The Square
★★★★★
(Suecia, Alemania, Francia, Dinamarca, 2017, 144 min.).
Dirección y guion: Ruben Östlund. Intérpretes:
Claes Bang, Elisabeth
Moss, Dominic West, Terry Notary, Christopher Læssø.
Fotografía: Fredrik Wenzel.
COMEDIA DRAMÁTICA.
Como suele ocurrir,
una película que entre la crítica de Cannes causa cierta decepción, como esta Palma de Oro de consenso, gana puntos cuando finalmente aterriza en cartelera. Los problemas vienen de que el film, como ya indica el título, es menos redondo que el anterior de Östlund (Fuerza mayor, 2014), de su montaje un tanto azaroso (la recortaron a toda prisa para el festival) y de que esta parodia del mundillo del arte contemporáneo parece estar articulada desde un cierto desconocimiento, cosa que puede resultar harto irritante.
Dicho así, se diría que el sueco es un vendedor de humo, justamente como el protagonista absoluto de su film, un inmenso Claes Bang (todo un descubri- miento). Pero lo cierto es que irritar forma parte de su sentido del humor, incómodo e irreverente, con puntilla social. El film se recibe así como una desigual catarata de gags más o menos desternillantes, siempre presididos, insistimos, por el citado Bang, excelente en la piel de un burgués de cerebro limitado que sabe salir airoso de cualquier situación gracias a su irresistible encanto. Lo mejor: Claes Bang, un tipo con clase.
Lo peor: el desconocimiento de la materia parodiada. n realidad, nunca estuviste aquí toma una senda del thriller poco transitada últimamente. Salvo excepciones, el thriller contemporáneo con personaje atormentado o se mueve en un terreno psicológico o vuelca toda su energía en la representación física, casi siempre por la vía de la violencia explícita, de ese tormento. Pues bien, Lynne Ramsay (Tenemos que hablar de Kevin) lleva aquí al límite de manera fascinante una opción intermedia. Inspirándose con libertad en la novela de Jonathan Ames, de la que desecha toda explicación y todo lo accesorio y retiene el esqueleto, la pulsión y la angustia, la directora no hace ni una cosa ni otra. Mejor dicho: hace las dos a la vez. Se apoya en una narrativa rota y elíptica, en la mirada vacía del ex veterano de guerra (Joaquin Phoenix) y en puntuales descargas de horror para convertir su película en la contundente expresión material de los procesos mentales del protagonista. La película es la abstracción tangible y violenta de una mente destrozada e inconsolable.
ELo mejor: la fusión de los planos físico y mental del relato.
Lo peor: reprocharle su deliberado esquematismo.