Saoirse Ronan, por Mujercitas.
A sus 25 años, la actriz tiene el mundo del cine a sus pies. La avalan tres nominaciones al Oscar (la cuarta parece ir en camino), una voz propia (desacomplejada y política) y la complicidad de Greta Gerwig, su particular hada madrina, que tras convertirla en ‘Lady Bird’, la inmortaliza ahora como la heroína de la nueva ‘Mujercitas’.
Después de trabajar con ella en Lost River (2014), Ryan Gosling no tuvo reparos en calificar a Saoirse Ronan como la nueva Meryl Streep. Sin desmerecer la colosal trayectoria de la gran dama de Hollywood, hay que recordar que la primera nominación al Oscar de Streep le llegó con 28 años, mientras que Ronan, a sus 25 primaveras, ya acumula tres nominaciones (por Expiación, más allá de la pasión que rodó con solo 12 años, Brooklyn y Lady Bird), además de un Globo de Oro y cuatro nominaciones a los BAFTA. Con su tez pálida, sus facciones angelicales y su mirada afincada en la frontera entre la fiereza y la melancolía, esta irlandesa nacida en el Bronx de Nueva York en 1994 parece encaminada a marcar una nueva era en Hollywood. Una era en la que las cineastas (como Greta Gerwig) y las actrices ya no se contentan con ser protagonistas de la cara más glamurosa y sentimental de la industria. Así, parece lógico que Ronan tome el relevo de leyendas como Katharine Hepburn o Winona Ryder a la hora de encarnar a la heroína de la nueva Mujercitas, probablemente la Jo March más independiente y comprometida con su vocación artística que se ha visto en la gran pantalla.
¿Cuál era su relación con Mujercitas antes de convertirse en la nueva Jo March?
Leí la novela de Louisa May Alcott en mi primera adolescencia, con 14 o 15 años, aunque mi primer contacto con el mundo de las hermanas March fue a través de la versión cinematográfica de la década de 1990, que veíamos en casa cada Navidad y que me ha acompañado toda la vida.
De hecho, aquella película, protagonizada por Winona Ryder y Susan Sarandon, se estrenó el año en que nací, en 1994. ¡Parece una señal! En realidad, como ha ocurrido a lo largo de tantas generaciones, fue mi madre la que me invitó a ver aquella película y a leer la novela. Esta historia se ha convertido en una especie de ritual de paso universal para las jóvenes mujeres del mundo.
La versión dirigida por Greta Gerwig tiene un aliento claramente contemporáneo, sobre todo en el modo en que se retrata a Jo como una mujer que debe luchar contra las convenciones de un mundo regido por hombres para dar rienda suelta a su vocación artística. ¿Se siente usted identificada con esa lucha?
Sí, totalmente. Creo que el poder de las convenciones sociales, que son mayormente conservadoras, es una de las crudas realidades a las que, inevitablemente, una se acaba enfrentando cuando elige una profesión relacionada con el arte, en la que hay una fuerte implicación emocional. Si tienes la suerte de labrarte una carrera en el mundo del cine, que en realidad es como un sueño, llega un punto en que resulta imposible no ser consciente de que este es un arte industrial, en el que las convenciones tienen mucho peso. Esto es algo que he ido notando más y más en los últimos años, a medida que iba madurando, conociendo mejor la industria y tomando consciencia del peso de mis decisiones.
La manera en la que Greta (Gerwig) retrata la industria del arte en nuestra Mujercitas es lo que hace del film algo nuevo, contemporáneo. Más allá de las relaciones familiares y románticas, lo más importante para Greta era retratar la lucha de Jo, mi personaje, por dar rienda suelta a su