LA AMISTAD ESCONDIDA
La amistad entre monarca y sirviente fue tácitamente repudiada por todos los miembros de la corte británica. El hecho de que un sirviente musulmán tuviese tal influencia sobre su soberana suponía un verdadero escándalo, y fuente de todo tipo de habladurías infames. De hecho, generó tal malestar que tan solo horas después del entierro de la reina, en 1901, su hijo Eduardo VII despidió y desterró al fiel profesor. Pero no se contentó con eso, y ordenó que todas las fotos, cartas y escritos que ambos habían intercambiado fuesen quemados. Afortunadamente, Abdul se llevó consigo parte del material, que se ha mantenido hasta hoy.