Fotogramas

A PROPÓSITO DE CHARLOTTE

Conoce la fama desde que nació, pero no se lleva bien con ella. La actriz y cantante francesa de 47 años, hija de los iconos de los 70 Jane Birkin y Serge Gainsbourg, repite su célebre pasión interpreta­tiva con ‘Promesa al amanecer’.

- Por Sonia Guijarro

Sus padres escandaliz­aron al mundo con la banda sonora del orgasmo más comentado de la historia, Je t’aime…moi non plus. Ella, a pesar de sus más de 40 películas, dos premios César (que guarda en un trastero de París), el galardón a la Mejor Actriz en Cannes (por Anticristo, Lars von Trier, 2009), un quinto disco en el mercado (presentado en el Primavera Sound de Barcelona) y trabajos de modelo con Balenciaga, Louis Vuitton o Saint Laurent, firma de la que es nueva musa, no siente que esté a la altura: No tengo el talento de mi padre, ni la belleza de mi madre. Charlotte Gainsbourg (Londres, 1971), fetiche de Lars von Trier, creció en París, pero decidió hace años resguardar­se con su marido (el actor y director israelí Yvan Attal) y sus tres hijos en el anonimato de Nueva York, porque en Francia ya no sabía quién era. En este exilio voluntario se siente dueña de su vida y busca la autoestima.

La música, su refugio. De timidez enfermiza, la actriz asume su dualidad profesiona­l como una oportunida­d de vivir en dos universos al mismo tiempo. Para Charlotte, cuya inspiració­n nace de la cantante y poetisa Patti Smith (y, por supuesto, de su carismátic­o padre, que decía de ella que era un diamante escondido en un agujero), la música es el lugar donde se siente libre. Necesito poner voz a mis sentimient­os, asegura, a pesar de que, cada vez que pisa las tablas, le invade un terrible miedo escénico. Su último trabajo, titulado Rest (que significa descansa en inglés y quédate en francés; de nuevo, la dualidad) habla del amor y del desamor, y le ha servido para saldar cuentas consigo mis- ma, con su miedo a la muerte y con la profunda tristeza que le produjo el suicidio, hace cinco años, de su hermana, la fotógrafa Kate Barry, hija de Jane Birkin y el compositor John Barry. Su padre falleció cuando ella tenía 19, y el fantasma de aquella pasión paterno-filial que les llevó a protagoniz­ar un polémico videoclip en el que yacían juntos (Lemon incest, 1983) aún sigue vivo: Conservo su casa de París exactament­e igual que la dejó al morir, hace 27 años. Modestia, sinceridad y respeto. Los artistas han formado parte de mi vida cotidiana siempre, pero yo no me atrevo a decir que lo soy. En mi carrera, las cosas pasan por casualidad. Y es que la actriz francesa trabajó a los 14 años con Claude Miller (L’effrontée, 1985) gracias a que Jacques Doillon le había dado alguna frase en

La tentation d’Isabelle (1985). Su encuentro con von Trier no fue menos casual: le falló la actriz con la que contaba. El polémico director danés ha marcado su carrera, así como gran parte de su vida: Lo considero mi amigo, a pesar de que es un ser misterioso e impredecib­le. De su mano, escandaliz­ó su papel de Ella en Anticristo, y aún más la interpreta­ción de una adicta al sexo en Nymphomani­ac (2013). Charlotte le adora:

Siempre me lleva al límite, me empuja a ir más allá. La modestia, la sinceridad y el respeto son los valores que le inculcaron sus padres. Aunque no me enseñaron a cuidar de mí misma, precisa. Eso tuve que aprenderlo sola.

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Charlotte Gainsbourg interpreta a Nina, la madre de Roman, el protagonis­ta del film.
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