EN MARCHA
Aprietas el botón de arranque y te saluda con un único cabeceo de bienvenida, el mismo con el que te obsequia cuando aceleras en vacío o que se repite cuando la apagas. Las sensaciones me recuerdan a la versión original R nineT, con un motor poderoso en bajos y medios, pero nada desdeñable en altos, que no parece haber notado su manipulación para la Euro 4 más que en un detalle sorprendente: ¡suena mejor que nunca! Las aceleraciones se convierten en adictivas por este motivo. No es que sean muchos decibelios, sino de mucha calidad.
EN CIUDAD
Por tacto de embrague y cambio, todo en ella es suavidad tanto en carretera como en ciudad, o detalles prácticos como las manetas regulables. Las vibraciones que te llegan en todo momento son las justas, un hilo de comunicación entre ella y tú, jamás un inconveniente a cualquier régimen. Una moto con personalidad para disfrutar y, de paso, dar envidia a los demás. En la urbe, con recorridos de corto tiempo, la exigente postura de conducción no implica demasiado esfuerzo. Es una inversión que realizas con todo gusto para colmar tu ego.
EN CARRETERA
No obstante, si en la primera media hora creía no querer bajarme nunca de ella, cuando la ruta se prolonga tu espalda piensa de otra manera. Además de especial por postura, parece más dura que la naked de conducción, lo que te obliga a un mayor esfuerzo sobre todo si el asfalto no está en impecables condiciones. Para una salida de fin de semana por carreteras conocidas es de diez, cum laude cuando aparques para tomar algo en tu parada de referencia. Pero si tuvieras que enfrentarte a un PuntApunta, no olvides ahorrar para un fisioterapeuta a la vuelta.