Comedia.
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La Tribu (España, 2018, 90 min.). Dir.: Fernando Colomo. Int.: Paco León, Carmen Machi, Rebeca Salas, Luis Bermejo, Julián López, Artur Busquets, Manuel Huedo. COMEDIA.
Las personas normales somos conscientes de que nuestra única defensa ante las humillaciones de los poderosos es el humor. O bailar y ser feliz, encontrar la felicidad en las cosas sencillas, las que de verdad importan, de la vida. Esa es la terapia, amable, que La Tribu aplica a su protagonista, amnésico tiburón del capitalismo que, cual personaje de Preston Sturges o el Mel Brooks de ¡Qué asco de vida! (1991), hallará la redención en el extrarradio de sus ambiciones. Sustentada en la imparable, siempre sorprendente y matizada vis cómica de Paco León (su escena en el supermercado: un clásico instantáneo), la película de Fernando Colomo parece renovar sus propios trabajos de antaño, con una mirada curiosa y encariñada con todas sus criaturas. De hecho, hay mucho en ese ejecutivo implacable en modo huida en la pija de Bajarse al Moro (1988), una Aitana Sánchez-Gijón aco- gida por los desamparados, la gente de verdad del barrio; allí Madrid, y, en La Tribu, la Badalona que sigue siendo pastadita a la que cantaba Joan Manuel Serrat. Que los caminos de ambos sean diferentes vendría a marcar también los cambios en estos 30 años que separan una historia de otra, casualmente (¿o no?) ambas guionizadas por Joaquín Oristrell.
Un guiño de Colomo a aquel otro Colomo: tanto a la comedia misma como género combativo, como a la idea de solidaridad en un microcosmos heterogéneo. Lo hace demostrando que está en buena forma y (lo mejor) que es posible (y, por supuesto, más útil) hacer un cine comprometido y social con humor sin necesidad de caer en el panfleto. La Tribu es el ejemplo: una hermana bailonga de la franquicia USA Dando la nota con aires de Ken Loach pero sin esos aires de grandilocuencia que el británico suele tener cuando se pone en modo sermón, lo que suele ser película sí y película también. Fernando Colomo no lo necesita: unas simples camisetas, unas madres, esposas y compañeras, unas mujeres trabajadoras, dotan de tanta cálida verosimilitud a la historia que no le hace falta.