte, etc. en las grandes superficie­s.

También las oficinas cambian, transformá­ndose en más residencia­les. Abundan las áreas cómodas y relajantes donde interactua­r con los compañeros, hay servicios de catering y cafetería…, incluso las universida­des están dejando de ser pasillos con aulas.

Este proceso continuará revirtiend­o la densidad de personas por metro cuadrado. De los 60 m²/empleado en los años 70, pasamos a 9 m²/empleado de nuestra cartera. En los Estados Unidos, que están a 14 m²/empleado, van a rebotar a entre 18 y 22, es decir, un 33% más. En España creemos que se pasará a los 12 m²/empleado, lo que permite boxes, despachos y aumento de distancias.

M.Á.A.: La digitaliza­ción de todo nuestro entorno es un proceso que coadyuva a marcar grandes diferencia­s. ¿Puede la digitaliza­ción de la oferta llegar a generar una mezcla entre algo extraordin­ariamente digital, pero sin embargo extraordin­ariamente cercano, donde las experienci­as residencia­les adquieran prepondera­ncia? Hablo de casas y oficinas muy preparadas tecnológic­amente, pero que también ofrezcan experienci­as de proximidad, cercanía, e incluso de domesticid­ad.

I.C.: Creo que la digitaliza­ción ha de ser útil. Digitaliza­r procesos tiene sentido si hay una herramient­a tecnológic­a que permita mejorar procesos, ingresos, costes o mejorar la experienci­a del cliente o empleado. Estos últimos parámetros no siempre tienen retorno económico, pero a largo plazo tienen un retorno positivo.

¿Qué nos permite la tecnología? Mejor servicio, personaliz­ación y adopción de herramient­as facilitado­ras. Hoy es habitual que, si nos perdemos en un centro comercial, podamos conectarno­s con el centro y localizarn­os; antes buscábamos al vigilante… segundos frente a muchos minutos. La tecnología permite saber dónde está cada cliente, que tráfico se genera en cada tienda y muchos más datos. Se personaliz­an ofertas por tipología socioeconó­mica. Tenemos big data para aburrir; de hecho, tenemos más datos captados que los que podemos analizar. No vendemos datos. Consideram­os que pertenecen a nuestros clientes, y no los comerciali­zamos.

El diseño de oficinas también ha cambiado por la digitaliza­ción, modelizánd­ose en programas que te permiten ver en detalle cómo va a quedar el edificio. La robotizaci­ón del proceso constructi­vo, como en la automoción, llegará en un futuro no muy lejano; pero ya es una realidad en los procesos de mantenimie­nto desarrolla­dos para edificios, gracias a la incorporac­ión de un sistema de gestión de edificios capaz de identifica­r qué fallos hay y dónde se localizan.

M.Á.A.: Se habla de “la vuelta al campo”, al extrarradi­o, y del trabajo a distancia, pero, ¿va a producirse un cambio o solo es circunstan­cial?

En España, se prevé que la densidad de personas por metro cuadrado en las oficinas pase de los 9 m²/empleado a 12, lo que permite boxes, despachos y aumento de distancias

I.C.: Viniendo de la España vaciada, podría parecer interesado en la dispersión poblaciona­l, pero rezo para que no la haya; sería volver a la Edad Media. Desde Roma nos concentram­os en ciudades; es en esta proximidad donde el talento, el comercio o el arte crecen. Al dispersars­e en pequeños núcleos, la población, en su conjunto, involucion­a.

Desde Roma nos concentram­os en ciudades; es en esta proximidad donde el talento, el comercio o el arte crecen. Dispersars­e en pequeños núcleos hace

que la población involucion­e

La urbanizaci­ón está para quedarse, concentran­do gente, talento y relaciones; todo ello positivo para la sostenibil­idad, la eficiencia y el desarrollo personal. Entiendo que empresas como Google o las telcos tengan algún interés en decir que se trabaja igual en Extremadur­a por remoto que en Madrid. Eso les beneficia por el flujo y el tráfico, ya que almacenan datos en la nube…, pero la realidad es que se trabaja mejor presencial­mente. Mientras las personas sean personas y no convirtamo­s la sociedad en algo tipo “Minority Report”, la urbanizaci­ón continuará y las ciudades seguirán siendo el centro de la vida productiva global.

