De repente... Tennessee Williams
Paul Newman y Elizabeth Taylor protagonizaron La Gata sobre el tejado de zinc (1958), una de las adaptaciones más celebradas del dramaturgo sureño, al que rendimos un cálido homenaje en el 35º aniversario de su fallecimiento.
Un 25 de febrero de 1983, ahora se cumplen 35 años, fallecía uno de los dramaturgos más versionados por Hollywood. Homenajeamos a Tennessee Williams repasando las mejores adaptaciones al cine de un autor que nadó a contracorriente. por Àlex Montoya. Fotos: Archivo FOTOGRAMAS.
Creo que nací siendo escritor, solía decir Thomas Lanier Williams (Columbus, Mississippi, 1911-Nueva York, 1983), uno de los grandes nombres de la escena contemporánea y, de rebote, uno de los más adaptados por Hollywood. Bajo la influencia de Chéjov y D.H. Lawrence, Tennessee Williams vio cómo gran parte de su producción conquistaba la meca del cine. Tenía un lado tierno, nostálgico, y, de pronto, vieron su fuerza dramática, que abrumó a la gente en el teatro, explicaba Elia Kazan, acaso el cineasta que mejor comprendió el universo del autor, que trasladó a la pantalla y a las tablas.
Ganador de dos Premios Pulitzer y un Tony, Williams saltó a la fama con el éxito en los escenarios de El zoo de cristal (que estrenó en Chicago, en 1944), iniciando un período marcado por continuos altibajos emocionales y creativos. Víctima de una adolescencia turbulenta y de una homosexualidad que vivió entre la represión y la juerga; marcado a fuego por sus orígenes sureños, una madre posesiva y una salud frágil (compartida con su hermana Rose, a la que diagnosticaron una demencia precoz, salvajemente combatida con una lobotomía) y autodestructiva, Williams acudió constantemente a episodios biográficos que convertiría en leitmotiv de sus obras.
Creador de atmósferas opresivas y personajes atormentados, crítico con las convenciones y estructuras sociales, asaltó temas espinosos (y cercanos) como la represión sexual, la frustración, la locura, el hedonismo o la soledad. Mi mayor aflicción y quizás el tema principal de cuanto he escrito, confesaba, es una soledad que me persigue como una sombra agobiante y demasiado pesada...