EL HOMBRE QUE MATÓ A DON QUIJOTE.
‘El hombre que mató a Don Quijote’ llega después de 25 años de “hacer y deshacer”, como su autor Terry Gilliam proclama en el prólogo de este cuento contemporáneo que ha clausurado el último Festival de Cannes. Un sueño maldito de un creador testarudo, en
Un director (Adam Driver) vuelve al pueblo donde rodó un film sobre Don Quijote. Se reencuentra con el zapatero (Jonathan Pryce) que interpretó al protagonista... y se cree el Quijote.
Un escudero esquivo. Adam Driver, el ex marine que se dio a conocer en la serie Girls, además de pasarse al Lado Oscuro (Stars Wars: El despertar de la Fuerza, 2015; y Stars Wars: Los últimos Jedi, 2017) como sucesor de Darth Vader, sigue sumando directores reputados a su filmografía: los Coen, en A propósito de Llewyn Davis (2013); Jim Jarmusch, que lo convirtió en su Paterson (2016); Martin Scorsese, que le dio el papel del jesuita de su ambiciosa Silencio (2016), y, ahora, Terry Gilliam, que le confía el Sancho Panza de El hombre que mató a Don Quijote. Vemos a Driver cruzando un riachuelo a pie. Es un arroyo del río Eresma, en el Pinar La Boca del Asno, en Valsaín (Segovia). A los pocos periodistas que lo presenciamos nos dan ganas de desintegrarnos cuando detecta nuestra presencia: la huidiza estrella no quiere atisbarnos en varios kilómetros a la redonda, para no desestabilizarse.
Problemas. El de Driver sería el menor de los problemas de un proyecto que empezó y acabó maldito, pues hasta casi la víspera de su estreno mundial en el Festival de Cannes, el ex productor de la cinta, el portugués Paulo Branco, reclamaba la prohibición de ese pase reivindicando sus derechos sobre la obra. Por el camino, Amazon renunciaba a distribuir la película en Estados Unidos. De la última versión del guion de tan acariciado y tantas veces gafado proyecto han desaparecido los saltos temporales entre el siglo XVII y el XXI, lo que ha abaratado, sin duda, la producción, estimada en 16 millones y medio de euros.
Gilliam en acción. Pero volvamos a la filmación. Frente a nosotros, en la otra orilla, una chica Bond a caballo, con fastuosas vestimentas de fiesta y un aparatoso tocado: es Olga Kurylenko, que encarna a Jackie, la mujer del jefe (Stellan Skarsgård) del protagonista (Adam Driver). Junto a ella, un desconocido de riguroso negro con aspecto de guardaespaldas y traje moderno custodia a la dama. Y sin botas de agua, calado hasta la pantorrilla, un hombre de 77 años, afable y enérgico, da la acción: es Terry Gilliam, autor del guion junto a Tony Grisoni, con el que colaboró en Fear and Loathing in Las Vegas (1998) o Tideland (2005). La hija de Gilliam, Amy, y los productores españoles, Gerardo Herrero y Mariela Besuievsky (que tomaron las riendas del proyecto cuando Paulo Branco y Gilliam rompieron, y después de que otro español, Adrián Guerra, estuviera a punto de implicarse en la producción) van y vienen entre la localización y el campamento base.
El zapatero loco. Hablamos con Jonathan Pryce, el zapatero español que se embarca en un viaje extraño, mezcla de realidad y fantasía, con un director que, diez años atrás, rodó una idealista ópera prima que trastornó a los habitantes del pueblo español en que se filmó. Pryce tomará al realizador por su fiel escudero Sancho Panza: Terry me ofreció un papel en la versión que se truncó, pero yo no podía hacerlo entonces. Hace 34 años que trabajamos juntos en Brazil, y no hemos dejado de ser amigos en todo este tiempo. Es un director único. Amo su forma de crear; su caos. Él y Nicola (Pecorini, su director de fotografía) forman un gran tándem. Son un par de rebeldes. A lo que añade Kurylenko: Aunque haya inconveniencias, molestias, Te- rry siempre ve las cosas con humor; siempre encuentra la forma de reírse de los problemas.
Frágil. Así las cosas, cuesta creer a Gilliam: Ya no tengo la locura y la fuerza que tenía. Me he hecho mayor. Soy muy frágil. El ex Monty Python y autor de El Rey Pescador (1991) o 12 Monos (1995) compendia: Mis personajes siempre se comportan como niños o lunáticos o Quijotes. Prefieren vivir en un mundo extraordinario. Y eso es peligroso, porque la realidad siempre está ahí, acechando. Y, si cruzas sin mirar en ambas direccio-
nes, el autobús te arrolla. Y apunta un cierto paralelismo en la relación entre su Toby-Sancho y Quijote con la del doctor Frankenstein y su monstruo.
Yo soy el tonto que acabará la película, mientras que siempre podremos imaginar lo maravilloso que habría sido el Quijote de Orson Welles. He robado cosas de él y de casi todos los Quijote que se han hecho, aunque nunca me ha interesado nada ser respetuoso con la novela, con la letra de Cervantes. Él sólo es la inspiración, añade el director. Completan el reparto Joana Ribeiro (Angélica, la Dulcinea de la ópera prima, prisionera de un magnate ruso del vodka), Jason Watkins (agente de Toby) y los españoles Óscar Jaenada, Hovik Keuchkerian, Jordi Mollà, Sergi López, Rossy de Palma, Jorge Calvo y Paloma Bloyd. Otros escenarios han sido Fuerteventura y Portugal. El diseño de producción es de Benjamín Fernández, y la música, de Roque Baños. ESTRENO: 1 JUNIO.
El hombre que mató a Don Quijote (España, Francia, Bélgica, Portugal, 2018, 131 min.). AVENTURAS.