Una actriz del montón
Carey Mulligan.
Hace un año, resultaba difícil explicar quién era Pamela Adlon; hoy está en cualquier lista de los mejores creadores en activo. Como actriz carece de esa chispa necesaria para triunfar en Hollywood. La lindeza no es mía: así la describe su madre ficticia en la serie que Adlon dirige, protagoniza y escribe (junto a Louis C.K.). En Better Things ha desatado su talento y satisfecho el anhelo de los intérpretes que se sienten ignorados: contar su historia personal y conseguir con ello el aplauso entusiasta de sus compañeros y de la crítica sin que parezca, además, que le importe demasiado.
Better Things es su vida, la de una actriz de 50 años en Los Ángeles que paga las facturas doblando dibujos animados y todavía no ha encontrado su gran oportunidad frente a la cámara. Tiene amigos, amantes, tres hijas impertinentes y una madre bastante cabrona. Si es más o menos ficción o autobiografía no importa. La serie respira como ella: es socarrona, pequeña, áspera, falible, antipática. No tiene miedo a resultar inadecuada, a mostrar la crueldad materno filial sin hacer un drama. Adlon tuvo su primer sueldo profesional antes que la primera regla y lleva tres décadas escuchando que no vale para el papel: Queremos a la rubia, ya te llamaremos. Better Things es un cuento sobre una tía que está de vuelta. Ha dejado de soñar con ser la protagonista y encara las cosas buenas (¿mejores?) que le ofrece la vida haciendo un corte de mangas.
BETTER THINGS SE EMITE EN HBO