La Firma Invitada.
El Gobierno bajó a principios de julio el impuesto para el cine del 21 al 10%. Pero sería más correcto decir que lo redujo sólo para las entradas. Las plataformas ‘online’, tal y cómo denuncia en este artículo Juan Carlos Tous, mantienen el antiguo.
Gracias a la oportunidad que me brinda FOTOGRAMAS, empiezo este artículo con un reconocimiento a su labor de difusión del Video on Demand (VOD) iniciada en 2008, gracias al entusiasmo del director Toni Ulled y del resto de la redacción de Barcelona. El Blog de Cine Online fue el primer medio especializado en las por entonces embrionarias y escasas plataformas digitales de distribución de cine y series en internet. Ha pasado más de una década desde que Filmin se presentó en el mercado español, y hoy todo el mundo sabe qué es Netflix, conoce que Juego de Tronos es una serie de HBO y ha oído hablar de la producción de series nacionales de Movistar+. Sin duda, son una realidad. Sin embargo, estos soportes que permiten el acceso en streaming a películas y series en Internet siguen sin contar con una cobertura legislativa acorde a su implantación y presencia en nuestro mercado.
Hemos asistido, hace tan sólo unas semanas, a la tan reclamada bajada del IVA en el cine; un nuevo tipo reducido que se aplica únicamente sobre las entradas a las salas, pero no sobre la industria cinematográfica. Este nuevo porcentaje es superior al que existía previamente a la subida y, aún equiparándose con el resto de actividades culturales en lo aplicado a las entradas, muestra un agravio comparativo ante las nuevas formas de consumo. El acceso a una película a través de internet, a través de las plataformas de VOD, seguirá con el IVA del 21%.
Esta medida, lejos del mantra que tanto este Gobierno como el anterior se han cansado de repetir, no favorece a todos los espectadores. Es discriminativa para aquellos que, por la razón que sea, deciden disfrutar de films a través de internet, y es una muestra más de la falta de apoyo que reciben las plataformas locales que trabajan cada día por ampliar la oferta de contenidos y por satisfacer la demanda del nuevo público que quiere decidir cómo y cuándo ver una película.
Hay que advertir también que esta falta de consideración hacia el espectador y, en consecuencia, hacia las plataformas de VOD, es aún más gravosa en España para las plataformas locales como Filmin, frente a los operadores globales del sector, como Netflix, Amazon o HBO, domiciliados en otros territorios de la Unión Europea con una tributación más favorable. Sabemos que se está trabajando para corregirlo, pero hoy somos nosotros quienes, pese a contar con un catálogo mayoritario de producciones europeas, estamos obligados a invertir un 5% de los ingresos en la producción de películas y/o series comunitarias. Una medida acertada para dinamizar el sector, pero que deja de ser justa al no aplicarse sobre las plataformas globales que, aún operando en nuestro mercado, están inscritas en otros territorios.
Sin duda, orientándonos hacia un nuevo espectador que quiere disfrutar de cine y series también en sus dispositivos conectados a internet, debemos exigir a nuestros representantes y al Gobierno un compromiso total con el desarrollo de la economía digital, y que demuestren, tanto en el Parlamento Europeo como en su política de ayudas, un verdadero apoyo a los espectadores y un reconocimiento a las plataformas de VOD, considerándolas parte de la industria del cine.
Europa entendió hace muchos años que amparar a plataformas de VOD locales era la mejor estrategia para asegurar la disposición del cine hecho aquí en un entorno cada vez más global. En nuestro mercado, hoy, sólo los productores y distribuidores ofrecen su apoyo, comprendiendo que apostar por internet es ampliar y facilitar al espectador la disponibilidad de acceso a sus títulos.
“Esta medida no favorece a los espectadores. Es discriminativa para quienes deciden cómo y cuando disfrutar de una película”.