Demasiado cerca
★★★★★
TESNOTA (Rusia, 2017, 118 min.). Dirección: Kantemir Balagov. Intérpretes: Darya Zhovnar, Nazir Zhukov, Atrem Cipin, Veniamin Kac. Guion:
K. Balagov y Anton Yarush.
Fotografía: Artem Emelianov.
DRAMA.
El
mejor debut del pasado Festival de Cannes no sólo coloca en el mapa a su joven realizador, Kantemir Balagov, un protegé de Sokurov, sino también a su intrépida protagonista, Darya Zhovnar, recibida como una Kristen Stewart rusa, por físico, actitud y talento. Ella es la que nos guía hasta el final de este angustioso secuestro en el que no sólo está en juego la libertad de su hermano y su novia. La joven rebelde con peto de mecánico deberá hacer frente al peso de la tradición judía en su propia familia, así como al infierno del odio (racial) que la rodea en el culo del mundo, con Chechenia al fondo.
Balagov encierra a su heroína en un angosto formato (4:3), por si el paisaje circundante no fuese ya lo suficientemente gélido y desolador. Pero lo que quizás más llama la atención es la modernidad de la mirada del director, que, con precoz sabiduría para la composición y extraordinario dominio de la iluminación y los colores, llega a convertir cada plano de esta impactante ópera prima en una experiencia realmente excitante. Lo mejor: su extraña y personal apuesta estética.
Lo peor: Karbardia no se impone como destino vacacional. década ya llevamos casi tantas comedias USA de/para/sobre mujeres más que aceptables como en todo el siglo XX. Segunda entrega algo rebajada de desparrame y originalidad del atinado intento por parte de los creadores de la saga Resacón de crear otra franquicia similar, El Gran Desmadre sigue ofreciendo chispazos de eficacia humorística basados en su buena química entre actrices más que dotadas para la ligereza y una perfecta mezcla de timing cómico (interpretativo y de puesta en escena).
Además, Lucas y Moore, que saben latín, añaden una segunda unidad de lujo compuesta por Christine Baranski, Cheryl Hines y Susan Sarandon, cuyos minutos elevan, y mucho, el nivel medio de esta secuela. Lo mejor: ahora ya son seis cómicas.
Lo peor: a veces, las veteranas roban la función a las jóvenes protagonistas. La
argentina Anahí Berneri tiene una excelente filmografía que destaca por sus personajes femeninos. En sus películas hay mujeres reconocibles a las que pasan cosas reconocibles: envejecen (Encarnación), sienten los miedos de la maternidad (Por tu culpa), se descubren en relaciones muertas (Aire libre) y sobreviven y crían a sus hijos (Alanis). Algunos de los personajes femeninos más potentes del cine actual están en sus films, y no por originales o por protagonizar situaciones extraordinarias. Las mujeres de los films de Berneri, entre ellas, Alanis (Sofía Gala Castiglione), una joven prostituta, son poderosas porque son reales y están vivas. Y lo más interesante es la manera en la que la autora las filma para alcanzar esa verdad. Lejos de apoyarse en el texto para describirlas, muestra cómo se relacionan corporalmente con el entorno, cómo reaccionan físicamente al tiempo, al estrés y a una realidad hostil. Y de ese conflicto entre cuerpo y espacio, despojado en Alanis de todo accesorio (es su film más lacónico), Berneri saca un retrato preciso de esas mujeres en tránsito. Lo mejor: su juego cuerpo-entorno y Sofía Gala Castiglione. Lo peor: confundir su buscada sencillez con lo superficial.