BAILANDO UN TWIST SOBRE UN GIRO DE GUION
La cinefilia adopta conceptos anglófilos sin manías, y, de repente, como una gripe, todos hablamos de twist, pero no el de ‘Pulp Fiction’. “La palabra twist invade a los cerebros cinéfilos que se empeñan en parecer más cosmopolitas”.
El cinéfilo es especialmente sensible a los contagios anglófonos, cuanto más innecesarios, mejor. Si, hace unos años, adoptó con enfermizo entusiasmo utilizar el concepto spoiler para referirse al tradicional no me destripes el final, y convirtió esta amenaza en un signo externo de histeria cultural, este año se llevará el concepto twist. En pocas semanas, y como una gripe que ni siquiera una campaña de vacunas consigue contener, el dichoso twist está invadiendo los cerebroscinéfi los y creando esas situaciones que tanta vergüenza ajena producen en las que personas que hasta ahora hablaban de un modo aparentemente normal y a las que respetábamos se empeñan en querer parecer más cosmopolitas y enrolladas de lo que son en realidad. Pero es una batalla perdida, y cualquier resistencia al anglicismo chorra fracasará.
ANGLOFONIZA Y VENCERÁS
En este caso, el palabro se refiere a lo que toda la vida habíamos denominado giro de guion o, como prefieren los siempre creativos sudamericanos, una vuelta de tuerca. Ambas expresiones son perfectamente correctas, pero, claro, queda mejor anglofonizarlas y desmarcarse de lo que antes llamábamos rebaño o tendencia mayoritaria, y hoy ha quedado fosilizado por los hilarantes límites de la palabra mainstream. Así que si mañana alguien les cuenta que una película tiene un twist de tres pares de testículos que sorprende, desconcierta o deslumbra al espectador, no crean que se refiere a la preciosa escena de Pulp fiction (Q. Tarantino, 1994) en la que Uma Thurman y John Travolta se marcan un twist entendido como ese baile hijo del rock and roll de los primeros 60 y que, gracias al energético talento de Chubby Checker, animó la juventud de muchos de nuestros padres, sino a un simple y tradicional giro de guion.
¡SORPRESA!
¿En qué consiste un giro de guion? Fácil: en que a la aparente protagonista de Psicosis (A. Hitchcok, 1960) la maten a los diez minutos de empezar la película. O que, después de seguir el trepidante y adictivo argumento de El Golpe (George Roy Hill. 1973), a esta obra maestra aún le queden fuerzas para sorprenderte con una última pirueta narrativa que duele reducir a las cinco letras de twist.
No hay que rasgarse las vestiduras. El lenguaje de los cinéfilos siempre ha tenido cierta tendencia a buscar en los anglicismos una coartada presuntamente culta y algo pedante para desmarcarse de la mayoría. Lo que no podía prever es que, en estos tiempos de contagios expansivos y exponenciales, con la facilidad de expansión de las peores costumbres, al final resulta que lo que tenía que ser una expresión para enterados pertenecientes a una élite de sabiondos acaba siendo adoptado masivamente por la misma mayoría de la que intentaban desmarcarse. Así pues, antes de que el contagio sea unánime, bailemos mucho el twist, como si fuera esta noche la última vez.