El director general de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas reflexiona sobre cine y educación.

Enseñar cine, por un lado, y enseñar con cine, por el otro. Por fin se va a llevar a cabo un programa para preparar a la nuevas generaciones, audiovisuales ante todo, en su mismo lenguaje.

En los últimos lustros, la recuperación del público propio (Francia lo hizo hace ya mucho tiempo) por el cine italiano, alemán o danés, por citar tres casos muy diferentes, es un fenómeno que indica que hay vida después de Hollywood, aunque este sigue siendo uno de los puntos débiles del cine español.

FORMACIÓN DEL GUSTO

Señalar el problema de la distribución (la posición privilegiada de las distribuidoras multinacionales americanas se ha mantenido como una constante década tras década desde hace un siglo) para explicar la floja recepción del cine de cada país, ha sido algo recurrente cuando se han buscado soluciones desde la industria, la administración o ambas a la vez. Pero la lógica de la distribución está cambiando de manera acelerada por el impacto digital y la proliferación de nuevas pantallas para ver una película. Y, en este nuevo panorama, el factor último y más poderoso sigue siendo el gusto del espectador y, en consecuencia, los mecanismos que una sociedad adopta para ayudar a la formación del gusto de las nuevas generaciones de espectadores. En otras palabras: la presencia, o ausencia, del cine en la educación.

El caso francés, tantas veces citado, es muy ilustrativo. Siendo ministro Jack Lang, y en un momento de crisis profunda de público, el profesor y crítico de cine Alain Bergala recibió el encargo de pensar cuál era la mejor fórmula de que el cine entrara en las aulas. El programa surgido de aquel encuentro entre la voluntad política y la reflexión cinéfila fue una de las claves de la recuperación del público y de la consolidación de un apego de la sociedad francesa por su propio cine, que aún se mantiene y se acrecienta. Aquí, el movimiento de llevar el cine a las aulas también está vivo desde hace años, con iniciativas extraordinariamente valiosas, aunque no siempre conectadas. Diversas institu- ciones y autoridades de diferentes ámbitos están implicadas. El propio Ministerio de Cultura, Educación y Deporte consignó, en su Plan 2020, la alfabetización audiovisual como uno de sus objetivos. Pero aún no se ha conseguido movilizar la cantidad de energía necesaria para una acción cultural de gran calado.

GRAN OPERACIÓN CULTURAL

Hace nueve meses, la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España dirigió una invitación a todos los enseñantes, cineastas, instituciones y autoridades que comparten este objetivo para trabajar juntos. La respuesta ha sido fantástica. En la primera semana de marzo, se presentará la hoja de ruta de lo que podría ser una gran operación cultural para introducir, de manera metódica, regular y exitosa, la enseñanza del cine en las aulas y el uso del cine como herramienta de educación.

Para contribuir al éxito de esa operación, la Academia ha reactivado la Fundación Academia de Cine, desde la cual, en colaboración con el ICAA y con el Ministerio de Educación, se está poniendo en marcha el Portal Educativo del Cine Español, instrumento que permitirá hacer un mejor uso de nuestro cine en los centros educativos que ofrecen el currículum español en 44 países.

Educar con el cine colocado en el centro de un programa cuya idea es formar un gusto que permita apreciar las nuevas películas y el patrimonio cinematográfico puede parecer una apuesta lenta, teniendo en cuenta la rapidez con la que cambian los referentes, las estéticas y las tendencias. Pero son estos rasgos del presente los que dan más sentido que nunca a las apuestas de mayor riesgo, calado y rigor. La educación es una de ellas.Y estamos seguros que dará sentido a la reactivación de la Fundación Academia de Cine.

“En breve se presentará una gran operación cultural para introducir la enseñanza del cine en las aulas, y también como herramienta de educación”.