LA NIEBLA Y LA DONCELLA.
Thriller. Crítica pág. 17
Lorenzo Silva me puso tres condiciones para adaptar su libro: de la Guardia Civil no se habla ni bien ni mal; la acción ha de tener lugar en la realidad sin recurrir a sueños ni fantasías, y la pareja protagonista, el sargento Bevilacqua y la cabo Chamorro, no pueden enrollarse sentimentalmente. Estos han sido los únicos límites que ha encontrado el canario de origen alemán Andrés Koppel (Friburgo, 1964) para llevar a la pantalla la novela La niebla y la doncella, su debut en el largometraje 20 años después de haber estrenado su primer cortometraje, La raya. Es difícil debutar en el largo, acepta, pero, en mi caso, ha sido la consecuencia perversa y maravillosa del impacto que tuvo Intacto (2001), película de la que fui coguionista con su director, Juan Carlos Fresnadillo. Esto me llevó a centrarme en escribir guiones, como los de Noche de Reyes (Miguel Bardem, 2001) o Zona hostil (Adolfo Martínez, 2017). Hasta ahora, que me topé con esta película, no había sentido la necesidad de dirigir. Este ha sido mi primer guion en solitario, el primero que no he escrito para un realizador o con otra persona. De modo que, al
“Lorenzo Silva me puso como límite que Bevilacqua y Chamorro no podían tener una relación romántica”. Andrés Koppel, director
afrontarlo, tuve que usurpar el lugar del director y quedó tan visual que cuando lo vieron los productores, Gerardo Herrero y Gustavo Ferrada, me ofrecieron dirigirlo yo mismo.
Contó a mi favor, continúa, el hecho de ser canario y de que mi visión de las islas es la de quienes vivimos allí y vemos Canarias con los mismos ojos cotidianos con los que un parisino, que pasa a diario junto a ella, ve la Torre Eiffel. Así que he querido mostrar cómo conviven en las islas la postal turística con un lugar en el que vive un montón de gente. Hay a quien le puede parecer que la película es muy paisajística, pero esto se debe a que nuestros paisajes son muy poderosos. Sobre todo, en la Gomera, que es un volcán
rodeado de barrancos, lo que ha marcado el modo de vivir de sus habitantes.
La acción se desarrolla precisamente allí, a donde se desplaza la pareja de investigadores de la Guardia Civil, encarnados por Quim Gutiérrez y Aura Garrido, para reabrir un caso de asesinato en el que nunca se descubrió al culpable, y en el que se vio implicado un político local. Formarán equipo con la rebelde cabo Anglada (Verónica Echegui), una vieja conocida de la cabo Chamorro. Levantarán, sin embargo, los recelos del mando de la zona, el taciturno teniente Nava (Roberto Álamo), quien se siente cuestionado profesionalmente porque llevó la investigación inicial, y los celos de su esposa (Marian Álvarez).
BEVILACQUA: SEXO Y PERDÓN
La mayor dificultad para adaptar la novela, reconoce el cineasta, fue aceptar que, de todas las posibles visiones que pueda haber de Bevilacqua, yo iba a ofrecer la mía propia. Luego, tuve que destilar de toda la novela un thriller que mantuviera la atención durante toda la película. En esto me ayudó mucho que yo ya había leído el libro antes de que me
ofrecieran adaptarlo, y conservaba muy vivas las emociones que me había generado entonces.
Yo soy muy de thrillers tipo Veredicto final (Sidney Lumet, 1982) o Presunto
inocente (Alan J. Pakula, 1990), con personajes oscuros que cargan con su propia maldición, explica Kóppel: En la novela, al final, Bevilacqua reflexiona sobre lo que le ha pasado, pero no paga por ello, mientras que, en el film, sí que lo hace. No recibe el perdón por sus actos. El mensaje es, en resumen, que, ante la muerte de un hijo, ni la justicia ni la venganza sirven de consuelo.
La segunda parte es la que más varía con respecto a la novela, mientras que la primera es muy Lorenzo Silva. Se han modificado elementos de la trama,(como el autor de uno de los asesinatos), se ha introducido tecnología actual (como grabaciones con móviles) y se ha acentuado la carga sexual de la narración. El sexo está en la novela, pero yo le dado una vuelta oscura, y en la pantalla aflora con más fuerza, concluye el realizador.