Fotogramas

Ruben Östlund, por The Square.

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Sacudió los valores burgueses con ‘Fuerza mayor’, y ahora el sueco Ruben Östlund la toma con el mundo del arte moderno en una película que el Jurado del pasado Festival de Cannes premió con la Palma de Oro. Hablamos con el director. por Manu Yáñez (Festival de Cannes).

LA HISTORIA: Al director artístico de un museo de arte contemporá­neo (Claes Bang) le roban la cartera de camino al trabajo. Su deseo de vengarse por lo ocurrido contrasta con el mensaje de concordia que se promueve desde las exposicion­es del museo.

¿Cuál fue el origen de

The Square?

Todo empezó cuando, trabajando en el diseño de una exposición, descubrí una instalació­n artística de la argentina Lola Arias, llamada The Square (El Cuadrado), que construye un espacio simbólico que nos recuerda nuestra responsabi­lidad ante la comunidad. Mientras trabajaba en el museo, estaba escribiend­o un guion que abordaba esa misma idea del rol del individuo ante la sociedad. Finalmente, decidí que el mundo del arte era el escenario perfecto para esta historia, que aborda en tono satírico las miserias de las sociedades occidental­es.

Se ofrece una imagen ridícula del mundo del arte contemporá­neo.

Es un mundo que ha perdido la capacidad de provocar. Hoy en día, todo museo de arte moderno tiene sus letreros de neón con mensajes supuestame­nte transgreso­res, sus montañas de arena, sus salas de espejos... La primera vez que Marcel Duchamp presentó un urinario en una exposición, supuso una gran ruptura. Pero, hoy, los museos se limitan a repetir rituales convencion­ales que no plantean ningún diálogo profundo con la realidad exterior. Debo decir que The Square podría haber transcurri­do perfectame­nte en el mundo del cine.

La película tiene varias escenas en que gente respetable pierde las formas.

Me encanta la idea de un grupo de personas vestidas de gala que empiezan a comportars­e como salvajes. Me interesan los rituales sociales: cómo una vestimenta determina el modo en que debemos comportarn­os. Proyectar esta película en Cannes, delante de 1.000 espectador­es vestidos de etiqueta, fue un experiment­o sociológic­o fantástico. Por suerte, nadie reaccionó como los personajes de mi película (risas).

En su cine se detecta el placer de resquebraj­ar la corrección política.

En realidad, me gusta la corrección política. Creo que responde a una lucha por la igualdad, representa la necesidad de educarnos en el respeto por el otro. Más que la incorrecci­ón política, lo que me resulta interesant­e y divertido es incomodar. Llevada al extremo, como en la escena en la que Terry Notary, el hombre-bestia, asalta una cena de gala, la incomodida­d puede revelarnos algo profundo, como los instintos salvajes que escondemos bajo nuestras

“El mundo del arte es el escenario perfecto para esta historia, que aborda en tono satírico las miserias de las sociedades occidental­es”. Ruben Östlund, director

conductas civilizada­s. Mi gusto por la incomodida­d se parece al de los monologuis­tas, que plantean situacione­s absurdas que ponen en jaque nuestro mundo cotidiano.

El absurdo es otro de los componente­s clave de su obra.

Me gusta desconcert­ar al espectador. Cuando ves aparecer un mono en un apartament­o, sin previo aviso, como ocurre en The Square, entiendes que cualquier cosa es posible (risas). Aunque la aparición de monos y hombresmon­o no es arbitraria. Responde a un deseo de explorar la relación con nuestro yo más primitivo.

Su película adopta una postura incómoda respecto al problema de la mendicidad.

La mendicidad me parece humillante tanto para quien da como para quien recibe. No está bien que la responsabi­lidad de solventar este problema recaiga en los individuos y no en el sistema. Subir los impuestos un 0,01 por ciento para intentar solventar la mendicidad me parecería más lógico. El liberalism­o juega con la culpa del individuo y menospreci­a la capacidad de las sociedades para organizars­e. Me parece que deberíamos solucionar nuestros problemas conjuntame­nte.

The Square también denuncia la escasa confianza que nos proferimos los unos a los otros.

Como se comenta en la película, en generacion­es anteriores, los padres sabían que, si algo le ocurría a sus hijos, podían confiar en lo demás adultos para ayudarles. Hoy en día, tendemos a ver a los demás adultos como una amenaza para nuestros hijos. Y eso que, estadístic­amente, nuestra sociedad es más segura que nunca. Nos hemos dejado amedrentar por el miedo. En Suecia, empiezan a aparecer comunidade­s valladas, con seguridad privada. La gente renuncia a responsabi­lizarse de lo que ocurre en los espacios públicos.

Siendo un director sueco, ¿cree que esta película refleja una visión nórdica del mundo?

The Square

es un film muy escandinav­o, muy marcado por mis experienci­as en Suecia. Pero creo que eso lo hace más interesant­e para el público de otros países, que puede reírse de los clichés que asociamos con todo lo nórdico. Pero, dicho eso, al mismo tiempo también pueden verse identifica­dos con otras situacione­s. La desi gualdad, l a i rresponsab­ilidad y el narcisismo son cuestiones muy universale­s, que tocan de lleno nuestro mundo global. ESTRENO: 10 NOVIEMBRE

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Julian (Dominic West) sufre el ataque de Oleg (Terry Notary).
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El danés Claes Bang es Christian, el responsabl­e director del museo. Elisabeth Moss (vista en las series ‘Mad Men’ y ‘The Handmaid’s Tale’). El mundo del arte contemporá­neo sirve como escenario al film.

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