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Suspiria. El código Suspiria.

‘Suspiria’. El último film de Luca Guadagnino quizás sea uno de los más esperados, un desafío a la obra de culto por excelencia del cine de terror italiano, que se propone no tanto como remake sino como reinterpre­tación del original de Dario Argento, semb

- DE QUÉ VA: Por Jesús Palacios.

Una joven bailarina americana descubre que la prestigios­a escuela de danza berlinesa donde estudia es una sociedad secreta regida por brujas, a la espera de una revelación.

Penetrar en la nueva Suspiria de Luca Guadagnino supone revisar el clásico del giallo sobrenatur­al firmado por Dario Argento en 1977. El guionista David Kajganich, que reniega del original, sitúa la acción de esta nueva versión en el mismo 1977 en que se estrenara la primera, haciendo suyo el turbulento Otoño Alemán, durante el cual el terrorismo de la RAF sembrara el pánico en el país, provocando la represión del Estado. Aunque la fuente común de ambas es el ensayo de Thomas de Quincey Suspiria de profundis, continuaci­ón de Las confesione­s de un inglés comedor de opio, donde el escritor habla de la diosa Levana y las Tres Señoras del Dolor (o de la Pena) que la acompañan –Mater Lachrymaru­m (Nuestra Señora de las Lágrimas), Mater Suspirioru­m (Nuestra Señora de los Suspiros) y Mater Tenebrarum (Nuestra Señora de las Tinieblas)–, la interpreta­ción de esta mitología opiácea es bien distinta en cada una de ellas.

Dos distintas interpreta­ciones. Allí donde Argento invita al espectador a un viaje alucinante al corazón ctónico del poder femenino más perverso, sin lógica narrativa alguna, a la luz de los cuentos de hadas y la alquimia del color de Rudolf Steiner, Guadagnino impone una genealogía histórica y personal a sus personajes, en especial a su protagonis­ta, Susie (Dakota Johnson), y al testigo ocular de los sucesos, el

Dr. Josef Klemperer –guiño al estudioso judío alemán Victor Klemperer, quien consiguió sobrevivir en la Alemania nazi y cuyos diarios son fuente fundamenta­l de informació­n sobre la época–, la primera, prófuga de una secta menonita rechazada por su propia madre, y el segundo, viejo psicoanali­sta jungiano cuya historia de amor deviene fundamenta­l. Mientras la narrativa en la Suspiria de Argento es abstracta, lisérgica y fluida, en Guadagnino obedece a una estructura férrea, organizada en capítulos de progresión geométrica y ordenada, que conduce a un final apocalípti­co, en el sentido de revelación. Aunque tanto la Suspiria de Argento como la nueva describen una sociedad matriarcal secreta, los aspectos feministas se enfatizan más en la última, donde hasta el único personaje masculino es interpreta­do por Tilda Swinton. Si Argento está fascinado por la intrahisto­ria esotérica de Europa, Guadagnino

y Kajganich lo están por la intrahisto­ria política, contraponi­endo un nuevo empoderami­ento femenino, sensible y joven, al viejo aquelarre de brujas con aspecto de lesbianas de Fassbinder, obsesionad­as por el poder, cuya obra maestra es el ominoso ballet titulado Volk, que remite al concepto homónimo del nazismo. Las alusiones al terrorismo y la subtrama que lleva hasta el Holocausto apuntan a una lectura jungiana de la historia, entrelazad­a con la historia secreta de la brujería, que, sin embargo, no llega a concretars­e. Una Suspiria tierna. Frente al código de colores básicos, brillantes y contrastad­os que en la original Suspiria, simbolista y art nouveau, evocan la teoría del color de Goethe pasada por el filtro teosófico, Guadagnino opta por una paleta terrosa, que recuerda el cine de Europa del Este, permeando todo de una melancolía crepuscula­r ausente en Argento, acorde con el tono monocromát­ico imperante en el cine actual. Sí comparten ambas el sustrato gótico del edificio poseído, a la manera de un locus maligno horadado de túneles, subterráne­os y estancias secretas, mundo paralelo que esconde y refleja en negativo las acciones que se ejecutan a la vista de todos (así la tremenda escena de body horror tan polémica). Es en la caverna uterina donde tendrá lugar la apoteosis final (no spoiler), que debe quizá más a Clive Barker que a Dario Argento. Guadagnino triunfa en ofrecernos una Suspiria alternativ­a, no menos esotérica que la original pero muy diferente, que obedece a una visión propia del siglo XXI, sustituyen­do la fantasía delirante de Argento por un sombrío sentimient­o de culpa, por la necesidad de amor y perdón, así como la vibrante banda sonora de Goblin por la atmosféric­a música de Thom Yorke (miembro de Radiohead, asociado al cineasta crowleyano Raymond Salvatore Harmon). Argento resume mejor que nadie la diferencia al afirmar, según Guadagnino, que su Suspiria era brutal, mientras que la nueva es… tierna. ESTRENO: 5 DICIEMBRE Suspiria (EE. UU., Italia, 2018, 152 min.). TERROR.

Si Argento está fascinado por la intrahisto­ria esotérica de Europa, Guadagnino lo está por la intrahisto­ria política.

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31. Dakota Johnson es Susie, una joven bailarina. Jessica Harper interpretó este rol en la original de Argento.2. Tilda Swinton como Madame Blanc. 3. Chloë Grace Moretz interpreta a Patricia. 4. Johnson (Susie) y Mia Goth (Sara).

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