Fotogramas

LA CASA DE JACK. Terror Crítica en núm. 2.103.

‘La casa de Jack’. El siempre polémico Lars von Trier sumerge al espectador en la mente de un asesino psicópata encarnado por Matt Dillon en un satírico y brutal film. El cineasta danés muestra su cara más frágil e incorrecta a FOTOGRAMAS.

- Por Manu Yáñez (Festival de Cannes).

Purgatorio. El correspons­al de FOTOGRAMAS en Cannes acude a la cita con el ínclito y siempre polémico Lars von Trier en la rebautizad­a Villa Zentropa (nombre de la productora del cineasta danés), situada a 10 minutos en taxi del palacio del festival. Mientras espera en un salón acristalad­o, el periodista ve aparecer, desde el fondo de un estrecho pasillo, una figura encorvada, cuyos andares de anciano evocan un aura fantasmal. La prominente barba canosa y la media melena lisa de Von Trier perfilan una estampa sobrecoged­ora, punteada por el quebradizo hilo de voz y las manos temblorosa­s del director de Rompiendo las olas o Dogville. ¿Quién habría pensado que así sería el retorno de Von Trier a Cannes, siete años después de la rueda de prensa de Melancolía, en la que unos comentario­s sobre Hitler y el nazismo le valieron al danés la considerac­ión de ‘persona non grata’? El cineasta recuerda el episodio con angustia: Fue muy doloroso. Se me llegó a acusar de cosas que podían acarrear hasta cinco años de prisión, y yo no aguantaría ni cinco minutos en una cárcel. Ahora espero que todo vaya bien… a no ser que me hagas decir alguna estupidez, sonríe irónicamen­te. Von Trier no pasa por uno de sus mejores momentos, pero conserva el instinto provocador intacto.

De hecho, el director de Nymphomani­ac no se amedrenta ante nada y en su nueva película, La casa de Jack, no duda en mostrar imágenes de archivo de Hitler, Mussolini y Stalin para evocar la idea del mal. Mi técnica consiste en llevar las cosas al límite, expone, y para hablar de los horrores de la historia debía ir hacia allí. Creo que es un derecho humano hablar sobre la Segunda Guerra Mundial. Hay canales de televisión que ponen documental­es sobre Hitler las 24 horas del día, ¿por qué no puedo hacerlo yo en mi película? Las imágenes del genocida alemán se enmarcan en una crónica de las fechorías de un asesino en serie llamado Jack, a quien da vida Matt Dillon. ¿Qué llevó a Von Trier hasta la figura del psicópata? Siempre he sido un gran fan de las novelas de Patricia Highsmith y de la idea del psicópata. Suelen ser personas que siempre creen que sus planes van a salir bien, por muy ridículos que parezcan. Y así, con una desfachate­z entre

cómica y abyecta, actúa el nuevo antihéroe de Von Trier.

Infierno. A los pocos minutos de charla, y ante la dificultad para articular respuestas extensas, Von Trier se disculpa ante el periodista: Aún estoy un poco dormido (son las 10:30 h de la mañana), ya iré entrando en calor. En el delicado estado de salud del cineasta resuena su batalla contra la depresión y el alcoholism­o. ¿Cómo describe el rodaje de

La casa de Jack? Fue complicado por culpa de mis problemas con la ansiedad, confiesa. Siempre tengo miedo de no ser capaz de sobrelleva­r un rodaje. No quiero perder el tiempo hablando de mis síntomas, pero te diré que son muy molestos. Paradójica­mente, este estado de excepción nerviosa parece alimentar su inconformi­smo: Cuando tienes miedo de morir en los próximos 10 minutos, ¿qué importa una película? Es una sensación liberadora, remata este ya no tan enfant (tiene 62 años) aunque sí todavía terrible. Al poco que uno se sumerja en La casa de Jack, no es difícil rastrear los paralelism­os entre la figura del psicópata y la del artista. La práctica artística no es inofensiva, tiende a herir a algunas personas. En ese sentido, es una disciplina egoísta, admite Von Trier, que no oculta sus vínculos con el protagonis­ta del film: No necesité investigar sobre el Trastorno Obsesivo Compulsivo que sufre Jack porque es algo que llevo padeciendo durante más de 30 años, revela. Una compulsión que, en manos de Jack, toma tintes ultraviole­ntos, una brutalidad que generó una espantada en la proyección de La casa de Jack en Cannes. Pensé que si quería llevar las cosas al límite, debía incluir violencia explícita, explica Von Trier, sería un engaño no mostrarla. Luego, es decisión del espectador dejar de mirar la pantalla o irse de la sala. El cineasta afirma no disfrutar mucho rodando escenas violentas, en las que predomina el uso de efectos especiales. La excepción fue la escena del patito, en la que Matt sujetó las patas del animal bajo sus plumas. Lo que vemos romperse son unas patas de plástico. ¡Funcionó de maravilla!

Paraíso. Pese al recuerdo de sus problemas con la ansiedad, a Von Trier se le ilumina la mirada al hablar de su trabajo con Matt Dillon: He tenido suerte al contar con su confianza, asegura.

Eso me permitió trabajar con mucha libertad. Filmábamos cada escena de varias maneras diferentes, con cámara al hombro, incorporan­do cosas sobre la marcha. Lo cierto es que, con la excepción de Björk en Bailar en la oscuridad, el director ha contado casi siempre con la complicida­d de sus estrellas. Varias de ellas aparecen en los agradecimi­entos del film: Fueron muy generosas al cederme los derechos de imagen para poder usar fragmentos de mis anteriores cintas. Otras, como Uma Thurman, participan en un film al que el cineasta danés suma el veterano actor alemán Bruno Ganz o la emergente Riley Keough (Lo que esconde Silver Lake). ESTRENO: 25 ENERO The House That Jack Built (Dinamarca, Suecia, Francia, Alemania, 2018, 152 min.). DRAMA.

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Jack (Matt Dillon) cometiendo uno de sus asesinatos.
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El ‘homenaje’ de Von Trier a Bob Dylan en el film.
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Uma Thurman repite conVon Trier tras ‘Nymphomani­ac’.

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