Antonio Mercero.
Director y guionista español.
12 mayo. 82 años.
Pocos tuvieron la capacidad y el talento para conectar con el público de este guipuzcoano capaz de revolucionar la televisión: primero, con Crónicas de un pueblo (1971-74) y con La cabina (1972, foto 1), aquel telefilm lleno de dobles lecturas que protagonizaba José Luis López Vázquez y que tuvo un revuelo internacional (no hace demasiado, Charlie Brooker confesaba que le inspiró un episodio de Black Mirror), Premio Emmy incluido, insólito en la televisión española de la época. Los ojos que me vean ahora, serán mucho más críticos decía en FOTOGRAMAS, tras llevarse el galardón. Pero, y lo digo sin vanidad, he sido un señor que siempre se ha llevado premios de cosas. Y siempre he te- nido que volver a empezar de cero, explicaba, sacándose de encima cualquier presión extra. No pareció morir de éxito: con Ese señor de negro (1975-76) volvió a saborear el cariño del público, que se multiplicaría hasta el infinito con el extraordinario fenómeno que significó, y sigue significando tras mil y una reposiciones, Verano Azul (1981-82). Cuando terminamos el rodaje, no nos imaginábamos ni por asomo que tendría ese éxito y que llegaría a tantas partes del mundo, recordaba tiempo más tarde.
Ese señor de cine. Su flirteo con la televisión continuaría con Turno de oficio (1986-87, foto 3) y, sobre todo, con Farmacia de guardia (1991-95), otro exitazo monumental, tras el que regresó al cine, con La hora de los valientes (1998). Tengo más seguridad, controlo mejor los resortes para llegar al espectador, haciendo televisión, decía en la presentación de esa película. Y eso que anteriores films suyos, como La guerra de papá (1977, foto 2) o Tobi (1978), habían funcionado muy bien en taquilla. Mercero dominó siempre ambos lenguajes, supo dirigirse a los más pequeños (Buenas noches, señor monstruo) y fue capaz de contar historias más adultas, como La última estación (1982) o Espérame en el Cielo (1988), que relataba la peripecia de un supuesto doble de Franco, y que le dio su única nominación al Goya (que logró, de forma honorífica, en 2014, ya enfermo de alzhéimer, foto 4). Planta 4ª (2003) e ¿Y tú quién eres? (2007) cerrarían la trayectoria profesional de uno de los más grandes de nuestra industria.