Fotogramas

La Cordillera. Darín presidente.

Acostumbra­dos a verle como un hombre común, sorprende descubrir a Ricardo Darín bordando el papel de presidente argentino en el nuevo thriller político (con un giro fantástico) del argentino Santiago Mitre. Hablamos con el director.

- Por Manu Yáñez (Festival de Cannes).

Dos años después de su encuentro con Dolores Fonzi en la escalofria­nte Paulina, el director Santiago Mitre convierte a la actriz (su pareja en la vida real) en hija del presidente de la República Argentina, un Ricardo Darín que se luce en una interpreta­ción llena de matices. Mitre presentó en Cannes La Cordillera, antes de que Darín recogiera el Premio Donostia en San Sebastián. Un film donde la política y el suspense se funden con precisión quirúrgica.

¿Cuál fue el punto de partida del film?

Mis películas pueden parecer obras de tema: la corrupción en El estudiante (2011) y la violencia social en Paulina (2015). Pero el germen de mis historias siempre es una premisa de ficción. En La Cordillera quería acercarme a la intimidad de un presidente de Gobierno al que, en medio de una cumbre transnacio­nal, le estalla un conflicto familiar. Lo que ocurre es que hablar de política hoy es hablar de corrupción. Resulta algo evidente al mirar las portadas de los periódicos de cualquier país del mundo. ➔

Esta premisa evoluciona hacia un territorio casi fantástico.

Cuando me puse a desarrolla­r la historia, vi que lo que más me interesaba era ese viraje desde un cierto realismo hacia un suspense inquietant­e. La política suele venir cargada de esa inquietud un poco perturbado­ra. Y luego también está presente una tradición literaria argentina: esta película bebe tanto del cine de Roman Polanski como de las novelas de Julio Cortázar o Adolfo Bioy Casares.

Hay una clara apuesta por el misterio.

Como espectador y cineasta, me gusta que la ficción genere dudas e incertidum­bre. Aquí hay una estructura por capas que van añadiendo nuevos interrogan­tes al conjunto. Lo curioso es que, a medida que el relato se vuelve más complejo, la forma de la película se vuelve más clásica: la cámara se mueve menos, aparecen los fundidos encadenado­s. A partir del giro onírico, tuvimos la necesidad de recurrir a Alfred Hitchcock y a la tradición del cine de género. Mien- tras escribía el guion, sentí la necesidad de volver a ver La semilla del Diablo (R. Polanski, 1968), y aquello abrió en mi mente un montón de posibilida­des.

La montaña recuerda a Con la muerte en

los talones (Alfred Hitchcock, 1959).

Intentamos sacar el máximo partido de los escenarios. Está ese hotel que tiene algo de El resplandor (Stanley Kubrick, 1980) o esas carreteras de montaña, llenas de curvas, que señalan la manera que tiene la película de pendular entre el realismo y lo inquietant­e.

Hay un juego de identifica­ción de los personajes con figuras públicas.

No queríamos plantear vínculos directos entre personajes y dirigentes políticos reales, pero con los actores y con Mariano Llinás, el coguionist­a, nos divertimos combinando rasgos de diferentes figuras públicas. Alguien puede pensar que el presidente brasileño es Lula da Silva, pero no: combina varios mandatario­s. Con el presidente argentino, el problema es que Ricardo se parece a Mauricio Macri, con los ojos azules y el pelo canoso, pero el personaje no tiene nada que ver.

Darín sobresale en la historia, combinando respetabil­idad con un trasfondo oscuro.

Es un maestro de la precisión. Tiene un control absoluto de su gestualida­d. Sabe cómo transforma­r un personaje a lo largo de un film con pequeñas pinceladas: una mirada, un cambio de entonación, un pequeño gesto... Consigue reunir la potencia visual y la economía gestual, y no necesita hacer alardes actorales. Le admiraba antes de conocerle y he aprendido mucho de él. Es un actor que piensa el cine como un cineasta.

Y tiene un don para conectar con el público.

La gente le aprecia tanto que, cuando un espectador se lo encuentra en la pantalla, automática­mente quiere al personaje, lo respeta. Eso es interesant­ísimo de cara a jugar con las expectativ­as del público, y Ricardo es plenamente consciente de ello. Sin la implicació­n de Ricardo en el proyecto, dudo que hubiésemos llegado a hacer La Cordillera.

 ??  ?? LA HISTORIA: En una cumbre de presidente­s latinoamer­icanos en Chile, donde se definen las estrategia­s y alianzas geopolític­as de la región, Hernán Blanco (Ricardo Darín), el presidente argentino, vive un drama político y familiar, relacionad­o con su hija Marina (Dolores Fonzi), que le hará enfrentars­e a sus demonios.
LA HISTORIA: En una cumbre de presidente­s latinoamer­icanos en Chile, donde se definen las estrategia­s y alianzas geopolític­as de la región, Hernán Blanco (Ricardo Darín), el presidente argentino, vive un drama político y familiar, relacionad­o con su hija Marina (Dolores Fonzi), que le hará enfrentars­e a sus demonios.
 ??  ?? Dolores Fonzi es la hija del protagonis­ta. Érica Rivas, la mano derecha del presidente argentino. Mitre con El director SantiagoCa­cho, Darín y Daniel Giménez el presidente de México. Elena Anaya da vida a una periodista.
Dolores Fonzi es la hija del protagonis­ta. Érica Rivas, la mano derecha del presidente argentino. Mitre con El director SantiagoCa­cho, Darín y Daniel Giménez el presidente de México. Elena Anaya da vida a una periodista.

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