TRIUMPH Bonneville Bobber
LA NUEVA TRIUMPH BONNEVILLE BOBBER ES UNA BRITÁNICA MODERNA CON ESTILO AMERICANO “HOT ROD”. SEGURO QUE TE HAS PREGUNTADO SI SOLO ES ESPECIAL O TAMBIÉN RESULTA PRÁCTICA Y COMPETENTE. YO TAMBIÉN.
La gama Bonneville recibe una nueva versión Bobber con la que se atraviesan las tradicionales fronteras británicas de la saga retro de Triumph. Digamos un “anti-Brexit”. Ahora que los británicos se enrocan en sus orígenes nacionales al margen de sus exsocios europeos, Triumph se embarca en un experimento que tiene más que ver con raíces estadounidenses que procedentes de dominios de su Graciosa Majestad. Me refiero a la inspiración “bobber” de su nueva Bonneville, no en vano denominada Triumph Bonneville Bobber.
Es obvio que ante la invasión de multitud de marcas en un segmento dominado históricamente por Triumph,
la marca ha decidido echar el resto para seguir posicionándose en el liderazgo de un sector claramente al alza. Lo retro está más de moda que nunca y la marca inglesa no cesa de presentar novedades en este ámbito. La Bobber sigue la norma que dictan estos modelos al estilo de preparaciones especiales que se basan en las motocicletas norteamericanas de las décadas de los 30 y 40, motos básicas, con guardabarros recortados (de acero con nervio central) y estructura muy baja. Faro de reducido diámetro, depósito esculpido, llantas de radios, horquilla con fuelles y manillar ancho y plano, con los retrovisores en sus extremos, son otras de sus características básicas. La historia nos dice que eran modelos derivados de versiones custom a las que se les quería añadir un punto de deportividad, más livianas y ágiles para extraer superiores prestaciones de sus propulsores.
Con todo este bagaje histórico, cuando te presentas frente a la Triumph Bobber, tu primera reacción es la de incredulidad. Si amas las motos de calado Vintage, se te acelerará el corazón en su presencia, pero por dentro piensas que, una vez en marcha, será otro cantar. Ese tren trasero tan minimalista queda idóneo desde el punto de vista estético, pero la duda te asalta sobre su idoneidad en la práctica. Y no han pasado unos centenares de metros cuando ya te rindes ante la evidencia: ¡es una moto 100% moderna! Por manejabilidad, respuesta de frenos y suspensiones, o funcionamiento de motor, es absolutamente tan válida como una naked actual. Y con el aliciente que jamás pasarás desapercibido. En ciudad atrae como un imán las miradas de todos los transeúntes y en carretera hace que te pavonees aunque no sea tu intención. No podrás hacerlo con tu pasajero, porque no está homolagada para uso a dúo.
El diseño de la horquilla es muy adecuado para tratarse de un modelo que carga tanto peso delante en su diseño debido a lo minimalista de su tren trasero. Su lanzamiento de 25,8º no es excesivo, sobre todo combinado con un avance de 87,9 mm, cotas dignas de una moto deportiva. Los 1.510 mm entre ejes aportan su dosis de sosiego en este sentido, aunque es una moto que se siente feliz cambiando de dirección de un lado a otro en sucesiones de curvas de cuarta sin perder un ápice de estabilidad. Su bajo centro de gravedad, que además ayuda a pasar los baches con soltura, y la estrecha huella de contacto de su neumático delantero 100/90-19, hacen que la Bobber resulte muy ligera en los giros más cerrados en la ciudad o en las paellas más exigentes en carretera de montaña. Parece mentira que se maneje tan bien como lo hace.
El motor High Torque de 11.97 cc originario de la Triumph T120 Bonneville, (refrigerado por agua, con culata de cuatro válvulas y cigüeñal calado a 270º), se ha adaptado en la Bobber para apoyar esta manejabilidad. Se mantienen los dos cuerpos de inyección Keihin, como siempre disfrazados como si fueran carburadores, añadiendo un nuevo sistema de admisión con doble airbox. El resultado es una curva de par ultra-plana que hace que sea irrelevante en qué marcha vayas de las seis disponibles. Cuatro serían suficien- tes. Como muestra, es capaz de salir en sexta desde 2.300 rpm con el gas abierto a tope sin la más mínima queja, teniendo en cuenta, además, que alcanza un par de 103 Nm a solo 3.000 rpm cuando el máximo es de 106 Nm 1.000 rpm más arriba. Para comparar con su hermana T120, a 4.500 rpm el par es un 10% superior en la Bobber. El corte de su sistema de acelerador electrónico se sitúa a 7.000 rpm, cuando ya cae el par hasta los 76 Nm. Lógicamente, no tiene ningún sentido llegar a este punto porque la ganancia es cero. Haber optado por el motor 1200 en lugar del 900 no significa apostar por más potencia, ya que no le hace falta para su objetivo como moto “bobber”.