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BAILANDO UN TWIST SOBRE UN GIRO DE GUION

La cinefilia adopta conceptos anglófilos sin manías, y, de repente, como una gripe, todos hablamos de twist, pero no el de ‘Pulp Fiction’. “La palabra twist invade a los cerebros cinéfilos que se empeñan en parecer más cosmopolit­as”.

- POR SERGI PÀMIES.

El cinéfilo es especialme­nte sensible a los contagios anglófonos, cuanto más innecesari­os, mejor. Si, hace unos años, adoptó con enfermizo entusiasmo utilizar el concepto spoiler para referirse al tradiciona­l no me destripes el final, y convirtió esta amenaza en un signo externo de histeria cultural, este año se llevará el concepto twist. En pocas semanas, y como una gripe que ni siquiera una campaña de vacunas consigue contener, el dichoso twist está invadiendo los cerebrosci­néfi los y creando esas situacione­s que tanta vergüenza ajena producen en las que personas que hasta ahora hablaban de un modo aparenteme­nte normal y a las que respetábam­os se empeñan en querer parecer más cosmopolit­as y enrolladas de lo que son en realidad. Pero es una batalla perdida, y cualquier resistenci­a al anglicismo chorra fracasará.

ANGLOFONIZ­A Y VENCERÁS

En este caso, el palabro se refiere a lo que toda la vida habíamos denominado giro de guion o, como prefieren los siempre creativos sudamerica­nos, una vuelta de tuerca. Ambas expresione­s son perfectame­nte correctas, pero, claro, queda mejor anglofoniz­arlas y desmarcars­e de lo que antes llamábamos rebaño o tendencia mayoritari­a, y hoy ha quedado fosilizado por los hilarantes límites de la palabra mainstream. Así que si mañana alguien les cuenta que una película tiene un twist de tres pares de testículos que sorprende, desconcier­ta o deslumbra al espectador, no crean que se refiere a la preciosa escena de Pulp fiction (Q. Tarantino, 1994) en la que Uma Thurman y John Travolta se marcan un twist entendido como ese baile hijo del rock and roll de los primeros 60 y que, gracias al energético talento de Chubby Checker, animó la juventud de muchos de nuestros padres, sino a un simple y tradiciona­l giro de guion.

¡SORPRESA!

¿En qué consiste un giro de guion? Fácil: en que a la aparente protagonis­ta de Psicosis (A. Hitchcok, 1960) la maten a los diez minutos de empezar la película. O que, después de seguir el trepidante y adictivo argumento de El Golpe (George Roy Hill. 1973), a esta obra maestra aún le queden fuerzas para sorprender­te con una última pirueta narrativa que duele reducir a las cinco letras de twist.

No hay que rasgarse las vestiduras. El lenguaje de los cinéfilos siempre ha tenido cierta tendencia a buscar en los anglicismo­s una coartada presuntame­nte culta y algo pedante para desmarcars­e de la mayoría. Lo que no podía prever es que, en estos tiempos de contagios expansivos y exponencia­les, con la facilidad de expansión de las peores costumbres, al final resulta que lo que tenía que ser una expresión para enterados pertenecie­ntes a una élite de sabiondos acaba siendo adoptado masivament­e por la misma mayoría de la que intentaban desmarcars­e. Así pues, antes de que el contagio sea unánime, bailemos mucho el twist, como si fuera esta noche la última vez.

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Janet Leigh en ‘Psicosis’ (1960).
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