Fotogramas

Sam Mendes, por 1917.

- Por Laura Pérez.

Stanley Kubrick retrató bajo este título el horror de la Primera Guerra Mundial. Ahora Sam Mendes lo hace en ‘1917’, una película de dimensione­s épicas en fondo y en forma. Rodada en un plano secuencia de dos horas e inspirada por su abuelo, hablamos con el director inglés del proyecto de su vida y de la guerra que cambió el mundo.

Sam Mendes (Berkshire, Inglaterra,1965) escuchaba a su abuelo contar historias sobre la Primera Guerra Mundial, en la que combatió con 19 años. Vivió hasta los 93 y el director lo recuerda lavándose las manos continuame­nte. Todavía siente la mugre de las trincheras, le decía su padre. Rumió aquellos recuerdos durante años, mientras rodaba su ópera prima, American Beauty (1999), con la que ganó el Oscar a Mejor Película; Camino a la perdición (2002); Revolution­ary Road (2008), y las dos últimas entregas de James Bond, Skyfall (2015) y Spectre (2017), entre otras. Solo entonces se sintió capaz de afrontar el proyecto de su vida. Y vaya si lo ha hecho. Cuando le enseñó a Steven Spielberg, productor de la cinta, el guion que había escrito junto a Krysty Wilson-Cairns, este le dijo: Quien vea esto no va a poder respirar en las dos horas que dura. Tenía razón. La película está rodada en un plano secuencia (falseado en algunos momentos, lo que no enturbia el resultado, sino todo lo contrario) que la convierte en un hito del cine bélico. No había otra manera de contar esto, tenía que ser así, se justifica. Además, tuvo a su lado a Roger Deakins, director de fotografía con el que había trabajado ya en tres ocasiones y 14 veces nominado al Oscar.

La noche antes de su estreno mundial en una ceremonia benéfica celebrada en Londres con presencia de la Familia Real británica, pasó por Madrid para presentar 1917. Vestido de riguroso negro, nos recibió en la sala de un hotel, poco antes de salir corriendo a reunirse con Javier Bardem, su malvado en Skyfall.

¿Cuándo y cómo nace esta película?

Mi abuelo me habló de una misión que consistía en entregar un mensaje en el frente, teniendo que atravesar un buen tramo de tierra de nadie. Pensé: ¿Qué tal si hacemos ese viaje de una manera más épica? Esa fue la semilla inicial, pero no tuve el coraje para escribirla hasta que hice las dos películas de 007. Entonces pasamos tanto tiempo en una habitación levantando esos proyec

""Hubo dias en que me enfadaba y pensaba: Por que me he metibo en esto? No podia haber rodado de una forma normal. hacer una buena pelicula, y va esta? Pero algo en mi decia que tenia seguir".

tos de la nada que cuando terminamos pensé: Ahora ya puedo hacer esto.

Ha rodado en un plano secuencia, en localizaci­ones exteriores, ha cavado trincheras reales… ¿Por qué eligió el camino más difícil? No tenía ninguna intención de flagelarme a mí mismo haciéndome la vida tan complicada. Quería crear una experienci­a intensa para el público, simplement­e. Que cada espectador viviera con estos personajes una historia de la que no pudiera escapar, sintiera cada paso, cada respiració­n, percibiera la escala del paisaje y el paso del tiempo como lo hacen ellos y que, por momentos, creara cierta intimidad con estos soldados. Buscaba que fuera como mirar por el ojo de una cerradura y ver el vasto panorama de muerte y destrucció­n ante ellos. Esa fue para mí la razón de rodar en una sola toma.

¿En tiempos de cromas verdes y efectos digitales, se siente como el último artesano? En absoluto, estoy inspirado por muchos grandes cineastas que también trabajan así. Durante el rodaje hubo momentos duros, no fue nada divertido, y días frustrante­s en los que me enfadaba conmigo mismo y pensaba: ¿Por qué me he metido en esto? ¿No podía haber rodado de una forma normal, hacer una buena película, y ya está? Pero algo en mí decía que tenía que seguir. Tenía esa sensación de querer encontrar algo, eso que los artistas llaman ‘la forma perfecta’. Como Miguel Ángel

cuando le preguntaba­n cómo había hecho su David y contestaba: Estaba dentro del mármol esperando para salir. De alguna manera, yo sentía que esa historia estaba ahí esperando a ser desvelada y tenía que hacerlo.

Ya no queda ningún veterano de la Primera Guerra Mundial que pueda contar su historia a las nuevas generacion­es. ¿Siente cierto compromiso por perpetuar esa memoria? Así es. Aquella es la última guerra que tenemos apenas sin filmar, existe muy poco material grabado. El año pasado, Peter Jackson realizó un documental titulado Ellos no envejecerá­n con algunos de esos archivos, pero hay muy poco. Y fue una contienda trascenden­tal para la historia, un punto de inflexión en el que el mundo cambió para siempre porque empezó con caballos e infantería y acabó con tanques, metralleta­s y armas de destrucció­n masiva. En ese sentido fue el comienzo de la guerra moderna, toda una generación de hombres murió o quedó destruida, así que sí, siento que es un deber contar esta historia.

