Pedro Alonso, por El silencio del pantano.
Popular por su cínico personaje de Berlín en la serie ‘La casa de papel’, cuya cuarta temporada se estrenará en abril, Pedro Alonso inicia el año con el estreno de la película ‘El silencio del pantano’ y la publicación de la primera novela que escribe, ‘
A su prometedor debut en el cine, con
Alma gitana (Chus Gutiérrez, 1995) siguieron años difíciles para Pedro Alonso
(Vigo, 1971). Aparecí fuerte, pero luego colapsé rápido, se me pasó el tren e incluso desaparecí de la profesión, reconoce. La recuperación llegó con la televisión y series como Gran Hotel, La embajada y La casa de papel. Ahora retoma su carrera en el cine como el psicópata estrella de El silencio del pantano.
¿Cómo es Q, el protagonista?
Es un tipo muy introspectivo y muy disociado que no tiene nada que ver con el Berlín de La casa de papel. Es el personaje más dañado de cuantos he hecho. Lo que mantiene bien oculto en su interior es como un ácido que cuando lo deja salir destruye cuanto lo rodea. El encanto de la película, que es muy nihilista, radica en unos personajes magnéticos, en los que Nacho Fresneda y Carmina Barrios están estupendos y que hacen volar la imaginación.
¿El rodaje fue muy complicado?
Ha sido duro porque rodé el 95 por ciento de la película solo y sin diálogos (hay que aclarar que su personaje suele hablar en off), pero con Marc Vigil, el director, guardo una relación fraternal. Habíamos trabajado juntos en El Ministerio del Tiempo y no necesitábamos casi ni hablarnos para entendernos, así que entonces nos hicimos la promesa de trabajar juntos siempre que nos fuera posible.
Borda los papeles de malo: Diego en Gran Hotel, Berlín en La casa de papel, Villar en La embajada.
Protagonicé tres años en la televisión de Galicia
Padre Casares, una comedia de humor blanco muy popular allí. Una especie de Doctor en Alaska a la gallega, con un cura en lugar de un médico. Muchos decían: Está sentenciado a ser para siempre el padre Casares. Luego, Carlos Sedes, uno de los realizadores de esta serie, habló de mí en la productora Bambú al asumir la dirección de Gran Hotel, y me dieron el papel de Diego. Estaba en las antípodas del padre Casares y pasé del perfil de corte juvenil al de antagonistas maduros y turbios.
¿Lo veremos pronto en otro tipo de registros?
Intento no quedarme en la zona de confort. Prefiero arriesgarme. Eso no significa hacer personajes muy diferentes, sino que estos me proporcionen un retorno espiritual, porque yo les doy mucho. No quiero frivolizar. He vivido la parte más dura de la profesión, pero ahora el fenómeno de La casa de papel me da estabilidad personal y laboral, me ofrece la opción de decir no y me ha puesto en foco en un mercado de talento mucho más amplio. Acceder a calidad de trabajo no es fácil.
Aunque soy cauteloso porque la experiencia me ha enseñado que estos hitos se acaban.
¿Habrá muchas novedades en la cuarta temporada de La casa de papel, que se estrenará el 3 de abril?
Continuará la línea argumental de la tercera temporada, con el asalto al Banco de España. No puedo añadir más, aunque tengo la impresión de que más adelante podría pasar algo muy gordo con Berlín. Mi novedad en 2020 es que publicaré mi primer libro, Filipo, una novela sobre un soldado romano, que es el relato de una iniciación espiritual.
“Intento no quedarme en la zona de confort. Prefiero arriesgarme con personajes que me proporcionen retorno espiritual”.