Fotogramas

CÓMO SER JOVEN

Siguiendo la estela de la firma invitada de nuestro número anterior, el autor incide en la imperiosa necesidad de reinvenció­n de la exhibición para subsistir. ¿Ha quedado viejo el espectácul­o del cine en salas? Si no se potencia como experienci­a única, s

- Por Santiago Roncagliol­o*.

Envidio mucho el lifting de James Bond. El agente lleva 60 años trabajando y sigue en forma. El truco: cada vez que empieza a arrugarse, cambia de rostro. Solo usa facciones de alta costura, como Sean Connery, Pierce Brosnan o Daniel Craig. Dios, cuánto daría yo por una década con el careto de Daniel Craig.

Ahora también se lleva la crema facial El irlandés.

La usan Robert De Niro, Al Pacino y Joe Pesci en la última película de Scorsese, que es en realidad su misma película de siempre, solo que al reparto ya se le ha pasado el arroz. Para resolverlo, en vez de poner actores más jóvenes, el director ha rejuveneci­do digitalmen­te a sus amigos. El problema es el aspecto de dibujo animado que adquieren. Y claro, que cuando vuelven a casa después del rodaje, siguen siendo viejos.

Este 2019 que termina, el cine mismo se ha vuelto viejo. Ante Netflix, el veterano séptimo arte necesita un tratamient­o rejuvenece­dor. Porque gracias a los tres premios Oscar para la Roma de Alfonso Cuarón, Netflix demostró que podía producir con calidad y riesgo. Y hoy mismo, si quieres ver una película conmovedor­a pero minoritari­a como Historia de un matrimonio, te será más fácil hacer clic que encontrarl­a en una sala cerca de tu casa. Si Netflix distribuye como nadie y alberga joyas artísticas, ¿cuál es la diferencia entre el cine y la televisión? ¿O la segunda ha devorado al primero?

El mismo Scorsese tiene la repuesta: durante la promoción de su última obra, se empeñó en machacar a las películas de superhéroe­s, porque se parecen más a un ‘parque temático’ que al cine que él disfruta. Y es verdad: para resistir, la sala de cine se está convirtien­do en una experienci­a familiar. Los padres compran las entradas por nostalgia de su propia infancia. Sus hijos asisten por la acción. Y todos viven juntos una experienci­a trepidante frente a una pantalla enorme. De modo similar funcionan los biopics de cantantes como Queen o Elton John. Cualquier plan dominguero grupal cuesta 20 veces más.

¿Podría ser de otro modo? Quizá sí, si los cineastas como Scorsese se empeñasen en defender las salas y no trabajar para plataforma­s. Pero cuando Netflix te ofrece 140 millones de dólares, el capitalism­o ya no te parece tan malo.

El futuro de las salas dependerá de ellas mismas, y de lo que ofrezcan al consumidor. Hay todo un mundo mas allá de Marvel o Freddie Mercury.

Los Phenomena de Barcelona ofrecen una pantalla gigante, un bar acogedor y una película diferente en cada función. Te puedes pasar el día entero ahí. Otros cines proyectan teatro y conciertos. Las salas se están haciendo atractivas porque ofrecen mucho más que cine: experienci­as únicas.

Para sobrevivir a 2020, el cine tendrá que cambiar para seguir siendo el lugar donde nos reunimos a ver espectácul­os accesibles. Como James Bond, que sigue siendo 007 aunque cambie de cara. En cambio, me temo que las recetas rejuvenece­doras de Scorsese solo dejan ese aspecto de dibujo animado.

*Santiago Roncagliol­o, escritor peruano autor de célebres novelas como Pudor –llevada al cine por David y Tristán Ulloa en 2007–; Abril rojo, o El material de los sueños (Arpa), que explora la relación entre realidad y ficción.

“EL FUTURO DE LAS SALAS DEPENDERÁ DE ELLAS MISMAS, Y DE LO QUE OFREZCAN AL CONSUMIDOR. HAY TODO UN MUNDO MÁS ALLÁ DE MARVEL O FREDDIE MERCURY”.

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