Vemos muchas películas que son sencillame­nte entretenim­iento. ¿Deberíamos pedir a la industria o los directores mayor compromiso para contar otro tipo de historias? Yo apuesto por la variedad en las películas y no creo que exista un cine que esté bien y otro que esté mal, pero en este momento llevamos una dieta desequilib­rada. Me gusta la comida rápida, disfruto en el McDonald’s, pero no quiero comer allí todos los días. Yo no deseo hacer películas que digan a la gente que tome guisantes o coliflor, nadie va al cine a que le den lecciones de historia o le

"Yo no quiero hacer pelicuas que digan a la gente que tome guisantes o coliflor nadie va al cine a que le den que hace mal. pero ultimament­e vemos demasiada fast food".

digan lo que hace mal, pero últimament­e vemos demasiada ‘fast food’. Creo que es interesant­e escuchar distintas voces y perspectiv­as, conocer a directores de distintas nacionalid­ades, ver estilos y ritmos diferentes, y tengo la sensación de que estamos canalizado­s hacia una sola cosa, que son los superhéroe­s. Eso no es una dieta muy equilibrad­a. ¿Qué otras fuentes ha utilizado, además de los recuerdos de su abuelo, para rodar 1917? Leí muchos testimonio­s de primera mano sobre la Primera Guerra Mundial, de la que se han escrito muchas más cosas a posteriori que durante la contienda. A los soldados no se les permitía contar la verdad sobre lo que estaba ocurriendo en el frente, destruían las cartas que enviaban a sus familias o les censuraban partes. Fue al regresar a sus casas cuando algunos reunieron el coraje para empezar a contar lo que vivieron, pero en ocasiones les llevó 20, 30 o 40 años hacerlo. Mi abuelo comenzó a hablar de todo aquello cuando tenía 70 años, es decir, 50 después de que ocurriera. Eso les

pasó a muchos y fue, a una edad ya avanzada, cuando empezaron a poner esos recuerdos por escrito en forma de memorias o diarios. El Museo Imperial de la Guerra de Londres guarda un archivo enorme con todos esos documentos y allí realicé mucha investigac­ión. No un estudio histórico, sino más bien sobre experienci­as personales. Hay miles de historias maravillos­as. ¿Cuál fue el mayor reto que tuvo que afrontar para hacer esta película?

Lo más difícil fue darme cuenta de que no había salida ni manera de escapar, no tenía una segunda oportunida­d. Cada fragmento debía salir perfecto o la película no funcionarí­a. El reto era mantener en mi cabeza un film que tenía un tempo. Tenía que ser un organismo vivo que respirara constantem­ente, no podía resultar monótona ni mecanizada. Tiene picos muy altos de acción y momentos tranquilos con escenas muy líricas, y tuve que mantener mucho el pulso para no sacrificar la parte íntima por la épica. Lograr ese

equilibrio entre ambas cosas fue una tarea constante en cada día de rodaje que resultó agotadora, y eso no me lo esperaba. No podía sentir que estaba haciendo la misma cosa una y otra vez.

Ha dirigido obras de Chéjov, Shakespear­e, Harold Pinter, Tennessee Williams, además de célebres musicales. ¿Lo ha ayudado su experienci­a en el teatro?

Tiene mucho que ver porque, gracias a él, estoy acostumbra­do a pasar una tarde entera de trabajo sin cortes y evaluar el ritmo, la cadencia, ver cómo va evoluciona­ndo la historia de la manera adecuada hasta alcanzar su cima. Eso es esencialme­nte lo que hago. También estoy habituado a trabajar con actores y confiar en ellos para que hagan suyos sus personajes. Esta película es muy teatral en cierto modo, pero, al mismo tiempo, la realidad física no lo era en absoluto porque constantem­ente estaba cambiando el paisaje, la luz, las condicione­s climatológ­icas o el momento del día, y había que contar con ello. Aun así, resultó muy útil esa experienci­a en los escenarios.

¿Qué balance hace de ahora que está terminada? ¿Es tal y como la imaginó?

Es mejor. El viaje desde lo que tenía en mi cabeza hasta lo que aparece en la pantalla es el más corto que he realizado nunca. Es así porque lo escribí yo y después hicimos el montaje rápido, sin cambios, porque es lo que es, así que fue todo muy inmediato y estoy muy orgulloso de ello. Creo que si al empezar con este proyecto me hubieran dicho que iba a conseguir esto, habría estado encantado.

ESTRENO: 10 ENERO

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George MacKay (‘El secreto de Marrowbone’, ‘Captain Fantastic’) en el rodaje que Sam Mendes ha calificado como el reto logístico más ambicioso de su carrera.
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2. Dean-Charles Chapman (izda.) y George MacKay, junto a Sam Mendes en una de las trincheras.
3. Colin Firth, ganador del Oscar a Mejor Actor por ‘El discurso del rey’ (2010), como el General Erinmore.
1 3 2 1. George MacKay en el papel del soldado Schofield. 2. Dean-Charles Chapman (izda.) y George MacKay, junto a Sam Mendes en una de las trincheras. 3. Colin Firth, ganador del Oscar a Mejor Actor por ‘El discurso del rey’ (2010), como el General Erinmore.

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