‘LA SEMILLA DEL DIABLO’
ROSEMARY’S BABY (EE. UU., 1968, 137 MIN.). INT.:
MIA FARROW, JOHN CASSAVETES, RUTH GORDON, SIDNEY BLACKMER. TERROR.
Por encima de los muy aireados desbarajustes que acompañaron el rodaje de esta película –los celos de Frank Sinatra; el acoso laboral a su vegetariana esposa, Mia Farrow, obligada a comer hígado en una secuencia; el divismo de John Cassavetes; la maldición (luego ciertamente probada) que envolvía el edificio Dakota donde se rodó el film; el ego del propio Polanski…– queda este vanguardista emblema del terror paranoico sustentado en el poder de sugestión y la duda permanente. Extraordinaria esa atmósfera minimal (y ¡diurna!) que envuelve a la protagonista y al espectador dirigiéndolos poco a poco hacia la certeza de que el mal existe y de que este anida en el día a día. Un cotidiano del que es imposible escapar generando una indefensión que crece y se desboca. No hay violencia a chorros; solo la fragilidad de esa Mia Farrow embarazada y recién instalada en un nuevo hogar, ante la sospecha de que hay algo que no encaja, incógnita que la sumerge en una espiral de introspección y aislamiento por culpa de un marido, Cassavetes, que le hace ‘luz de gas’, y de unos vecinos invasivos (inmensa y oscarizada Ruth Gordon), que achacan a su estado de buena esperanza su desasosiego. Y como guinda a este tormento perfecto, un final que solo se adivina en las horrorizadas pupilas de la protagonista.