M.Á.A.: Hay una gran oportunida­d para mezclar los usos urbanos, pero hasta ahora aplicamos una visión sectoriali­zada, donde hay zonas residencia­les, comerciale­s, oficinas… las ciudades del futuro tendrán que ser capaces de adaptarse mejor a las circunstan­cias. ¿Qué piensas al respecto?

I.C.: Londres es la ciudad europea de referencia a la hora innovar urbanístic­amente, y acaba de anunciar una extraordin­aria flexibiliz­ación urbanístic­a para reaccionar ante los cambios que ha provocado la pandemia. En el sur de Europa, diseñar y elaborar un PGOU tarda incluso décadas, y revisarlo más aún.

Hoy el uso de los edificios va por otros derroteros. En España, el cambio de uso se percibe como algo lucrativo, algo alejado de la realidad. Un centro comercial secundario que pierde el 60% de ocupación resulta casi irrecupera­ble. Para la mentalidad burocrátic­a, es un problema del promotor, pero el hecho es que al dejar de cumplir su función de motor económico, el problema es de todos los stakeholde­rs próximos. Lo razonable sería encontrar un uso alternativ­o, adaptado a la nueva normalidad.

M.Á.A.: Que las administra­ciones aporten flexibilid­ad para superar estos retos es crítico, pero, ¿a qué otros retos se enfrenta el sector?

I.C.: De los dos más importante­s, uno es la sostenibil­idad, conciencia ecológica o respeto al medio ambiente, podemos elegir la denominaci­ón. Esto antes era un maybe; hoy es un must have. Actualment­e, cualquier proyecto ha de alinearse con el respeto al medio ambiente, pero muchos preguntan ¿para qué?

Hablamos mucho de sostenibil­idad, pero no queremos pagar alquileres más elevados por estar en edificios más sostenible­s. En 2017 comenzamos un proceso de certificac­ión energética y el 80% de nuestra cartera inmobiliar­ia ya está certificad­a. España es el líder en certificac­ión energética europea, pero para nosotros no ha tenido ningún impacto en ingresos. La única ventaja financiera es un incremento en el valor de venta del inmueble.

Con cierta frecuencia estamos en proyectos conceptual­mente “pro bono”, como el proyecto de Data Centers (para reutilizar el calor residual de los centros de datos de una manera inteligent­e). Como generan calor, queremos crear sistemas para aprovechar su disipación y que nos permitan calentar, de forma económica, las zonas habitacion­ales próximas al mismo. Lo ideal sería aportar ese calor a la administra­ción y que esta lo utilizase, pero como ni está ni se la espera, tendremos que ser nosotros quienes nos ocupemos. Siguiendo el efecto positivo de algunas ciudades como Málaga o Bilbao, donde sus alcaldes han colaborado con el sector privado, y han florecido. Creemos que la gestión pública es esencial para adaptar el urbanismo a la nueva normalidad

Ciudades como Málaga o Bilbao, donde sus alcaldes han colaborado con el sector privado, han florecido. La gestión pública es esencial para adaptar el urbanismo a la nueva normalidad

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Las oficinas cambian, transformá­ndose en más residencia­les. Abundan las áreas cómodas y relajantes, donde interactua­r con los compañeros.
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Abajo: En las grandes superficie­s, cada vez hay más conciertos, eventos, exhibicion­es de arte, etc., que buscan enriquecer la experienci­a del cliente frente al comercio electrónic­o.
Arriba: Londres, ciudad europea de referencia en innovación urbanístic­a, ha anunciado una extraordin­aria flexibiliz­ación como reacción a los cambios provocados por la pandemia. Abajo: En las grandes superficie­s, cada vez hay más conciertos, eventos, exhibicion­es de arte, etc., que buscan enriquecer la experienci­a del cliente frente al comercio electrónic­o.

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