BELÉN RUEDA
El rodaje de ‘El orfanato’ reunió a jóvenes e ilusionados debutantes con Belén Rueda, que también se estrenaba como la gran dama del terror español.
La actriz recuerda los sustos (unos provocados por J.A. Bayona) en el rodaje de El orfanato. Hoy sigue enganchada al terror con El pacto.
Cuando la productora Rodar y rodar me llamó en 2005 yo era la ‘madrísima’ de televisión gracias al éxito de Los Serrano. Jota [Bayona] y el productor Guillermo del Toro buscaban precisamente eso así que comenzamos un maravilloso rodaje en Llanes y en una antigua fábrica reconvertida en estudio en Barcelona donde también se había rodado El maquinista (Brad Anderson, 2004). Todos éramos debutantes tremendamente ilusionados (era solo mi segunda película) y no nos importaban las larguísimas jornadas de trabajo, el frío, la humedad e incluso ¡las ratas!. En el momento de rodar mi escena con el cadáver del niño Simón (Roger Príncep) en el tétrico sótano del estudio intenté concentrarme oyendo en mis auriculares la Cavalleria Rusticana de Pietro Mascagni, como suelo hacer, pero algo intentó distraerme: una enorme rata que se paseaba a mi lado. Yo no dije nada y seguí a lo mío.
No fue el único momento ‘peligroso’. Roger lo pasó mal en la escena del agua en la playa porque la máscara le impedía respirar hasta que al final Ba- yona tuvo que buscar un sustituto de, casi, su mismo tamaño: ¡él mismo! y casi se ahoga también.
Muchas veces, el cansancio nos vencía al final de la jornada. En una secuencia en la cama, en la que creo que mi marido (Fernando Cayo) se acuesta conmigo, me quedé dormida de verdad y Jota aprovechó para asustarme y rodar con la cámara en primer plano y luego alejándose. ¡Fue un grito auténtico y me acordé de la familia de todo el equipo! Enormemente curioso, el director siempre estaba preguntando a los actores y a sus colaboradores Sergio G. Sánchez (guionista) y Óscar Faura (director de fotografía) para saber cómo nos sentíamos y qué nos parecía todo. Estaba muy calculado pero admitía cambios. La escena final de la pulsera no estaba explicada y yo le dije que el público tenía que saber qué pintaba allí esa joya. Y la cambiamos. El resultado final salió tan bien que lo celebramos con un autobús karaoke en los Premios del Cine Europeo.
Fue todo muy especial.