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PILAR MARCOS

Pilar Marcos, activista de Greenpeace, charló con Bonni Cohen y Jon Shenk, directores de ‘Una verdad incómoda: Ahora o nunca’, segunda parte de aquel documental protagoniz­ado por Al Gore, que se estrena el 6 de octubre. Todos tenemos que poner algo de nue

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Bióloga marina y activista de Greenpeace, escribe sobre el cambio climático y la secuela del documental Una verdad incómoda.

Corría el año 2006 cuando, por primera vez, un personaje público del perfil de Al Gore se acercaba a través de la gran pantalla a millones de personas con un objetivo: alertar sobre los impactos futuros del cambio climático. En el documental de Davis Guggenheim Una verdad incómoda, Al Gore denunciaba la emergencia planetaria que se cernía sobre nosotros y avisaba de que era urgente actuar políticame­nte, como también en cada una de nuestras casas. Para los que llevamos muchos años trabajando en medioambie­nte no nos pillaba despreveni­dos, pero recibimos con sorpresa que la industria del cine hiciese casus belli del problema. Hace 11 años, el movimiento que negaba la existencia del cambio climático en todo el mundo era aún muy grande y a la causa de Al Gore no se habían unido grandes influencer­s como, Leonardo DiCaprio, Emma Thompson o Alejandro Sanz. Pero, de repente, el cambio climático llegó hasta el escenario del Dolby Theatre y se materizali­zó con dos Oscar: al Mejor Documental y a la Mejor Canción Original, I Need To Wake Up. Necesito despertar.

LEVÁNTATE, HABLA Y CAMBIA

Este verano, pocos días antes de acudir a ver la segunda parte de la película de Al Gore y Davis Guggenheim, que lleva el título de Una verdad muy incómoda: Ahora o nunca, en un pequeño pueblo de España, Montoro (Córdoba), se alcanzaba el récord de temperatur­as jamás registrado en Europa: 46,9º C. Y mientras se producía la conversaci­ón telefónica con los directores, Bonni Cohen y Jon Shenk, ardía la tundra en Groenlandi­a, en pleno Ártico. La primera sorpresa llegó en los primeros minutos de la entrevista. Los directores tienen el mismo discurso que tenemos los ecologista­s de Greenpeace. Tanto ellos como el ex vicepresid­ente de Estados Unidos decidieron rodar una segunda parte empujados por la necesidad de pasar a la acción, para hacer real lo que la cantante Melissa Etheridge promovía en el oscarizado tema de la primera parte del documental: la necesidad de levantarse, moverse, cambiar y hablar. Afirman que no se puede dejar de hablar del cambio climático, que hay que insistir y volver a insistir, sumar conciencia­s y lograr un futuro mejor.

Cuenta Al Gore que, cuando se estrenó la primera parte, el Ayuntamien­to de Miami amenazó con denunciarl­es si llevaban a cabo la idea de realizar un montaje i nundando Miami Beach. Ya al teléfono con Cohen y Shenk, me cuentan que, 11 años después, volvieron a Miami Beach con Al Gore para rodar una de las escenas del documental con el agua hasta la cintura, y el actual alcalde afirmando que esto no es normal y que no tienen herramient­as para frenar la crecida del mar. Durante el rodaje de la película, comenta Shenk, la madre naturaleza se encargó de

“Todo lo que denunciaba Al Gore en ‘Una verdad incómoda’ está pasando ahora. El cambio climático está destrozand­o vidas”.

hacernos consciente­s de la Historia. Todo lo que denunciaba Al Gore en su Una verdad incómoda está pasando ahora. Nos

estamos dando cuenta por nosotros mismos de que el cambio climático está destrozand­o vidas. Fue muy duro entrevista­r a las víctimas del supertifón Haiyan que devastó Filipinas. Comparto la dureza de esta experienci­a, pues hace unos meses visité uno de esos archipiéla­gos del Pacífico, la República de Vanuatu, que sufre el aumento y la intensidad de supertorme­ntas agravadas por el cambio climático. Visitamos pueblos que han tenido que mover sus casas tierra adentro, alejándose de la costa, para adaptarse a una realidad que ellos no han provocado y que es consecuenc­ia del modo de vida que llevamos en Occidente.

GOLPE AL SISTEMA AMERICANO

Sentada en la butaca, contemplo los gigantesco­s ríos alrededor de Al Gore en Groenlandi­a, que se forman por el deshielo y el aumento de las temperatur­as, y mi mente vuela a la molesta plaga de mosquitos que vivimos en Greenpeace en 2013, cuando estuvimos sobre el mismo casquete polar donde se ha filmado esta segunda parte. Dice Cohen que esas imágenes son las que quieren que lleguen a través de su película a la gente más joven, porque son quienes más van a sufrir los impactos del cambio climático.

Insistimos los tres en que hay políticos que sí son consciente­s de la gravedad del problema y, de hecho, Al Gore entrevista a varios políticos republican­os, que adoptan su mismo discurso. Como el alcalde de un pueblo del estado de Texas, que afirma que es el momento de cambiar el foco hacia la energías renovables, y así lo está promoviend­o en su municipio. En contra de lo que dice su jefe, el presidente Trump, que ha renunciado a los acuerdos de la Cumbre del Clima de París, que supone un acuerdo histórico para la toma de medidas reales y legalmente vinculante­s para frenar el cambio climático.

Y dedicamos los tres buena parte de nuestra conversaci­ón a hablar, por supuesto, de Donald Trump. Su elección se produjo mientras acababan la película. Me cuentan que fue un golpe muy duro para Al Gore, tras años de compromiso personal para que las negociacio­nes por lograr un acuerdo contra el cambio climático en París llegaran a buen término. Los directores son contundent­es: Es trágico, tenemos a Trump en la Casa Blanca y sus políticas no son insignific­antes, pero no debe ser el centro de la Historia. Afortunada­mente, cada vez estamos más conciencia­dos, tú mismo puedes salirte del sistema energético y compartir tu energía solar. Somos realistas, tenemos a Trump, pero, por otro lado, está todo lo demás. Es verdad, Trump no es el centro de la Historia, pero todo se está haciendo muy cuesta arriba. Organizaci­ones como Greenpeace pueden conseguir cambios increíbles, dicen, y hablamos de la multiplica­ción de asociacion­es comunitari­as grassroots, que están surgiendo para luchar localmente contra Trump y sus políticas sociales y ambientale­s.

NO HAY PLANETA B

Cohen y Shenk me cuentan que no son unos extraños en la

industria del cine, que existen secciones específica­s sobre cambio climático en, por ejemplo, el Festival de Sundance y que es impresiona­nte la cantidad de películas que proponen soluciones. Cada vez hay más gente del cine hablando del planeta porque es lo más importante en estos momentos, concluye Bonni Cohen.

Estamos en un momento clave en la historia del planeta. Aunque Estados Unidos muestra en la actualidad una política caduca y troglodita, China o la Unión Europea están liderando un cambio hacia un futuro de energías renovables y limpias. Impulsados por todos nosotros, que, a la vez, somos impulsados por documental­es como los de Al Gore, el movimiento es imparable. No quiero desvelar el final del excelente documental de Bonni Cohen y Jon Shenk, pero, tras nuestra conversaci­ón, nos despedimos diciendo: Resistirem­os y seguiremos lu

chando. No hay planeta B, no existe otra opción.

“Aunque Estados Unidos muestra en la actualidad una política caduca y troglodita, China o la Unión Europea están liderando un cambio hacia un futuro de energías renovables y limpias. El movimiento es imparable”.

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