Fotogramas

Ziad Doueiri, por El insulto.

- por Philipp Engel.

‘El insulto’. El libanés Ziad Doueiri nos habla de esta fábula política nominada al Oscar de Habla No Inglesa sobre la imposible reconcilia­ción entre musulmanes palestinos y cristianos libaneses.

DE QUÉ VA: En el Beirut actual, Toni (Adel Karam), cristiano, y Yasser (Kamel El Basha), musulmán, se enzarzan en una discusión que termina en los tribunales y deviene crisis nacional.

El insulto describe una crisis de estado que difícilmen­te podría haberse dado en Europa. Pero imagino que en Líbano es distinto.

En Europa difícilmen­te, pero Estados Unidos ocurrió algo parecido con Rodney King. Cuatro policías pegaron a un negro, y estallaron las revueltas. En el mundo árabe, se puede crear un problema muy gordo si tocas ciertos temas… Mi madre fue mi asesora jurídica, y comprobamo­s que un insulto como el del film puede ser delito.

Usted tuvo problemas con la justicia.

Siempre he tenido problemas en Beirut. En 2012, tuve problemas porque rodé El atentado en Israel. La ley libanesa impide todo contacto con cualquier israelí. Esta misma mañana, me ha pedido una entrevista un periodista de Israel, y he tenido que negarme. Ya fui a la cárcel por ello, y no quiero volver a pisarla.

En Líbano la película ha sido un gran éxito, pero también ha causado polémica…

¡Número uno! Pero ha sido muy atacada por la izquierda. Me tienen manía, por lo de Israel. Para ellos, que defienden la causa palestina, aquello fue alta traición. Lo mismo con la película, porque en ella se dice que los palestinos también cometieron atrocidade­s durante la Guerra Civil, aunque eso es rigurosame­nte cierto.

Los cristianos son poderosos en Líbano.

Representa­n el 50 por ciento de la población. Y, sí, son muy importante­s, los más poderosos de Oriente Medio.

Usted es suní de nacimiento.

Sí, y mis tres primos perdieron la vida luchando contra los cristianos en la Guerra Civil, que acabó en 1990. Cuando volví de Estados Unidos en 1998, para filmar mi primera película, West Beirut, mi cabeza seguía en guerra. Pero luego conocí muchos cristianos, incluida Joëlle Touma, la madre de mi hija.

¿No fue un problema que fuese cristiana?

¡Me gustó mucho! Y desde entonces escribimos las películas juntos. Aquí, por ejemplo, intercambi­amos los roles: yo me metí en la piel del abogado que defiende al cristiano, y ella en la de la abogada que defiende al palestino. Es importante meterse en la piel del otro. ¿Cómo se ve Siria desde Líbano?

¡Es el tema de mi próxima película! Está centrada en una refugiada siria, con velo y todo, que participa en un concurso televisivo en donde está conectada a un detector de mentiras. Si dice la verdad, gana dinero. Y va ganando hasta que le hacen una pregunta muy difícil… Acabo de empezar a escribir con mi ex mujer. ¿Ex mujer?

Sí, como en muchas parejas la pasión con Joëlle se acabó. Hemos fracasado en el matrimonio, pero el divorcio ha salido genial. Seguimos siendo amigos, buenos padres de nuestra hija, y escribimos muy bien juntos. Ya llevamos cuatro películas, desde Lila dice (2004), contando la próxima. Vivimos a 100 metros, en París, y eso también ha influido: los franceses se llevan bien con sus ex. Tienen muchos defectos, a veces son insoportab­les, pero se toman muy en serio el tema de la fraternida­d. Cuando consigues que te consideren un amigo, es para siempre.

ESTRENO: 16 MARZO

“La izquierda de mi país me odia, porque en mi película se dice que los palestinos también cometieron atrocidade­s en la guerra”. Ziad Doueiri, director

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Adel Karam y Kamel El Basha, un cristiano y un musulmán.

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