¡VIVAN LOS NOVIOS!
Tras éxitos como ‘Samba’ o, sobre todo, ‘Intocable’, la pareja de cineastas que forman Éric Toledano y Olivier Nakache nos llevan de bodorrio en ‘C’est la vie!’. Ambos, y el actor Gilles Lellouche, nos hablan de las claves de esta desternillante comedia,
Nos adaptamos, repite Max una y otra vez, como un mantra, ante el caos con el que convive, día sí y día también, en su papel de organizador de bodas. Max y su gente se adaptan, parchean los problemas, sortean los inconvenientes. Se diría que, para levantar su negocio, hizo de la paciencia casi infinita su mejor arma. Pero empieza a agotarse, harto del temperamento de su ayudante, de la poca profesionalidad de alguno de los miembros de la brigada que comanda, de los imprevistos que pueden dar al traste con una planificación impecable. Jean-Pierre Bacri presta su imperturbable rostro a nuestro hombre, eje alrededor del cual pululan un
“Ser director es tener una postura, tomar partido, y el nuestro es no dejar de ser espectadores. Así nos hemos construido”. Éric Toledano, director
puñado de personajes sin desperdicio, en la nueva comedia de Éric Toledano y Olivier Nakache, los reyes Midas que destrozaron taquillas con Intocable (2011) y que continúan un flirteo con el público que parece inmarchitable. El mayor regalo que nos dio el éxito de Intocable fue la libertad, explicaban en la presentación de C’est la vie! en el pasado Festival de San Sebastián. Libertad para hacer lo que queremos. A diferencia de otros directores, nosotros siempre pensamos en los espectadores, queremos que sean felices mientras ven nuestras películas, reflexiona Éric Toledano: Vivimos con esa presión de conectar con ellos, y nos gusta. Si no la tuviéramos, probablemente no habría juego. De un día para otro, la gente puede dejar de aceptar lo que haces, puede detestarte... les pasa a muchos. De repente, la vida te da un tortazo. Es parte del juego de dedicarse a esto, y, si no aceptas sus reglas, es mejor buscarse otro trabajo.
Con esta comedia, la pareja de directores y guonistas se meten de cabeza en el subgénero películas-de-boda, y ponen el foco en los responsables de que la ➔
fiesta llegue a buen puerto: el maestro de ceremonias, media docena de camareros, un cocinero con trucos que vale la pena no olvidar cuando nos inviten a un enlace matrimonial (desconfíen si les sirven hojaldres de anchoa), un fotógrafo glotón bastante impresentable, dos lavaplatos de Sri Lanka que se ríen de la idiosincrasia francesa, o un cantante con un ego proporcional a su falta de talento (y de don de lenguas).
COMEDIA... ¿CON MATICES?
Personajes y situaciones que dan mucho juego, en una comedia muy coral que precisaba de un timing impecable. Y que, de algún modo, apuesta más por la risa pura que sus anteriores films. Nos interesa particularmente ese tipo de comedia que se mezcla con las emociones,
con el drama, como ocurría en Intocable o en Samba... Es una combinación muy sabia. Aquí hay momentos que van más allá de la comedia pura, aunque, probablemente, sean menos que en otros de nuestros trabajos, admite Toledano. Mucho más locuaz que su compañero, preguntando constantemente en un castellano macarrónico por la respuesta del público a la primera proyección en el
certamen donostiarra, continúa: Hacemos las películas que tenemos ganas de ver, así que, cuando algo nos gusta, tratamos de penetrar en el universo de sus creadores. Hemos sido fans de Woody Allen y de la comedia italiana de los 70, y nos encantó Relatos salvajes, de Damián Szifron, que es una radiografía de la sociedad argentina, pese a que los sketches no son nuestro estilo. En realidad, son to- das esas películas que te hacen reír y reflexionar sobre el mundo que nos rodea.
LA COREOGRAFÍA DE LA RISA
Volviendo al timing, Toledano apunta que tuvieron que pelear contra el peligro a que todo se volviera demasiado teatral: Hubo muchos ensayos y puestas en escena para que cada actor entrara en escena en el momento y el lugar correctos, para que el juego funcionara y todo pareciera espontáneo. Nakache toma la palabra, recuerda el probable origen de su nuevo film (la pri
mera escena de Samba pasaba durante una boda: una secuencia que nos llevaba del salón a lo que se escondía entre bastidores. Era un buen resumen de lo que teníamos ganas de hacer) y da pistas sobre
el modo en que trabajan: Funcionamos en tres etapas. La primera es la escritura, claro, pero tenemos muy claro que debemos dejar margen para hacer mil cambios durante el rodaje. A veces, por ejemplo, las características de un actor puede hacer que un personaje gane peso. Ocurrió con el de Alban Ivanov (el camarero cuyo afeitado patillero provoca un buen dolor de cabeza, y de estómago, al personal), al que le escribimos nuevas escenas mientras filmábamos, porque daba mucho juego. En el guion dejamos opciones abiertas, y en el plató reescribimos en fun-
“Nos interesa la comedia mezclada con emociones. Films que hacen reír ] VIÂI\MSREV WSFVI IP mundo que nos rodea”. Éric Toledano, director
ción de lo que ocurre. Acabamos teniendo muchísimo material cuando llegamos a la mesa de montaje, que es nuestra red de seguridad para conseguir la armonía del conjunto, para que no haya personajes difuminados. Es el montaje el que nos habla, el que nos dicta qué quitar o añadir...
La condición de caos coral de C’est la vie! no evita que hablemos con los directores de los dos nombres más mediáticos de su largo reparto. Tuvimos una colaboración estupenda con Jean-Pierre Bacri, afirma Olivier Nakache: Es un intelectual, muy reconocido como actor, pero también como escritor y dramaturgo (formando tándem creativo con Ag
nès Jaoui han tenido éxitos como Para todos los gustos o Como en las mejores familias). Y añade: Le gustó mucho el guion y se implicó de forma absoluta. Revisamos los diálogos con él en muchísimas lecturas, y se dejó llevar y guiar durante el rodaje. Bacri es un tipo muy exigente, y eso nos empujó a aumentar nuestra propia exigencia.
Toledano se refiere al tronchante trabajo de un Gilles Lellouche (visto en Peque
ñas mentiras sin importancia o Conexión Marsella) que, en la piel de James, el cantante contratado para dinamizar la boda, destroza idiomas (sus versiones de Eros Ramazzotti o de La Chica de Ipanema son para llorar), agita servilletas y pone
de los nervios a más de uno: Pensamos en él ya en el guion, pero no teníamos claro que quisiera hacerlo, porque su estatus es de estrella, y le ofrecíamos un rol secundario. Pero en esas decisiones reconoces a un actor inteligente, que no mide al personaje en función del tiempo que está en pantalla. Va más allá. Gilles quiso formar parte de la aventura, cantó tan mal como le pedimos y le dio la ternura necesaria a ese músico de segunda fila.
Así las cosas, C’est la vie! apunta a nuevo bingo en la carrera de Nakache y Toledano, superados los tres millones de entradas vendidas en Francia. Ser director es tener una postura, tomar partido. Y el nuestro es no dejar de ser espectadores. Así nos hemos construido. ESTRENO: 26 ENERO LE SENS DE LA FÊTE (Francia, 2017, 117 min.). Dirección: Olivier Nakache y Éric Toledano. Int.: Jean-Pierre Bacri, Jean-Paul Rouve, Gilles Lellouche, Judith Chemla, Vincent Macaigne. Distribuidora: A Contracorriente. COMEDIA. www.acontracorrientefilms.com