Una fiesta cinéfila desbordante
Bilbao fue una bacanal (de cine).
El festival Zinebi celebró su
60.º aniversario de la mejor manera posible: con una programación rigurosa y coherente, comprometida tanto con el cine de lo real como con la ficción más robusta, y marcada por el feliz descubrimiento de nuevas voces autorales. Unos sólidos principios que se vieron reforzados por un palmarés ejemplar, entregado por unos jurados formados íntegramente por mujeres. Así, el Gran Premio del Festival de Bilbao fue para el cortometraje Los que desean, de Elena López Riera, cuya poética exploración del ritualizado universo de la colombicultura desembocó en un sensual estudio de las leyes del deseo. Por su parte, Entre raíles, de Delfina Spratt y Àlex Puig Ros, ganador del Gran Premio de Cine Español, brilló con su incisiva investigación en torno a las experiencias de cuatro con- ductores de tren marcados por el recuerdo del atropello de peatones. Por último, la elegíaca Ancora Lucciole, de María Elorza, el Gran Premio de Cine Vasco, propuso una punzante radiografía del presente a través de la memoria de Pier Paolo Pasolini y de la caza de teléfonos móviles encendidos en salas de cine. Invitados y homenajeados. Más allá de las secciones competitivas, los protagonistas de Zinebi fueron los documentalistas veteranos –Frederick Wiseman retrató la América profunda en Monrovia, Indiana y Werner Herzog rindió tributo a Mijaíl Gorbachov en Meeting Gorbachev–, además de dos invitados de lujo. Primero, el tailandés Apichatpong Weerasethakul (director de Tropical Malady), que diseccionó los misterios de su propia obra en una inolvidable masterclass en el Museo Guggenheim; y luego el argentino Mariano Llinás, que con la desbordante La flor conquistó la imaginación de unos espectadores que, a lo largo de tres tardes de proyecciones, 14 horas en total, asistieron a una estimulante relectura de la historia del cine, de los orígenes a la modernidad, pasando por casi todos los recodos del cine de género. Ver para creer. zinebi.eus