Fotogramas

Jamie Lee Curtis, por La noche de Halloween.

‘La noche de Halloween’. Jamie Lee Curtis celebra cuatro décadas de profesión regresando al papel que la convirtió en la reina indiscutib­le del grito. Hablamos con ella sobre lo mal que lo pasa haciendo (y viendo) cine de terror y cómo se las ha arreglado

- Por Marc Tió (Los Ángeles).

Reina del grito. A Jaime Lee Curtis nadie le ha regalado el título de scream queen. Se lo ha ganado a pulso. Sólo hay que recuperar sus cinco primeras películas en cine, incluyendo el film sobre el que cimentó su carrera, Halloween (J. Carpenter, 1978), todas de terror. Queda ya para los libros de historia su gama de gritos, suspiros y jadeos. Es toda una ironía, confiesa a FOTOGRAMAS la actriz, estilizada en un traje negro, sus icónicas gafas de pasta a conjunto y sin dejar de comer almendras en ningún momento. Odio las películas de miedo, ¡no las veo! ¡Hasta lo paso fatal con las películas de Disney! Así que me parece muy divertido que se me reconozca por una y por el papel de Laurie Strode. A pesar de su aversión al género que le dio fama, Curtis ha regresado a la saga por quinta vez. Aunque esta nueva entrega lo cambia todo. Nueva segunda parte. La noche de Halloween (2018), dirigida por David Gordon Green con la bendición del mismo John Carpenter, conecta directamen­te con los hechos ocurridos en la original. Han pasado 40 años, tanto del hilo argumental de la película como de su rodaje, y para Curtis regresar a Strode tiene algo reconforta­nte. Nos acabamos de conocer, dice, pero soy tal como ves. Procuro ser divertida, tengo mucha energía, soy rápida y quizá un poco maniática. Laurie es el polo opuesto: calmada, intelectua­l, soñadora. Aunque ahora la encontramo­s en un momento diferente porque vemos las consecuenc­ias de la experienci­a traumática que vivió. Pese a su poca afinidad con el género, podríamos decir que lo lleva en la sangre: su madre, Janet Leigh, protagoniz­ó una de las es- cenas de terror más famosas del cine, la de la ducha de Psicosis (A. Hitchcock, 1960). Nunca hablamos de ello porque estábamos un poco distanciad­as pero mi madre siempre quiso que sacase a relucir mi lado más divertido. Leigh no iba desencamin­ada. Su éxito llegó no tanto por sus gritos sino por las carcajadas generadas en Un pez llamado Wanda

(C. Crichton, 1988) y Mentiras arriesgada­s (J. Cameron, 1994) con la que ganó un Globo de Oro.

Revuelta en Hollywood. En todos estos años trabajando en la industria, Curtis ha sigo testigo de lo mejor y de lo peor. Tengo la ventaja de que me casé en 1984, me concentré en mi familia y pasé bastante de todo. La conversaci­ón se ha adentrado inevitable­mente en el movimiento #MeToo que ha sacudido Hollywood este último año tras destaparse el caso Harvey Weinstein. No voy a mentir y decir que sabía cosas sobre él. No tenía ni idea. Eso no quiere decir que no sean totalmente ciertas esas afirmacion­es pero yo jamás tuve contacto directo con él, a pesar de participar en una de sus películas. ¿Me sorprendió? No. ¿Me han pasado cosas a mí? ¡Por supuesto! Lamentable­mente todas las mujeres hemos pasado por momentos así. Pero estamos cambiando la historia.

Dos segundos. Entre almendra y almendra, la actriz recuerda una anécdota –que le gustó mucho contar– sobre cómo vaticinó su boda con el polifacéti­co actor británico Christophe­r Guest, antes incluso de conocerse en persona y en sólo cinco meses. Esta historia le da pie a proclamar una frase que utiliza como mantra: La vida depende de dos segundos que no ves venir. Las decisiones que tomas en esos dos segundos determinan tu vida de ahí en adelante. Por eso es tan importante estar abierta al mundo. Eso es lo que me llevó a mí a superar mi problema con el alcohol. O a Laurie a superar esa maldita noche de Halloween. Sentados ante esta mujer que, además de actriz, produce, dirige y hasta tiene tiempo para escribir cuentos infantiles, tenemos la certeza de que esos dos segundos le han cundido como a nadie.

ESTRENO: 26 OCTUBRE

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