Comedia OLD MAN AND THE GUN. Drama. Crítica en núm. 2.103.
El anuncio de que con el estreno de ‘The Old Man and the Gun’ se retira Robert Redford, una de las estrellas más polifacéticas y atípicas que ha producido la Meca del Cine, nos anima a trazar el perfil de quien ha sido uno de los grandes galanes de la his
Cuando Robert Redford interrumpió, a los 20 años, sus estudios en la Universidad de Colorado poco podía imaginar que llegaría a ser uno de los grandes del séptimo arte.
Y eso a pesar de que nació en Santa Mónica (California), el 18 de agosto de 1936, y se crio en Van Nuys, a un tiro de piedra de la meca del cine. O quizá precisamente por eso fue por lo que nunca se dejó deslumbrar por el brillo de la gran pantalla. Crecí en Hollywood y para mí no era el final del arcoíris porque sabía de antemano que allí no existía ningún arcoíris en el horizonte, ha reconocido. Su madre, Martha, a la que adoraba, había fallecido un año antes, en 1955, él se consolaba de su pérdida abusando de la bebida y los estudios no le ofrecían ninguna salida. Si pudo ingresar en la universidad fue gracias a una beca deportiva, por sus demostradas habilidades en la práctica del tenis, el béisbol, el fútbol americano y la natación.
Amor y cine de la mano. Tras entregarse a su gran pasión por viajar y recorrer en autostop, en plan mochilero, buena parte de Estados Unidos y Europa, regresó a Los Ángeles.
Había intentado sin éxito abrirse camino como pintor en París, Florencia y Roma, y su idea era dedicarse a la dirección artística. Alguien le sugirió que le podía ayudar en su empeño inscribirse en clases de Arte Dramático, y se matriculó en la American Academy of Dramatics Arts de Nueva York. En California había dejado atrás a su novia, Lola van Wagenen, que sería durante años la mujer de su vida. Tanto la echaba de menos que un día entró en una cabina y le pidió matrimonio por teléfono. Se casaron en 1958. Ella tenía 19 años y él, 21. Se divorciaron en 1985, dos años después de haber celebrado sus bodas de plata.
Memoria cinéfila. Dio sus primeros pasos como actor en papeles de malo en series hoy clásicas como Perry Mason o Los intocables, a la vez que se forjaba una reputación en los teatros de Broadway. Su carrera en el cine despegó con Descalzos por el parque (Gene Saks, 1967), junto a Jane Fonda. Su primera y única nominación al Oscar como actor le llegó con
El golpe (George Roy Hill, 1973). La Academia de Hollywood reconoció en 2002 su trayectoria, que incluye títulos que forman parte de la memoria sentimental de varias generaciones de espectadores, como La jauría humana (Arthur Penn, 1966), Dos hombres y un destino (George Roy Hill, 1969), Las aventuras de Jeremiah Johnson (Sydney Pollack, 1972), Tal como éramos (Sydney Pollack, 1973), El gran Gatsby
(Jack Clayton, 1974), Los tres días del cóndor
(Sydney Pollack, 1975), Todos los hombres del presidente (Alan J. Pakula, 1976), Brubaker
(Stuart Rosenberg, 1980), Memorias de África (Sydney Pollack, 1985) o Una proposición indecente (Adrian Lyne, 1993).
Director y productor. A sus trabajos como actor hay que sumarle la creación del prestigioso Festival de Sundance; y sus labores como director de títulos como Quiz Show. El dilema (1994) o El hombre que susurraba a los caballos (1998), y de productor, entre otras, de The Old Man and the Gun, el título con el que anuncia que se retira de la interpretación. Se abre ahora una nueva etapa en su vida, que afronta con su actual esposa, la pintora Sibylle Szaggars, 20 años más joven que él, con quien se casó en 2002.