ASÍ LO VEMOS
Al bajarte del Yamaha X-MAX 300 te quedas con la sensación de haber llevado un scooter especial. Apenas es posible sacarle pegas. Tan solo se me ocurre la ausencia de un freno de estacionamiento, muy útil al circular, maniobrar o estacionar en tramos empinados, o con unos espejos retrovisores que han sido más diseñados en función de su estética deportiva que de su practicidad.
También el salto del Yamaha X-MAX 250 anterior en precio es considerable, de 4.749 € a 5.699 €, pero no te engañes, porque el 300 juega en otra liga. Tanto que al superventas Yamaha X-MAX 400 le ha salido el peor rival en su propia casa. Las prestaciones superiores del 400 (148km/h reales de velocidad punta) no parecen suficiente argumento para defenderse frente a un 300 mucho más dotado en el resto de sentidos, y 900 € más barato. No dudes que, detrás de su perfil de scooter noble que apuesta por la calidad, se esconde un auténtico depredador.
CON PASAJERO
Tan bien tratado como está el piloto lo está el pasajero. Su parte de asiento es amplio y confortable, y las asas para su sujeción tienen un tamaño excelente. Además, sirven al piloto para subir y bajar el X-Max 300 sin el menor esfuerzo. Asimismo recurre a unas estriberas tipo moto para el acompañante que siguen la tónica general del modelo de un acabado exquisito.
El hecho de llevar pasajero no significa ningún problema al Yamaha X-Max 300, ya que su potencia así lo permite. De este modo, se pueden afrontar recorridos extraurbanos a dúo con plenas garantías dinámicas.