Albert Pintó, por Malasaña 32.
‘Malasaña 32’. El director Albert Pintó (Tarrasa, 1985), en su primer largometraje en solitario tras codigir ‘Matar a Dios’ con Caye Casas, le pone acento castizo a una narración de terror en casa maldita, que sitúa en Madrid.
DE QUÉ VA: La familia Olmedo, matrimonio, tres hijos y el abuelo, se mudan de su pueblo a Madrid en busca de un futuro mejor. En su nuevo domicilio les aguarda una sorpresa.
¿La trama parte de un caso verídico?
No está inspirada en un suceso concreto sino en un compendio de historias que han ocurrido a lo largo del tiempo en el barrio madrileño de Malasaña.
¿El terror está en nuestro entorno?
Claro. Creemos que hay que buscarlo en sitios inhóspitos, como la profundidad de un bosque, pero puede ocultarse en un lugar tan próximo como es el armario de tu habitación.
El reparto reúne caras poco conocidas.
Lo he hecho porque creo que hay muchos buenos actores que esperan su oportunidad. Pero sobre todo porque cuando los personajes tienen que pasarlo mal y resultar vulnerables se empatiza más con ellos y se pasa más miedo si no conoces a los intérpretes.
El peso del film recae en Begoña Vargas.
Llegó por casting. Al ver la prueba no me cupo duda de que era Amparo, porque transmite esa dulzura de muchacha de pueblo que pedía su personaje, junto a una gran personalidad. Es, además, un pedazo de actriz que se come la cámara. Pero con quien nos tocó la lotería fue con Iván Renedo, el niño, que hace un papelazo.
Javier Botet asume un rol inusual en él.
Siempre sale con alguna máscara, pero es un buen actor y me pareció buena idea que pudiera demostrarlo encarnando al administrador de la casa, y que pudieran verlo sus fans. Como icono del género, crea, además, expectativas. Lo genial es que sea él quien lleva a los protagonisas a la casa maldita.
Ese tío que hace siempre de monstruo es quien les abre la puerta al infierno.
¿Cómo consiguió contar con la aparición estelar de Concha Velasco?
Ese es un tema sobre el que prefiero mantener el suspense (risas).
¿Por qué ha situado la historia en 1976?
Para que esta se mueva en el contexto histórico de la Transición, que fue un tiempo en el que todo estaba cambiando y se iniciaba una nueva época. Este espíritu coincide con la ilusión de la familia protagonista, que se muda de su pueblo a Madrid con la idea de que en una gran ciudad va a cambiar su vida a mejor. Los años 70, además, amplían las posibilidades para desplegar terror, porque puedes jugar con elementos como los papeles de pared, los quicios de las puertas, las canicas, una peonza, los
“LO MÁS BONITO ES QUE SE TRATA DE UNA HISTORIA DE PERSONAJES Y NO DE UNA PELÍCULA EN LA QUE EL ESPECTADOR SOLO ESPERA EL PRÓXIMO SUSTO”.
tendederos o los patios de vecindad. Estas herramientas le dan a la película un acento español.
¿Le ha costado reproducir aquellos años?
Mi objetivo ha sido lograr que sientas que estás en los 70, pero sin darle a la película un tono viejuno que pueda alejar al espectador más joven. La clave está en los detalles, que tienen que ser auténticos, pero no extremos. Por ejemplo, el vestuario ha de ser de ese tiempo, pero sin pasarse. Sin solapas anchas o pantalones acampanados.
¿Fue difícil encontrar la casa para rodar?
No, porque está construida entera en un plató, lo que fue maravilloso porque pudimos diseñarla a la medida de nuestros propósitos. Solo es auténtica la fachada del edificio, que está situado en la calle San Bernardino de Madrid. Una familia está en el centro de la acción, como en su anterior film, Matar a Dios.
Me gusta mucho la aproximación al suspense desde la cámara y el tratamiento visual, con los que creo imágenes que evoquen sentimientos. Pero soy consciente de que solo con esto no basta para llegar al espectador. Así que lo complemento con un factor humano, con algo que nos sea muy nuestro, como la familia. Por eso esta y las relaciones entre sus miembros son un tema recurrente en mi cine.
¿Qué diferencia Malasaña 32 de otras propuestas de terror con casa encantada?
Lo más bonito es que se trata de una historia de personajes, y no de una película en la que estás esperando el próximo susto. La propuesta es que empaticemos con esa familia desamparada, que llega con tanta ilusión a su nuevo hogar, en el que, casi sin darse cuenta, acaba atrapada en una pesadilla. Un terror cotidiano que les puede asaltar cuando deshacen las maletas, recogen la colada o desayunan en paz unas galletas en la cocina. Este es un aspecto en el que no llegan a cuajar muchas películas de este tipo.
¿Ha tomado como referencia a algún director o título concreto?
No me gusta seguir de modo consciente ningún modelo previo. Aunque como soy muy aficionado a este género, me imagino que llega un momento en el que acabas por digerir, sin darte cuenta, todo lo que has ido viendo. En consecuencia, no me voy a olvidar de citar a cineastas como Stanley Kubrick y Roman Polanski, que hicieron maravillas aun sin ser directores de terror en sentido estricto. Tengo que mencionar también a gente como Hideo Nakata, Takashi Shimizu y James Wan, que se ha puesto tan de moda en este momento, porque el terror oriental me ha fascinado siempre.
ESTRENO: 17 ENERO