XXI Festival de Cine de Málaga.
El Festival de Málaga, que premió ‘Las distancias’, ha vuelto a constatar que sigue siendo la mejor plataforma de lanzamiento de nuevos talentos de nuestro cine en un año en el que las mujeres han tomado definitivamente las riendas del certamen.
La mujer ha sido la gran triunfadora de esta edición del Festival de Málaga (15/24 marzo). Han brillado las directoras: la mayoría, pertenecientes a una nueva generación que viene dispuesta a reivindicar su espacio a base de tesón y talento. Elena Trapé (Las distancias), Meritxell Colell (Con el viento), Belén Sánchez y Carolina Astudillo (Ainhoa, yo no soy esa) acapararon los premios más importantes de las secciones Oficial, Zonazine y Documental respectivamente. Mar Coll, la primera creadora de una serie española en una plataforma online, presentó los primeros capítulos de Matar al padre.
En la programación destacaron debuts valientes como el de Andrea Jaurrieta, con Ana de día, y el de Marta Díaz de Lope Díaz, que, con Mi querida cofradía, se metió al público en el bolsillo. Además, la gran intérprete argentina Valeria Bertuccelli se puso delante y detrás de la cámara para firmar La Reina del Miedo, y la mexicana Natalia Beristain puso en imágenes la apasionante vida de la poeta feminista Rosario Castellanos en Los adioses.
Terror y luz. Los personajes femeninos también han sido los encargados de vehicular buena parte de los relatos. Desde el excelente cuento de terror No dormirás, de Gustavo Hernández, a la crónica social que representa Invisible,
en la que el director argentino Pablo Giorgelli sigue los pasos de una adolescente embarazada en un país donde el aborto es ilegal. Y hasta llegar a la joya del festival: la luminosa Benzinho, un auténtico monumento a las madres que tienen que sacar ellas solas adelante a toda su familia sin ningún tipo de victi- mismo, desde la vitalidad. Está firmada por el brasileño Gustavo Pizzi.
Distancias y añoranzas. La nostalgia y el recuerdo del ayer fue otro de los grandes bloques temáticos de esta edición. Estaba presente en Las distancias, que gira en torno al desencanto generacional y a la amistad que se ha ido perdiendo por el camino. También en Sin fin, la original propuesta de los hermanos Alenda que mezcla romance y viajes en el tiempo; y en la crepuscular Formentera Lady, de Pau Durà, en la que el hippy trasnochado que interpreta José Sacristán representa el fin de la utopía. Incluso en la uruguaya Ojos de madera, de Roberto Suárez, a través de visiones pesadillescas. Y, por supuesto, en Casi 40, donde David Trueba recupera a los personajes de La buena vida (1996), interpretados por Lucía Jiménez y Fernando Ramallo, para embarcarlos en un melancólico viaje de despedida.